Sunday, April 20, 2008

PSICOANÁLISIS DE LA CIUDAD/ POR HÉCTOR VELARDE

PSICOANÁLISIS DE LA CIUDAD 
Héctor Velarde  
 La subconsciencia de una casa de Lima está en el techo mismo de esa casa. La subconsciencia de la ciudad entera está en todos sus techos. Es lo contrario de lo que pasa en los casos normales de psicoanálisis en general. Lo sub de la conciencia, debe estar sub, es decir abajo. Aquí, en Lima, está arriba. En los techos. En Londres, por ejemplo, ciudad tan seria, la subconsciencia está en los sótanos.Lo no consciente pero penetrado se hunde y duerme en la subconsciencia. Entre nosotros se tira al techo donde se ventila, se moja su poquito o se asolea.

                  Los techos de Lima inspirarón el humor literario de Velarde.

Desde que se construye una casa, lo no pensado, lo oculto, lo reflejo, lo que parece no servir, innecesario o inaparente, va directamente al techo. Sobre todo lo sucio. Son grandes plataformas suspendidas y casi siempre inestables donde se acumulan en capas superpuestas toneladas de basura mezclada con objetos como retratos de familia, bacinicas, zapatos viejos, comoditas picadas y bicicletas rotas. Eso se combina con la vida misma de la subconsciencia que se hace presente por medio de pavos cantores, patos bañistas, cuyes asustadizos, gallinas ponedoras, perros bravos, gatos equilibristas, loras habladoras, cabritas quejumbrosas, plantas con flores, arbolitos en macetones y barriadas enteras de totora con braseros de carbón de palo y aparatos de televisión con novelas a todo meter.

Los techos desordenados y multicolores de Lima.  
Como entre la subconsciencia y la inconsciencia no hay sino un poco de torta o, a lo más, algunos ladrillos pasteleros y una que otra teatina, el fenómeno psicoanalítico socio-económico de los techos se enriquece con avisos luminosos más grandes que las casas, tanques de cilindro en batería o de concreto en cascada, casetas de ascensores como trampolines de piscinas olímpicas, chimeneas de todas las industrias, cuartos de servicio pero que son de alquiler, tenderetes napolitanos y playas de estacionamiento con rampa.

Los techos empezan a bajar al nivel redondo de la tierra, los nuevos asentamientos populares limeños. 
El problema de limpiar los techos de Lima es pues un problema de psiquiatras, psiquiatras municipales y urbanistas. Es de felicitarse que lo hayan encarado. Era lo indispensable descargar el peso de esas subconsciencias acumuladas en las alturas y darle más garantías a la población disminuyendo la presión de las inconsciencias explosivas, todo lo cual puede enterrar, dentro de poco, bajo una lluvia apocalíptica froidiana-capitalista, a la capital enferma. ¡Pero qué curación más delicada y difícil! En psicoanálisis se conocen las monstruosidades que afloran en la subconsciencia y las amenazas de la inconsciencia. La limpieza de los techos de Lima puede dejar en libertad esas monstruosidades y desatar la amenaza de lo irracional. La subconsciencia no tiene fondo y la inconsciencia no tiene contenido: las casas pueden quedar vacías y los sesos de la ciudad regados por las calles y confundidos con putrina de anchoveta. ¿La limpieza no podría, quién sabe, hacerse con helicópteros para no turbar demasiado la psiquis de los limeños cuyas azoteas son sus propios cerebros pero patas arriba?  ("Antología Humorística". Lima : Peisa,1973.)

Los libros de Héctor Velarde donde el humor supera los limites "profesioneles" de la arquitectura, el urbanismo y la literatura.

Monday, April 14, 2008

EL SIGLO XXI: ¿FINAL DE LA MODERNIDAD EN LA ARQUITECTURA?/ POR ARMANDO ARTEAGA

EL SIGLO XXI: ¿FINAL DE LA MODERNIDAD EN LA ARQUITECTURA? 


Por Armando Arteaga .


El modernismo se ha definido como la afición excesiva a las cosas nuevas con menosprecio de las cosas antiguas, especialmente en las bellas artes, la literatura y la religión. Lo moderno es lo que ha sucedido recientemente, es lo que se vive en la actualidad o se ha vivido hace poco tiempo. La modernización es dar forma o aspecto nuevo a las cosas antiguas. Lo moderno es una constante en las vanguardias que siempre se opone al orden viejo.
F. L. Wright, miró hacia el naturalismo con gran propórción por las cosas simples.

