Thursday, June 22, 2006

LA SEGUNDA CRISIS DE KENZO TANGE/ ARMANDO ARTEAGA

TEMAS DE ARQUITECTURA

LA SEGUNDA CRISIS DE KENZO TANGE

* Por Armando Arteaga

Kenzo Tange no es un teórico como lo fue Le Corbusier, pero ha desarrollado con una práctica increíble la lógica de su pensamiento como arquitecto y urbanista. Tange aparece en el escenario de la cultura japonesa después de la segunda guerra mundial y es él, con Noguchi, Kurosawa e Isozaki, quienes mejor expresan el momento de apértura hacia occidente: el puente entre el nativismo artesanal japonés y la tecnología constructiva de la arquitectura norteamericana y europea. Desde sus inicios, en el “Monumento a la Paz de Hiroshima”, Tange se mueve en los principios básicos de la arquitectura moderna reunidos en la “Carta de Atenas” y aún en la década del sesenta en su “Plan de Desarrollo Urbano de Tokio” el lenguaje lecorbusiano se deja sentir en el manejo de las “estructuras de comunicación” como red vital de toda ciudad.

Proyecto de la Universidad Sagrado Corazòn de Jesùs en Taipei.


La expresión lecorbusiana es uno de los rasgos más notorios de la arquitectura de Tange, pero cierto viraje hacia la arquitectura japonesa tradicional (de los estilos shoin-zujari, chashitsu y sukiya) y una mirada futurista y monumental (resultado milagrosos del gran despegue económico de entonces) va a trastocar armoniosamente sus diseños afirmando una individualidad creadora que dinamizó también la nueva arquitectura de la nueva generación: originando así la introducción y consolidación de las ideas del grupo metabolista. Obras como el Estadio Olimpico, Expo 70, la remodelación urbana de la medieval Boloña, la nueva capital de Nigeria aún en construcción, nos dan muestra de la originalidad representativa de su experiencia dentro de la tendencia modernista.


Vista del Proyecto Universidad Sagrado Corazòn de Jesùs, un patio frente al comedor; a la izquierda, las aulas, la galerìa, y una parte del comedor.

La “primera crisis” del “movimiento modernista” ha sido al comprobar el contraste entre la realidad y el trabajo de tablero, su falta de visión histórica y social en sus propios proyectos desarollados en coherencia con sus principios, manifiestos, y versiones del CIAM (me refiero al Congres Internationaux d’Architecture Moderne), desde su fundación en Sarraz(1928) hasta su disolución oficial en Dubrovnik (1959), en su verdadera falta de “inmanentismo”, en su aporte de apertura más bien vanguardista antes que funcionalista y futurista. Las ciudades milenarias –desde Atlantis de Platón y Utopía de Moro- hasta La Ciudad de los tres millones de habitantes de Le Corbusier y la Megaciudad de Tange en la bahía de Tokio, muy determinadas e idolatradas por los funcionalistas han sido irrealizadas y no propuestas a escala del hombre contemporáneo, a pesar de su actitud emotiva. Brasilia es el caso más cercano.


Proyecto Ayuntamiento de Tokio, 1952. Vista desde el sur.

Por eso creo, que la “segunda crisis” del funcionalismo, y a riesgo de parecer maniqueísta, la expresó Tange en su charla hace unos años bajo la carpa del Centro de Convenciones Crillón –la tarde de ese martes- cuando volviendo a repetir conceptos como: “la arquitectura es una cara de la moneda de nuestra civilización”, o que los arquitectos en los países en vías de desarrollo tendrían dos alternativas para su práctica: “o convertirse en grandes arquitectos, o convertirse en políticos”, abriéndonos la puerta a una reflexión casi religiosa. Pero hay que reconocer que abrió también la posibilidad de una nueva esperanza cuando reconocía el cambio del medio ambiente físico a través de la arquitectura supeditado al aspecto del desarrollo económico, y este como factor determinante del nivel de nuestras construcciones; dejando entrever la probabilidad de abordar nuevas alternativas para el diseño con la ayuda de la informática (léase computadoras).

