Wednesday, January 19, 2011

EL CENTRO HISTÓRICO DE LIMA NECESITA MÁS ESPACIOS LIBRES/ ARMANDO ARTEAGA

Centro Histórico.

EL CENTRO HISTÓRICO DE LIMA NECESITA MÁS ESPACIOS LIBRES

Por Armando Arteaga

El centro histórico de Lima, o sea el Damero de Pizarro, anda muy congestionado desde hace 30 años. La dictadura de la acción del vehículo sobre el peatón, ha arruinado cualquier posibilidad de convivencia. Se ha multiplicado demasiado la cantidad de vehículos (parque automotor de la ciudad) disturbando cualquier regla elemental de convivencia entre la necesidad del desplazamiento de los peatones y la posibilidad del disfrute de los espacios libres.

El centro histórico de Lima está demasiado congestionado, ya no hay sitio para nada. Hay que encontrar una solución razonable para superar este escollo. Para mi entender, la solución seria evitar el ingreso de vehículos al centro histórico o casco antiguo, hacer peatonal todo el damero.

Es un anhelo “justo” para los usuarios disfrutar de los aportes culturales y urbanísticos del centro histórico, que tiene una enorme potencial para propuestas del consumo urbano: en lo administrativo, lo cultural y lo turístico.

Uno de los desastres más torpes de la última gestión municipal del alcalde Castañeda ha sido “ingresar” la ruta del Metropolitano al corazón mismo del centro, asfixiando para siempre el centro: esto ha resultado un disparate contradictorio, irresponsable y técnicamente equivocado.

La apertura del parque donde se ha colocado un busto de Luís Alberto Sánchez al costado de la Iglesia de Huérfanos y frente al Parque Universitario y/o la Casona de San Marcos es un buen intento, para buscar más espacios libres; fortuitamente, lo es también el parque donde estaba ubicado el Banco de la Nación que mando a incendiar Fujimori y Montesinos para justificar su reelección política.

Para empezar a tener en cuenta esta necesidad urbanística Susana Villarán debería consolidar encuentros cordiales entre las diversas asociaciones de vecinos (que existen actualmente) y los técnicos de la nueva gestión municipal responsables de los parques, jardines y áreas libres.

La recuperación de pequeñas plazas para el disfrute de lo urbanístico como la Plazuela San Marcelo, por ejemplo, requiere una decisión inmediata, lo mismo que la recuperación inmediata de barrios como Monserrate, Barrios Altos, el Rímac, que son parte de esa unidad urbanística. Lo que hasta ahora se ha realizado para habilitación urbana son nada más que buenos intentos.

Barrios Altos, la casa del Buque.

La nueva gestión municipal debe poner énfasis en mejorar las relaciones humanas entre autoridad municipal y barrios, no hay que olvidar que aparte del “embotellamiento” del tráfico que padece el centro tienen la enfermedad agónica de la tugurizarízacion. Empecemos de cero, haciendo las cosas correctamente, no hay ciudad eficaz sin la participación ciudadana de sus habitantes.

El centro histórico de Lima debe ser habitable para los propios vecinos que bien allí como de los tres millones de visitantes que recibe diariamente. Por ahora, el centro de Lima es un caos, aunque celebremos aniversarios y nostalgias mal entendidas. El centro histórico padece un deterioro en lo urbanístico y en lo arquitectónico.

Esta propuesta de solidaridad con el centro se puede financiar con el aporte de un sol por visitante, es justo que colaboremos con la recuperación de Lima. Si logramos recuperar las riberas del Rímac, para recreación pasiva y vivencias culturales, se va a fortalecer la ciudad de Lima, cosa que esperamos todos.

Lima actual tiene muchas posibilidades para volver a ser una cuidad funcional, pero necesita políticas urbanas coherentes. Con un sol por visitante al Centro Histórico de Lima cada vez que la visitamos, podemos empezar desde la iniciativa de los barrios recuperar parte de Lima. El casco urbano de Lima necesita más parques, el centro histórico lo mismo.

La verdad que urge tomar mediada, ya tenemos en parte la racionalización de algunas rutas, la pavimentación de algunas vías, la recuperación de algunos ambientes urbano monumentales y algunos monumentos arquitectónicos, pero falta aún “inyectar” inversión financiera y técnica en los cinturones de viviendas y edificios tugurizados. Y poniéndose “fuertes” (mejor: drásticos) en el arreglo de algunas rutas del trasporte urbano del centro, podemos empezar por algo.

Zonas tugurizadas.




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Tuesday, January 04, 2011

ARQUITECTURA DE LOS TECHOS/ ARMANDO ARTEAGA

COMIENDO GATO EN BARRIOS ALTOS

Por Armando Arteaga



Vengo de una familia que hace años detestaba los tranvías porque cada vez que pasaban con su bulla infernal por la Av. Brasil le dejaban a la abuela las orejas más tembleques: gato recién salido del agua.