Frank Lloyd Wright dedica desde sus primeros escritos en “Modern Arquitecture” muchas inquietudes sobre lo moderno en los temas de arquitectura, y aún en “The Living City” su visión emersoniana sigue siendo una postura de apertura modernista. La arquitectura para realizarse necesita del espacio vital, no puede hacerse en el vacío, y la modernidad presume de la “utopía” para proponer acciones nuevas, “provocaciones recientes”. Ya Arnold Husser define las obras de arte como “provocaciones”, y la modernidad fue la provocación más tentadora del nuevo espíritu, su vigencia está en que trae la innovación de la forma y el contenido, o el formalismo visual que analizó Rudolf Arnheim.

The Nathan G. Moore House by Frank Lloyd Wright.

Jaques Derrida aludiendo a la “metáfora arquitectónica” dice que “la cuestión de la arquitectura es de hecho el problema del lugar, de tener lugar en el espacio: “El establecimiento de un lugar que hasta entonces no había existido, y que está de acuerdo con lo que sucederá allí un día: eso es un lugar.”

Le Corbusier miró la nueva realidad del siglo XX, y con la geometria más ortodoxa postuló ir hacia una nueva arquitectura.

La advertencia de Robert Venturi sobre “una arquitectura válida evoca muchos niveles de significados y se centra en muchos puntos: su espacio y sus elementos se pueden leer y funcionan de varias maneras a la vez”, provoca revisar los nuevos significados y los nuevos contenidos para buscar otras interpretaciones, ese vacio advierte la falta de una vigente nueva “crítica” en la arquitectura y para la arquitectura.
No se trata solo de “saber ver la arquitectura” como lo manifestaba Bruno Zevi, se trata de que está (“hacia una nueva arquitectura”) sirva al componente social, y que aporte al proceso histórico del suceso arquitectónico, en “lo nuevo” viene también explicito “lo moderno”. 

Heidi Weber Museum de Le Corbusier, refugio humanitario del encuentro para el arte y la arquitectura.

Venturi reclamaba en su “suave manifiesto a favor de una arquitectura equívoca”: la complejidad y contradicción en la arquitectura, explica su desagrado por la incoherencia y la arbitrariedad de la arquitectura incompetente y las complicaciones rebuscadas del pintoresquismo o el expresionismo. Hablaba de una arquitectura compleja y contradictoria basada en la riqueza y ambigüedad de la “experiencia moderna”, incluyendo “la experimentación” que es intrínseca al arte mismo. En todas partes, dice Venturi, excepto en la arquitectura, las complejidades y las contradicciónes se han reconocido siempre: desde la demostración de Godel, de la incompatibilidad final de las matemáticas al análisis de la poesía “difícil” de T.S. Eliot, y a la definición de las características paradójicas de la pintura de Joseph Albers.  

Nada es excluyente en arquitectura: matemáticas y poesía, no son asuntos contradictorios. Al contrario, debe darse el encuentro vital que muchas veces se manifiesta en las reflexiones del Modulor de Le Corbusier, o en los “cantos” y “teorías” del imaginismo de Ezra Pound. La “modernidad” no ha muerto porque ha llegado la post-modernidad. La postmodernidad es sola una maniobra literaria, no existe. Las vacas que comen flores de Robert Frost y el descubrimiento salvaje de la vitalidad americana que postulara Archibald MacLeish, son parte del augurio de la “modernidad” actual whitmaniana, de esta “moderna” convención sistémica de ideas nuevas para ir hacia la nueva arquitectura

Meis van der Rode profetizó parte de este ¡futuro diferente! que ya pasó: el modernismo... Meis fue otro avanzado geometra pitagorico e integral.  

La modernidad no está en el velatorio de la historia, los modernistas viven todavía en la refrigeradora, esperan congelados para despertar “vigentes” , sobre las cenizas del mediocre post-modernismo actual, tan pintoresco ahora como un sándwich pintado en una vitrina del supermarket.

Mies van der Rohe's Farnsworth House., buscó -tambien- el encuentro con la natruraleza y con cierto ordenamiento lógico geometrico-kantiano de unir las partes con el todo.  