Kenzo Tange.
Tange explicó también que “la ciudad puede crear nuevas dimensiones de comunicación y creatividad humana” y por eso su preocupación por proporcionar a sus proyectos espacios de comunicación y en su afán de lograr esta consideración el arquitecto debe inventar nuevos caminos. Criticó las limitaciones del funcionalismo como reflejo de una sociedad industrial, y abrigó la esperanza de que los arquitectos deberían crear “nuevos espacios” para el pueblo, sentenciando que este es el auténtico creador y ordenador de los nuevos espacios. Y esto implica –ciertamente- un cambio en los métodos. En fin, creo que Tange, a pesar de su falta de expresividad, aún nos entusiasma con las composiciones de las elevaciones de sus edificaciones y con su particular manera de abordar los pasadizos y los lugares organizados para el intercambio de funciones, los elementos combinados de transportes y circulaciones horizontales y verticales, demostrándonos todavía su vigencia como creador y arquitecto, aunque la crisis de nuestra arquitectura moderna es su falta de alternativa social y actual, que sigue motivando y envolviendo al maestro. No en vano, Tange recordó a Gropius: “la tecnología por si sola no puede crear belleza”. Tange es pues a mi entender una de las últimas expresiones de la crisis del funcionalismo, a pesar de sus excelentes proyectos.

*Del libro "La Modenidad en la Arquitectura".

Dos Proyectos de Tange:

CATEDRAL DE SANTA MARIA - TOKIO
GIMNASIO NACIONAL  DE TOKIO


(Publicado en “El Diario”, Lima, 14/10/1985).

*artenupe@yahoo.es


LA BAUHAUS: ARTESANIA Y TÈCNICA/ ARMANDO ARTEAGA


TEMAS DE ARQUITECTURA

LA BAUHAUS: ARTESANIA Y TÉCNICA.

* Por Armando Arteaga

La Bauhaus no sólo fue una escuela que se dedicó a la enseñanza de la arquitectura y el diseño, sino un intenso “training” esclarecedor y ordenador: una búsqueda revolucionaria para devolverle a la arquitectura y el diseño su función social. En la primavera de 1919, Gropious funda en Weimer la Bauhaus. De carácter estatal hasta el 10 de abril de 1933, en que dos centenares de agentes de la policía cercaron el local establecido provisionalmente en una vieja fábrica de Berlín y detuvieron a 32 alumnos. La Bauhaus empezó y acabó con la Primera República Alemana. Varias veces cambió de sede y resulta paradójico que el primer centro de la máxima modernidad estuviese establecido y funcionase en dos antiguas residencias prusianas y principescas. Atacada, por los nacional-socialistas por ser lo que estos llamaban exponente de un “arte degenerado”, “incubadora del bolchevismo cultural”, la Bauhaus no languideció jamás.


Apunte: Paul Klee.


¿Qué hace en sí la naturaleza de la Bauhaus?. ¿Cómo se distingue de otras academias o escuelas de arquitectura?. Oskar Schlemmer en sus Cartas y diarios dice: “La verdadera estructura de la Bauhaus se expresa en la propia persona de su director –Walter Gropius- no comprometido con ningún dogma y dotado de una exquisita sensibilidad para todo lo nuevo y actual que se mueve en el mundo y con la voluntad de asimilar lo importante para un habitat y darle estabilidad a todo ello, y reducirlo a un común denominador y crear un código universal e internacional” La actitud de apertura que mostraba Gropius ante todo advenimiento de lo incierto, hizo surgir una forma abierta, por eso no sucumbió en el mero esquematismo, todas las posibilidades fueron acogidas por la Bauhaus. La libertad creadora fue en ella el clima dominante.