No hay isla feliz, cuando uno se siente una isla, uno nunca está contento con lo que es. Por eso dejé mi oficio de gato en la oscuridad, nunca más en la oscuridad, salvo en el Barrio de la Soledad y en el Puente de los Suspiros. A eso iba.

La culpa de que los techos limeños sean verdaderamente obras de arte, pinturas melancólicas del error, que en los aburridos años cincuenta las recogieron en sus discretas palabras y en sus imágenes: gatos tan tristes como César Moro y Servulo Gutiérrez, y ese otro gato de balcón que todavía vive y se llama Felipe Buendía, decía que en los desastres de los techos: la culpa la tienen los alcaldes post-Anita Fernandini de Naranjo, que nada pudieron hacer para evitar el error de esos techos llenos de cajones, llantas de tractores, muñecas rotas, colchones destartalados, botellas vacías: esperando algún mensaje que las libere hacia el mar, o algún fierrero comprador de Tacora Motors.



Los alcaldes que sucedieron después a esta señora pituca, que tenía la quimera tremenda de barrer los techos antes que las calles, nada han podido hacer para mejorar “la imagen de la ciudad” (para usar la frase de Kevin Lynch).

Por eso las cosas están como están. Cosa difícil, porque no se puede barrer con un gesto de asquito, ni el arte ni la literatura de los techos. Primero hay que barrer las calles de tanta inmundicia (la política y la literaria) y luego se va a los techos, que ya verán lo que van a encontrar.

Lima ha tenido siempre muchas azoteas en donde era fácil perder el tiempo siguiendo el saxo del Gato Barbieri y otros gatos. En lo que va de mí, la única vez que he deambulado por techos ha sido en la amistad sincera de la época estudiantil, acepto que algunas veces he trepado otros techos para llegar a las ojeras de algunas gatas que más de una vez me han dejado varios rasguños, así dolor y amor andaban por las azoteas de los años setenta, a fuerza de tratar de comprender toda esta catástrofe de ciudad que nos había tocado habitar, y entre páginas de J.R. Ribeyro y Sebastián Salazar Bondy, pase gato por liebre: en la mirada de los techos limeños, donde nunca hubo felicidad de nada. Y, menos, no hay peruano feliz.

Aunque ahora los techos se han puesto barranquinos en las líneas y tintas de Eleonora Patiño, que ya para gatuna tiene bastante. Y, de los techos de París en donde también hay pobres, pobres gentes de Paris.



Mucha basura anda por la ciudad, pero lo que más importa es ésa, la basura de la cultura y de la palabra. Mucha basura anda por allí mostrándose como arte, pasan como joyas y no son más que el arte de la mentira, el arte de la mafafa, la estafa en la galería, con críticos para la nota y todas esas cosas. Es cuento chino escrito en castellano, y hay algunos que están en inglés y por si el caso, en esto nada tiene que ver las propuestas de Herskovitz, con cosas recogidas de los techos, porque eso está bien, hay que hacer un arte pobre y libre del imperio del consumo que devora todo y bota cualquier desecho como basura, debemos hacer entonces un arte que esté más cerca de nosotros.

Pero, ¿quién compra este arte de los techos, este arte pobre? . Los ricos, los que dejaron morirse de hambre a Vallejo y a Martín Adán, los que hoy se arranchan las pinturas de Víctor Humareda, el vino de Juan Gonzalo Rose.

Yo me refiero, para los que estarán pensando ¿qué gato encerrado hay aquí?, en este apagón cultural que vivimos actualmente los peruanos, saben acaso los ricos que el arte y la literatura en el Perú han sido siempre la estación de los desamparados. No ha habido nunca estación para ese amor. A los artistas y los escritores, siempre los han dejado morirse de hambre. Siempre han habido: falsas estaciones, para dejarlos al final abandonados en la soledad, en la miseria, y en el olvido.

Las cosas no andan tan bien, en este verano político que amenaza en convertirse en carnaval. Los ricos invitan a los pobres a comer “guiso de gato”, con el hambre que tenemos, y entre tanta borrachera de falsas palabras vamos a terminar aceptando como define el diccionario al "delírium tremens": agitación violenta, terrible alucinación (ratas o animales raros que devoran al enfermo).

Y en las luces de tanta ciudad, ha hecho bien Barrantes en premiar aunque sólo sea con honor al mérito a varios periodistas que con su inteligencia desnudaron siempre la prosa y la poesía de Lima, numéricamente eran más los de derecha contra casi nadie de izquierda, claro está que el mérito no es de derecha ni de izquierda. Las cosas claras.


(Publicado en El Diario, 23/02/1985). Del libro: “La modernidad en la arquitectura”.

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DE LAS CASONAS PIURANAS

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