Y, es a este lugar contradictorio del análisis y la proyectacción de los nuevos proyectos que debe enrumbar el nuevo dilema del trabajo actual de los arquitectos que no se sienten representados en la estética de la postmodernidad. A este lugar, vigente y por ahora desolado, de la “otra” nueva arquitectura moderna, y “ultima modernidad” debe acudir también la “nueva” crítica de la arquitectura. Tal vez, visión kantiana a favor de "la crítica de la razón pura" para desarrollar un derecho cosmopolita buscando una hospitalidad universal para la arquitectura contemporanea, aunque algunos de sus "proyectos" son unos verdaderos "mamarachos" que pocos soportan, porque el capitalismo actual trata de imponer lo grotesco como estética. Y, en eso estamos, al divagar en la historia de la arquitectura contemporánea, de acuerdo.  

Del libro: "La modernidad en la arquitectura".

Wednesday, March 26, 2008

ENEMIGO PRINCIPAL, EL ARQUITECTO/ RAFO LEÓN

ENEMIGO PRINCIPAL, EL ARQUITECTO 

El mal gusto y la falta de creatividad han matado 
al maravilloso viejo Miraflores 

Rafo León
Lo último que quisiera es dar de mí la imagen de un pasadista obsesionado por evitar el avance del tiempo. No es la nostalgia un sentimiento que me ocupe de cultivar, por la sencilla razón de que las cosas que estuvieron ayer en un lugar, estuvieron ayer, y hoy es otro día. El recuerdo es un hilo insuficientemente fuerte como para sostener las presiones de la realidad, además que distorsiona y subjetiviza las cosas y aunque nadie me lo quiera creer, me gusta cuando los pies están bien plantados sobre la cruda. Valga este prolegómeno para escribir lo que hoy quiero decir: la destrucción del viejo Miraflores ya cumplió con su objetivo, ya se tiró abajo los últimos ranchos finiseculares que quedaban en pie, y con ellos se ha arrasado con un bien patrimonial no solo de primer orden, sino que perfectamente podía haberse adecuado a las exigencias del crecimiento clasemediero de hoy. Bastaba con tener un poco de talento, otro de visión urbanística, su pizca de buen gusto y la intención de darle placer a los vecinos de una importante comunidad limeña. Pero ese Miraflores ya fue. 

Miraflores, Balta, bajada a los baños, con fondo llena de nuevas edificaciones.  

EL REINO DE LA CLASE MEDIA 
La arqueóloga Isabel Flores es la responsable de un interesante estudio sobre la historia de Miraflores, que nos revela cómo esta porción limeña ha sido, casi desde sus orígenes, el hábitat de una clase media muy distinta a la oligarquía que pasó del centro de Lima a San Isidro. Durante la Colonia los actuales Miraflores, Surco y San Boria fueron entregados a los curas mercedarios, mientras que los indios quedaron en los señoríos de Sulco y Huacica. A inicios del XIX los curas comienzan a vender tierras, desatando el proceso de urbanización que años más tarde, en 1857, determinaría que por la densidad de su población (1000 habitantes), Miraflores ya tenía derecho a ser declarado distrito. Domingo Porta y Guillermo Shell (cuyos apellidos llevan dos calles de mi barrio) están entre los artífices de la urbanización miraflorina, que capta en esos tiempos a familias europeas que descubren en su clima, sus huertas, sus jardines y su mar, virtudes que contrastan con lo vetusto del centro de la capital. Gentes nuevas, carentes de coronas y de huachaferías limeñas, que instalan ese espíritu democrático y mesocrático que siempre ha caracterizado a mi distrito.

ARQUITECTURA DE JAZMINES 
En esos tiempos aparecen los ranchos miraflorinos, esas sencillas edificaciones de quincha, generalmente de un solo piso, con sus galerías cubiertas, sus grandes ventanas enmaderadas y su inevitable entramado con las plantas; pues el rancho y el jardín resultaban inseparables, tanto como el maceteroy el sun porche. El terremoto de 1940 acabó con muchos de los ranchos, pero no con todos. La última piedra la han tirado los alcaldes de los recientes treinta años, con la complicidad de los arquitectos, a quienes considero como los grandes culpables de esta pérdida irreparable.

Nuevas moles de concreto: ¿Brutalismo miraflorino puro?. No, negocio de alcaldes , arquitecxtos e ingenieros civiles sin escrupulos.