 Revista.
Gropius convocó a representantes de la pintura abstracta y cubista (Kandinsky y Klee) porque en ella veía en acción aquel constructivismo que condujo a una nueva arquitectura. La pintura tuvo vigencia dentro de la estructura del espacio, en combinación con la arquitectura. Maholy-Nagy relizó diseños en forma plástico-espaciales dispuestos en equilibrio rítmicamente asimétrico. Alberts realizó un largo estudio de la tendencia del comportamiento de los materiales y creó un método de acuerdo con los principios funcionalistas, lecciones que volvió a repetir en el Blackmountain College y en Yale. Stuttgart adoptó el método “varkus” que más tarde se introdujo en las academias de Inglaterra y Japón. Las antiguas escuelas de arquitectura y arte –escribió Gropius en un manifiesto- no fueron capaces de crear esa unidad entre la actividad plástica y la construcción, y ¿cómo iban a lograrlo si el arte y la arquitectura no es cosa que se enseñe?, dichas escuelas deben plasmarse en el taller. Ese mundo de dibujantes, de diseñadores y de profesionales de los oficios artísticos, mundo de sólo dibujar y pintar, ha de ser, por fin constructivo. Arquitectos, escultores, pintores, ¡todos hemos de retornar a la artesanía!, pues en efecto, no existe un “arte profesional”. No existe diferencia esencial alguna entre el artista y el artesano.

Muchos desfilaron por la Bauhaus dejándonos su enseñanza y dando muestras de su inteligencia: Hans Meyer, Meis Van der Rode, Yamawaki, Stam, Golberg, Hilberseimer, Hirche, Marcel Breuer. La Bauhaus contribuyó en el mundo a la enseñanza de la arquitectura, a la formación artesana y técnica de los nuevos creadores, enseñó un nuevo lenguaje de las formas para expresar de modo visible las ideas. Puso las cosas en su respectivo sitio, ordenándolas.

Local deBauhaus.

 *Del libro "La Modernidad en la Arquitectura".

(Publicado en el diario “El Observador”. 20/03/83).

LA ARQUITECTURA EN LA BAUHAUS:

LEONARDO, EL ARQUITECTO, DE VINCI/ ARMANDO ARTEAGA

TEMAS DE ARQUITECTURA


LEONARDO, EL ARQUITECTO, DE VINCI
* Por Armando Arteaga

Leonardo da Vinci  vino al mundo el año de 1452. Era artista y hombre de ciencia. Hijo de Piero, notario de la montañesa de Vinci y más tarde de la Señoría de Florencia. El talento de Leonardo ocupó la pintura, la escultura, la música, la arquitectura, la ingeniería, la física, las matemáticas y la filosofía.

Fue el más completo ejemplo del espíritu renacentista, a quién Vasari llamó: “la encarnación de la divinidad sobre la tierra”.


 


En pintura pronto superó a su maestro Verrocchio, y a los veinte años formaba parte del gremio de pintores de Florencia. En 1482, Lorenzo de Medecis lo envió a la corte de Ludovico El Moro, en Milán, hasta la caída de éste, el año de 1499. Entre 1499 y 1506 actuó principalmente en Florencia, de donde fue expulsado lamentablemente por los moralistas de la época debido a sus costumbres liberales. Volvió nuevamente a Milán para realizar trabajos a pedido. Luego de la expulsión de los franceses entre 1513 y 1516 residió perfectamente en Roma, y más tarde fue llamado por Francisco I quién lo alojó en el Castillo de Cloux para finalmente morir en Amboise en 1519.


 

Tanta invención, y nadie se acuerda de él. Por lo menos este domingo, acá en el Terminal Marítimo del Callao cuando observo que una grúa mecánica embarca y desembarca objetos, cajetas, que al final terminaran en otros puertos lejanos. Leonardo, olvido, mariconada aparte, genio y figura, hasta la sepultura.


*Del Libro "La Modernidad en la Arquitectura" .

 (Publicado en la revista de arquitectura “El Cuadrado”, CEA-FAUA-UNI,Lima, Abril 1975).
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Thursday, April 27, 2006

ANDAHUAYLAS VISITADA / ARMANDO ARTEAGA

Ciudades en movimiento
Foto: Vista Plano General de la ciudad de Andahuaylas 


Foto: Los sucesos de Andahuaylas en el centro del escenario polìtico.