ARQUITECTOS BRUTOS ANIMALES 
Caminemos por Miraflores: toda la parte vieja del distrito está hoy sobrepoblada de edificios idénticos, ratoneras con su bloqueta de vidrio para que nadie diga que no son modernas, sin ninguna gracia, levantados donde hubo casas en verdad espléndidas. Se acaban de tirar abajo una casa ubicada en la esquina de 28 de Julio y Ocharán, y otra en la misma Ocharán, y allí donde vivían dos familias, zamparán un conjunto de no menos de cincuenta departamentos, si no son cien. Los arquitectos, insensibles, incultos, no fueron capaces siquiera de conservar las rejas exteriores de esas casas. Pudieron haberlas integrado a una concepción moderna que empatara con ciertos símbolos identitarios del distrito. Pero no: mole rectangular, tugurio de balconcitos cojudos, vidrio templado y el reino del mal gusto prepotente. Yo no entiendo qué les enseñan a los arquitectos en las universidades, no sé para qué leen Arkinka y se llenan la boca con terminología huera, si a la hora de enfrentar un buen reto terminan actuando como lustrabotas de los trepones. Acá no hay pasadismo ni nostalgia, solo ganas de vivir con decencia.

Thursday, January 31, 2008

EL JIRÒN DE LA UNIÒN: NALGAS Y PRIAPOS BASUREROS/ ARMANDO ARTEAGA

EL JIRÒN DE LA UNIÒN: NALGAS Y PRIAPOS BASUREROS
Por Armando Arteaga
Una lectura atenta de las imágenes urbanas que nos agreden al realizar un paseo de ida y vuelta por el Ji­rón de la Unión puede llevarnos de inmediato a pensar en lo huachafo que todavía resulta el background callejero de los pe­ruanos. Lo huachafo nos viene desde el perricholismo limeño -del mediocre mundo urbano de la Lima cuadrada de antaño- y de los comienzos titubeantes de la República, por la inseguridad que heredamos del pasado colo­nial. Lo huachafo se nos presenta a manera de costumbrismo criollo y, a mi entender, lo que mejor encarna este "poster" perdido de la insípida forma de vida de aquel entonces, son los persona­jes teatrales de Manuel Ascencio Segura y Felipe Pardo; y más tarde, en la contemporaneidad, son las creaturas de Sebastián Salazar Bondy y Alfredo Bryce Echenique. Los niños Goyitos y los Juan Lucas abundan por do­cenas. A comienzos del siglo xx. los tran­vías invadieron Lima cuadrada, atravesándola e imprimiéndole el vértigo de la velocidad que se hi­zo presente en el rumbo de la ru­tina y la cotidianeidad de los li­meños. Los tiempos del Palais Concert, abundantes en delirios y paraísos perdidos, nos fueron de­jando una ciudad que como un garabato indefinido fue creciendo desordenadamente. Otros barrios empiezan a sobresalir y a denotar atractivos diferentes a los del Cercado y expresan esta expan­sión urbana que casi en nada se diferencia de los tiempos de la Colonia cuando los barrios de in­dios y mulatos fueron segregados especialmente y ubicados en la periferia del perímetro urbano de Lima, como hasta hoy son marginados los pueblos jóvenes del co­no norte y sur. La falta de una ubicación estratégica que ordene el desorden urbano empieza con la primera década del siglo y es hoy uno de los defectos urbanos más saltantes, como la nariz pinocha en el rostro bello de una muchacha, como una cicatriz que jamás se cerrará. Por eso resulta divertido recordar cómo Ana María Cha­gra, mi amiga argentina, para re­ferirse al Barrio Chino -la calle Capón, Chinatown- lo llamase como la calle de los chifas, tra­suntando el significante de la funcionalidad de la calle (los que se ubican en Lima por primera vez interpretan la ciudad por sus contenidos, puesto que es la lectura más inmediata que presenta la morfología urbana de nuestra ciudad). Lima se ha ido diversi­ficando, caotizando y vulgarizán­dose: pero siempre mirando ha­cia el pasado nostálgicamente. Es a partir de los años treinta en que la influencia del American Way Life nos viene a problematizar las relaciones urbanas y el uso del espacio arquitectónico, distorsionándolas e imponiendo "estilos" diferentes y modernos en las fachadas de las casas y los edificios, como cantos de sire­nas a la modernidad, como so­neto barato al concreto y el vi­drio. A este malestar un poeta maldito y surrealista, Cesar Mo­ro, va a llamar a nuestra ciudad: Lima la horrible, y de cuya época impregnada de “extraviada nostalgia” Sebastián Salazar Bondy nos ha dejado una excelente pin­tura literaria al analizar el mito de la “Arcadia Colonial” que prevalece en nuestra su ciudad, en su homónimo ensayo de once capítulos: Lima la horrible. Así el Jirón de la Unión se fue llenando de fenicios y mercaderes que le fueron imprimiendo un ai­re del Lejano Oeste, como esceno­grafía improvisada -no por algo en algunas páginas de Los Geniecillos Dominicales de Julio Ra­món Ribeyro, se dice que el Jirón bien podría servir para filmar un “western” de mala muerte-. Pero el Jirón de la Unión, a su manera, ha seguido siendo una síntesis del Perú, a pesar del rigor de las nue­vas modificaciones espaciales que ha sufrido Lima en las últimas dos décadas: el by-pass, el Centro Comercial Camino Real, sólo pa­ra citar dos casos. La metáfora no ha podido ser abolida. Pienso que un paseo por el Jirón es verdaderamente una ex­quisitez para los ojos atentos de los turistas: avisos de neón en in­glés, francés, italiano, quechua, y muy pocos en castellano. Algu­nos llevan nombres de mujeres como Vannessa, Jossy, y existe una tienda de chucherías -que no sé si es por esa vocación que tienen ciertos peruanos de andar siempre en la joda- que lleva el sugestivo nombre de: Él Pequeño Sendero. El Jirón es una abrevia­tura del nuevo Perú cosmopolita. El feo enlosetado que nos ha re­galado el alcalde Orrego, las ban­cas, las farolas, los municipales, todo se bifurca errátil entre el Jirón y el transeúnte advenedizo. Existen lecturas para freudianos y lacanianos: los ba­sureros azules de plástico son to­do un monumento al priapo, que ya mi tía Teresa puede irse mu­riendo de risa si se diera cuenta de la pornografía arquitectónica que se exhibe en el Jirón, y que tam­bién tiene alucinada a una reverente amiga, estudiante de psicología. Los avisos publicitarios de las tiendas en nada armonizan con las fachadas, y ahora tenemos otros elementos que vienen del mundo de la cocina y traspuestos a las calles: helados, churros, salchipapas, todo al paso...; que si el joven Valdelomar volviese a re­alizar el recorrido matinal sabría que no se equivocó: lo grotesco se impone en el mundo, y el Jirón no es la excepción. Pero hay algo encantador, las limeñas han deci­dido imponer la minifalda, el short, este verano, dándole razón omnisciente al tiempo, mostran­do toda una coquetería que no sé por qué me parece que en nada se diferencia a la coquetería de las tapadas, a pesar de la exhibición del cuerpo bronceado de algunas muchachas que han decidido no sólo exhibir nalgas, ojos, semblante rogué, aire punk, y parloteo literario; pero por la candidez y el dúplice de la imagen, creo que la mujer peruana del Jirón toda­vía no ha descubierto que el cuer­po también es un lenguaje y una arquitectura. (Publicado en El Observador, 03/04/83)

Sunday, December 30, 2007

OBRAJILLO, POSADA DE ARRIEROS/ ARMANDO ARTEAGA

Calle canteña, sierra de Lima.
Iglesia de Obrajillo.
Casa tipica de Obrajillo
Obrajillo, Posada de Arrieros* Por Armando Arteaga
Centro de Canta.
Obrajillo es, sin lugar a dudas, sierra adentro de Lima, mas allá de Canta, el mas adecuado y atractivo ‘hinterland’ andino y cercano (a solo tres horas en auto).En la antigua ruta del trafico de los metales de Cerro de Pasco a Lima y en el desarrollo que tuvo la minería y el arrieraje –situado a orilla del rió Chillón, en una planicie encantadora, la describe monseñor Heraldio Cabrera Huamán– donde esta población prospero. Antiguamente, Obrajillo había sido tambo incaico y luego el obraje que fundo el español Arias y Maldonado le otorgó a este asentamiento rural el beneficio de ser ‘nodo’ comercial y posada de arrieros. La llacta andina se vio de pronto invadida de recientes casas y ‘pascana’ para forasteros, lo que es ahora la nueva población de Obrajillo.
Vivienda Republicana de Obrajillo
Pueblo tragado por dos riós que cargan barro y montes, es lo que recuerdan los más antiguos pobladores. José Ferrando, en su narración ´perfiles de cóndores‘, dibujo a la quebrada de Potura como la fuerza natural que año tras año se llevaba de encuentro el arrabal del pueblo, pero el caserío se sentaba allí otra vez para esperar y desafiar la creciente del agua. La Iglesia de Obrajillo esta edificada en el filo del cause y posee dos campanas de bronce, una grande y otra chica, fechadas en 1845 y1872 con dedicatoria de agradecimiento a San Juan, Patrón de Obrajillo, fecha que bien puede coincidir con los embates fieros de los huaycos del Potura.