ANDAHUAYLAS VISITADA

Escribe Armando Arteaga *

Hace unos días la ciudad de Andahuaylas celebró aniversario. Diversas cosas se han escrito sobre la "Pradera de los celajes". Pedro Cieza de León en "La Crónica del Perú" da un testimonio confesional, Andahuaylas ya era un asentamiento respetable cuando Cieza visitó sus parajes: "Las casas son de piedra. En el camino de la provincia habían grandes aposentos y depósitos para los señores". Otro vislumbre de Andahuaylas lo encontramos en los "Comentarios Reales" cuando Garcilaso de la Vega describe la expansión de Inca Roca en la conquista de los territorios de los chankas: "De Curampa fue a la gran provincia llamada Antahuailla, cuyos moradores se extienden a una mano y otra del camino real por espacio de diez y seis o diez y siete leguas".


Foto: Imagen urbana de Andahuaylas.
Garcilaso de la Vega tiene múltiples referencias sobre Andahuaylas desde cuando ya era un núcleo urbano organizado. Otra referencia sobre la toponimia del lugar la refiere Víctor Navarro del Águila: "pradera metalífera", acompaña está apreciación geológica con los significados de los ayllus cercanos de Anta Waylla: Jhawan Pata, Chumpao, Chaca Pukro, Kichka Pata, Chuspi. Puka-puka, entre otros lugares de importancia urbana, tanto en extensión poblacional como aldeana.
De los viajeros del siglo diecinueve destacan la presencia actual de la ciudad de San Pedro de Andahuaylas La Grande en el grabado de la Plaza Mayor que visitó Charles Wiener y que reproduce en "Perou et Bolivia" (París, 1874). El lugar grabado es correcto, es un plano general mirando hacia Kichkapata, se ve la Iglesia Matriz, la Pila, y las casonas de la calle donde se encuentra actualmente la Municipalidad. Los primeros asentamientos pre-hispánicos del lugar estaban en Kichkapata, en Cruz Pata, y cruzando el río Chumbao pasando el actual puente colonial, en el cerro Huayhuaca (donde Josel Grossman de la Universidad de California en 1970 realizo excavaciones).

Wiener describe Andahuaylas como "una ciudad que cuenta con cerca de cinco mil habitantes, que moran en más de doscientas casas". Ernest W. Middendorf visitó también Andahuaylas y publicó "Perú" (Berlín, 1893-1895, 3 Vols.). Allí hay una foto del Puente Colonial. El medico y lingüista alemán describe así su deslumbramiento: "una amplia visita sobre el valle de Andahuaylas, valle rico y fértil, aunque entonces terminada la cosecha, el espectro de los campos no era ventajoso. Se pasa por San Jerónimo, un pequeño pueblo, pero abajo en el valle, con 2,400 habitantes. Middendorf describe así también la aldeana Talavera: "un arrabal de la ciudad en el que vivían muchos arrieros". Otras referencias sobre Andahuaylas las encontramos en "Paisajes Peruanos" de José de la Riva Agüero: "La Plaza Mayor, llena de vendedores que la animan con sus gritos y audaz policromía de sus trajes y llicllas, tiene una pila regular y frondosos árboles". Raimondi comparó el calcáreo andino de la Iglesia con el travertino romano. Aurelio Miro Quezada S. la describió así: "La ciudad de Andahuaylas guarda, en cambio, recuerdos coloniales, con su iglesia nobilísima, de líneas sobrias y severas de clara raíz renacentista". Y en los años cincuenta fue fotografiada por Leopoldo Velasco, fotógrafo de la Plaza, con su caja negra de madera. Andahuaylas ha sido olvidada por mucho tiempo, pero es una de las ciudades más destacables del país y de Apurímac.
 Foto: Iglesia San Pedro de Andahuaylas.

LA CIUDAD DE ABANCAY /ARMANDO ARTEAGA

Foto: Panorámica de la Ciudad de Abancay.
 

Ciudades en movimiento
Foto: Torre de Catedral de Abancay.

LA CIUDAD DE ABANCAY
Escribe Armando Arteaga (*)

La ciudad de Abancay sufre los embates del crecimiento urbano desmedido que está cambiando aceleradamente su imagen urbana. Hasta hace tres décadas, Abancay era una ciudad con sus casas pintadas de blanco y los techos cubiertos de tejas rojas formando un conjunto de singular belleza; cuando se bajaba al llegar se miraba desde 500 mts. Desde lo alto de la carretera que envolvía los carros de nubes de polvo y viento, se observaba el tenue resplandor del sol que declinaba, y sus rayos besaban el fondo del florido valle: las casas de Abancay. Atrás quedaba el macizo imponente, la garganta rocosa que abría el majestuoso río Apurímac a la salida del puente Cúnyoc. Al dejar la pendiente, la campiña era suave y amable, llena de cultivos. Abancay era una ciudad pequeña, alegre, con calles rectas y avenidas anchas, enraizadas y solemnes, recuerda la evocación nostálgica de Luis Felipe Paredes, casonas asoleadas y frescas, mujeres hermosas y ese sentimiento serrano que se desprende de las cómodas estancias que suelen sorprender al visitante. En su plaza principal, un parque lozano que da posada al peregrino, la Iglesia Parroquial de una sola nave y un solo campanario. Para los turistas es: La Plaza de Armas con sus clásicas palmeras, la Catedral y la Capilla del Señor de la Caída. Al costado, pasando el malecón, un río de escaso caudal, el Mariño, que cruza la población. Más allá, atrás, está el Ampay, nevado sagrado, Apu centinela de la ciudad. Un conjunto de haciendas circundantes estrechaban el centro urbano de la ciudad e impedían su expansión y crecimiento.
Foto: Plaza de Armas de Abancay.
Últimamente, estas han sido parceladas y se ha dado un cambio al “uso de suelo”, acelerando el actual proceso de urbanización que padece actualmente la ciudad. La tierra abanquina, es terruño de clima templado, de vida apacible. Luis J. Benoit hizo varios films y fotografías sobre diversos paisajes peruanos en 1947. Estuvo en Abancay y nos dejo este guión turístico: “Abancay, capital del Departamento de Apurímac, es población importante y de alegre aspecto. Su nombre viene de “Amancay”, flor silvestre de color amarillo que abunda en la comarca. Está limitada por los altos flancos de los cerros y las curvas de los ríos Pachachaca y Mariño, y fue también habitado por los Chancas. De poco tiempo a esta parte ha adquirido un notable aspecto urbano gracias a las obras de mejoramiento y ornato locales y el auge de su agricultura y ganadería. Su campiña está hermoseada por las plantaciones de magueyes, molles, tunas y naranjas. En la ciudad existe un cómodo hotel de turistas para quienes deseen hacer una ‘pascana’, breve descanso en ella”.
Foto: Ingreso lateral de la Catedral de Abancay.
Una descripción más cercana de la ciudad de Abancay es la de Aurelio Miró Quesada S. en su libro “Costa Sierra y Montaña” (1964). La descripción de Miró Quesada., por ser cercana y una de las páginas más extraordinarias que se han escrito sobre esta ciudad, merece elogios aparte. Describe Abancay como “una población tranquila y recogida, con casas de colores claros, y calles que se tienden a la caricia blanda de un clima templado y agradable. El radio de la ciudad es poco extenso, porque se halla como reclinado al extremo de un valle, limitada por los altos flancos de los cerros, las curvas de los ríos Mariño y Pachachaca, y los amenos campos de cultivo de las haciendas y chacras cercanas. El círculo verde es tan estrecho, el sitio del campo a la ciudad tan extremado, que la hacienda Patibamba -la más importante y la más próxima- tuvo que ceder sus tierras para el desarrollo de Abancay”.
La expansión urbana que padeció Abancay cambió su fisonomía. De los inicios históricos dice Miró Quesada lo siguiente: “A pesar de ser un sitio antiguo de concentración de pobladores, el carácter actual de la ciudad data de fecha reciente. La dificultad de comunicaciones, la topografía hosca y accidentada de esta zona, habían mantenido a Abancay, a través de los años, como una simple ‘pascana’ en el camino. Fue sólo a partir del 28 de abril de 1873, al elevársele a ciudad y ser designada capital del Departamento de Apurímac, creado por ley promulgada en esa fecha, que la población comenzó a ganar importancia”. La centralidad urbana que gana esta ciudad comienza en los inicios del siglo XX con la consolidación de las instituciones republicanas. Miró Quesada sostiene que: “La capitalidad de Abancay despertó entonces -y la ha seguido manteniendo- la emulación de otra ciudad floreciente: Andahuaylas. Unida ésta a Ayacucho, como Abancay al Cuzco, su vida y sus condiciones han sido siempre muy distintas”. Aquí se debate la polaridad capitalina en dos centros urbanos importantes del departamento de Apurímac, se dan dos centralidades. La evocación de Miró Quesada es la de un atento viajero que percibe el rango y privilegio que ostentan estas dos ciudades con respecto a otros centros poblados: “Ubicada Abancay en una vega cálida de clima sin trastornos y de riego abundante, tiene una producción agrícola y en especial cañavelera, que ya el experto Alcedo encarecía en el siglo XVIII. Andahuaylas cuenta por su parte, con mayor población y más comercio, y por razones de clima y altura, la sobrepasa fácilmente en riqueza triguera y ganadera. Su comunicación principal es con Ayacucho; en tanto que Abancay posee mayor contacto con otras provincias del Departamento: Aimaraes, Grau (antes Cotabambas) y Antabamba. La vida en Abancay era bucolica. La mayor parte de las casas presentan unas llanas paredes encaladas, y tienen balcones y puertas de madera, pintadas de colores brillantes, especialmente azul o verde. Casi todas además, son modernas y sólo en muy pocas construcciones se guardan los viejos rasgos típicos: amplios zaguanes, pisos severos de ladrillo, balcones decorados, como una de gratas sugestiones que dobla en una esquina de la Plaza Mayor”.
Foto: Frontis Principal de la Catedral de Abancay.
El ambiente urbano monumental de la Plaza provoca en Miró Quesada un estique detallado y estupendo de este discreto espacio: “En esa misma Plaza, sencilla y asoleada, está la Iglesia. Ocupa todo un lado, aunque su puerta principal no se abre allí, sino a una de las calles laterales; tiene una sola torre con un campanario, y en el interior una nave larga con altares modernos. Sólo resaltan el frontal de plata del altar mayor, que sube, en planchas de plata también, hasta el tabernáculo; y dos columnas salomónicas, seguramente restos de la antigua fábrica, que vemos reclinadas sobre una pared”.

La descripción del viajero expone los contrastes, destellos y virtudes de esta ciudad de Abancay. Aquí lo urbano: “En mis diarios paseos matinales, bajo el sol confortante, veo la plaza con la estatua de Antonio Ocampo, el edificio de la Municipalidad, el Mercado de Abastos, el alegre Club, la vasta casa del Colegio Grau, con su campo de deportes atrás, que por la inclinación del terreno viene a quedar al nivel del piso alto. Visito también la casa moderna de la Corte, con su agradable jardín interior. Algo más lejos, la vieja y triste Cárcel, donde no se puede reprimir una profunda impresión dolorosa”. Aquí lo rural: “En busca de aspectos más amables, discurrí luego por las rutas del campo. Dejando las calles empedradas, fui hacia las huertas protegidas por ‘pircas’, o los pastizales en que pace el ganado. Algunas veces me cruzaba con autos vocingleros o con arrogantes caballos de paso. Otras veces eran indios, que bajo la sombra de los sauces y los ‘patis’ obscuros, se detenían para gustar, entre un denso perfume de eucaliptos, la triple frescura del maíz: hervido en el mote, molido en la mazamorra, y tostado y sonoro en la ‘cancha’. Por otro lado magueyes de altas varas, cañaverales de lindo color verde o dorado, molles, tunas, naranjos, cultivos de pan llevar, cafetales. Más lejos, chiquillas que lavaban ropa en las acequias o en el río, o que se bañaban con gracioso impudor, totalmente desnudas. Así quedarían más frescas para volver luego a la ciudad con el vaivén alegre de sus cuerpos trigueños”.
Foto: Hotel de turistas de Abancay.
Hay también en estas evocaciones gratas pinceladas de los elementos ibéricos y nativos que sincretizaron en lo mestizo cuando describe la arquitectura y los espacios de las casas haciendas: “Guardo todavía en el oído, ecos de esos cantos, cuando algunos amigos me llevan a presenciar el espectáculo de la puesta del sol desde la gruesa torre, con sonora campana, que se eleva en la hacienda Patibamba. Por la firme escalera de cal y canto subo a la parte alta. Allí veo los juegos de rojos y naranjas, las nubes que cambian su vivo tono blanco por velos transparentes, cada vez más lejanos y pálidos: violetas, verdes, azules, rosas, perla. ‘Parece un mar’ dicen las gentes, sorprendidas de hallar en esta tierra tan mediterránea, un recuerdo del agua y de las olas entre las cumbres -que a veces semejan islas- de los montes enhiestos. Lentamente,va cayendo la noche. Por los caminos de la hacienda, cercados por ‘pircas’ y bardales, avanzan, entre nubes de polvo, las ovejas; o resuena el trote agitado de las mulas que vienen a gozar, desde quién sabe qué campos cercanos, del sabroso reparo de la ‘inverna’. El humo de la chimenea se disuelve; y en vez de los ruidos del trapiche, sólo se escucha la caída del agua, el golpe de los cascos que hacen crujir las cañas secas y los últimos toques de la campana con su sonido viejo y bronco”.
Foto: Municipalidad de Abancay.
Ese es el escenario de Patibamba, la antigua hacienda. Discreto suele ser el encanto de San Gabriel y la presencia del viejo Puente de Pachachaca: “Otras veces, sigo por rutas más lejanas. Paso por San Gabriel y por Illanya: esa hacienda en la que todavía puedo apreciar la antigua casa, con habitaciones decoradas, glorietas de juego o de reposo, bello jardín con frutas y cascadas, avenidas de rosas y eucaliptos y, derramándose en el campo, las flores lilas del jacarandá. Avanzo hasta el puente tradicional de Pachachaca. Batido por el viento, frente a la nieve eterna del Ampay, y -casi bajo ella- las plantaciones de clima caliente de la vega; me detengo a observar el viejo puente: su arco de cantería, su calzada con amplitud para dos coches, su pretil enlucido y su hornacina al medio, como para una imagen o una cruz que no existen”. “Es uno de los mejores que hay en todo el Reino -decía el coronel Antonio de Alcedo en el siglo XVIII- y el primero que se construyó en él con todo su primor de arte” y Concolorcorvo repetía: “fue fabricado con todas las reglas del arte”. De Abancay se puede decir de sus comienzos que fue nuestra ‘aldea decorosa’, inspirada por el lego andino y cierta visión de los hacendados, quienes concibieron el trazado de una villa para la era del automóvil. La ciudad creció y hoy es una cosmopolita ciudad, un recinto autónomo y espontáneo, donde aldea y hacienda se dieron la mano para su final configuración. Nos ha extendido su legado, por ello hay que cuidar este patrimonio natural y cultural que es Abancay, hay que impedir que su centro histórico se sature, hay que hacer planeamiento urbano en sus calles y manzanas, para que sobreviva, siempre ella, a los requerimientos de estos tiempos modernos y vigentes.

Abancay histórico.

 
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Calle antigua del Centro Histórico de Abancay.

Tuesday, April 25, 2006

TARAPOTO AL TRASLUZ / ARMANDO ARTEAGA


Vista Antigua de Tarapoto. Foto: Ricardo Reategui. 1969.


Pza. de Armas de Tarapoto.

CIUDADES EN MOVIMIENTO

TARAPOTO AL TRASLUZ
Escribe Armando Arteaga*

El sol brilla en Tarapoto con tal intensidad que el visitante siempre anda buscando un helado de aguaje o una pipa de agua de coco "al polo". Desde que uno pisa el aeropuerto un fuego fatuo invade la nobleza de sus calles de está amazónica ciudad, que en este ardor se parece a la fronteriza y norteña Tumbes. El traverse comercial de la "Ciudad de las Palmeras" es agitado. El transito de sus pobladores es el ritual de la velocidad y el trueque. En el Mercado, un comerciante cambia una computadora por una camionetada de cabezas de "inguiritos".


Foto: Heladeros en Pza. de Armas.

La gente anda apurada y viajan siempre en moto-taxi. Yo encontré en Tarapoto a Moraima -una muchacha en motocicleta-. Y volví a "La motocicleta" como en la trascendente novela de André Pieyre de Mandiargues. Aunque en las tardes el gentío popular le pone más velocidad cuando vamos a La Kollpa a matar el rato con uvachado. El día es ahora gorrón. Moraima va por la carretera con su camioneta blanca Suzuki. La selva es exuberante -a ambos lados de la carretera-. Miles de árboles se exhiben por las dos bandas de este zurriago sendero que a Moraima le resulta aburrido, mondo y fosforescente.  Va hacia el pueblo de San José de Sisa (El Dorado).

Foto: Muchacha tarapotina.



Moraima.

Moraima trae pescado de Yurimaguas. El pescado viene en bolsas y balsas desde Yurimaguas. De allí lo preparan "presto" y "salao" para Tarapoto. Un numeroso contingente de poblanos se dedica a esta actividad de la pesca artesanal. Y Moraima tiene un contacto arriba del río, es el cumpita Tuanama, que le envía la "merca" hasta su estancia en la Banda del Shilcayo.


    La "merca"  del cumpita Tuanama.

Moraima recoge el pescado por las inmediaciones del Mercado, acomoda discretamente los paquetes enviados, y luego, enrumba por la carretera hacía Coñumbuque o por Las Brisas junto al puente del Cumbaza. Corre Moraima. Pasa por el distrito de Morales, mastica un chicle, y nuevamente acelera por la aburrida carretera levantando polvo, duerme en esas calles un monumento al heráldico Gallinazo, esa ave negra y rapaz que busca carroña en los basurales, en realidad, el aura: es un homenaje a un ex-alcalde de Morales que le decían Gallinazo. Moraima mira al infinito. Apuesta que los "moralistas" no han leído "Psicología del Gallinazo" de Valdelomar. Sonríe Moraima, mientras pasa veloz, y al fondo avanzan un conjunto de nubes. Se apura Moraima, la puede agarrar un ventarrón, o una señora lluvia, o una "tormenta" en el camino,  que le va a fregar la vida.

"Tormenta" en el camino.

El camino polvoriento se va a transformar en barroso. Moraima vuelve a masticar -otro chicle-. Le gusta el pentafónico "Toro barroso" y la movida "Anaconda" de Los Cuervos. Del barro, venimos del barro, lo dice La Biblia. La multiplicación de los peces, es lo único que le interesa a Moraima, ahora que ha bajado la tormenta. Moraima (la muchacha ¡voya!*) piensa entonces en la otra Moraima (madre de Moraima, mujer adorable de Lamas). En la parte trasera de la camioneta, en robustas canastas duermen acomodados los trozos de los paiches, las doncellas, las carachamas y los bagres.



Músicos de Lamas tocando Anaconda.


Moraima, mujer de Lamas.

Moraima canta -mientras maneja-, y... ha escrito una historia de su propia invención en la parte delantera de su camioneta, que lleva pintada -la moraleja- en tres palabras: Venir, Estar, Irse... Otra mujer viaja -lironda- en su igarité por el río de los peces.

*¡Voya!:  en el habla popular significa ¡Me voy ya!.



Foto: Atardecer en Tarapoto.

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Plano de la ciudad de Tarapoto de Luis Felipe Pozzi Joseph.

Tarde en el Centro de Tarapoto.


Plano topográfico de la ciudad de Tarapoto levantado por Antonio Raimondi - 1865.

http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/detail/RUMSEY~8~1~20621~580025:Plano-topografico-de-la-Ciudad-de-T

DE LAS CASONAS PIURANAS

  En el actual Centro Histórico de Piura que lo conforman el circuito de la Av. Loreto, la Av. Bolognesi, el Malecón Eguiguren, y la Av. San...