Se mantienen todavia parte de la arquitectura rural en Obrajillo.

El pueblo actual de Obrajillo es un regazo. Hasta allí llegan los excursionistas limeños que huyen del frió e invierno. Las calles y las viviendas nos advierten un pueblo ancestral por donde se vuelve con la imaginación al pasado. Construcciones en adobe, tapial y pirca, techos a dos aguas de tejas y en algunas viviendas aun es posible detectar una calamina especial traída de España que se difunde por ligeras y diáfanas vertientes sobre las manchas azules del cielo serrano. Paredes ocres y tostada tierra desparraman sobre el paisaje una arquitectura de masas y volúmenes, sobre sombras que modulan imaginarios espacios con los blancos rayos del sol de las tardes de esa parte del valle canteño.

Volumenes arquitectònicos de adobes.

Obrajillo debe ser declarado monumento histórico nacional, no solo por las construcciones preincaicas e incaicas (arquitectura domestica Ataviíllos) y republicanas actuales, sino porque en algunas de estas casonas y potreros aun esta la huella del retiro de los balcones (para uso como leña) por parte del ejercito invasor chileno, manchas de incendios provocados, y del cuartel de honor de los montoneros de Cáceres.

Balcones de Obrajillo.

Quien haya estado por Obrajillo sabe de las bondades que otorga esa comunidad a los visitantes, lo que es sentarse al sol del ande abierto al cielo serrano. No por nada Julio Ramón Ribeyro ha dicho de Obrajillo que es uno de los lugares más bellos del mundo.

El discreto encanto de Obrajilloa, sus viviendas rurales.

(Publicado ene. Diario Expreso, Jueves 13 de Octubre de 1988). *Publicado en el libro “Canta y sus encantos en setiembre”. Editorial San Marcos , 2004.

Tambo inca con arquitectura mestiza en Obrajillo.

NI UN CARACHO, PARA CAMACHO/ ARMANDO ARTEAGA

NI UN CARACHO,
PARA CAMACHO

Por Armando Arteaga

Al borde de la carretera de Canta hacia Obrajillo, una casa pintoresca y avisada bajo el nombre de Villa Aurora llama la atención de los despistados viajeros y caminantes, que suelen observar con cierta admiración el espécimen arquitectónico de adobes, rodeados por la bucólica chacra sembrada siempre por Filiberto Camacho Alvarado, ciudadano peruano olvidado, el poeta labriego, que así reza el sello de su Mensaje de formación Real, tres hojas pragmáticas editadas a mimeógrafo, el sumario de su prosapia campesina. Camacho tiene actualmente 87 primaveras y quiere vivir hasta los 99 y medio años. Me dice que nunca, o casi muy poco, ha utilizado dinero para comprar cosas. Ha vivido truequeando todo para sobrevivir.

De las tantas veces que hemos conversado, nos hemos hecho amigos. Siempre que he pasado de paseo, trabajo o estudio, a Canta y a Obrajillo, lo he visitado para intercambiar parrafeadas. La última vez que lo he visto -hace unas semanas-, me recibió con uno de sus pizarrines (o moralejas) Si tomas mucha viada, ten cuidado en la parada. Iba apurado ese día. Y el tiempo andino es de otra magnitud al de nuestras exigencias urbanas. Allí también, en el reloj de lo eterno, existen contradicciones.

Sentado en su amplio poyo familiar del patio de su casa, construida adobe tras adobe con sus propias manos, este arquitecto espontáneo de su destino se queja del olvido hasta de sus propios vecinos, mientras desgrana los minutos del choclo de la tarde en Canta. Observo, en silencio, su comprensible amargura, su estoica manera de mirar el mundo. Su hablar, su percepción, respiran un discreto encanto.

Filiberto Camacho es algo así como un Pedro Nadie de la canción del argentino Piero, pero no va con rodeos, estigmatiza con un toque mágico su presencia que se perfila en sus gestos, en los muebles rústicos de su casa en toda la atmósfera que ha impuesto a la obra de su vida. No acepta las compasión que un visitante urbano pueda tener ante su acción. Filiberto Camacho deja de desgranar los minutos de la tibia tarde canteña, que vive afuera un bullicio de fiesta, que despreocupa a este viejo amauta, hombre sencillo, y de gran sabiduría popular, de nuestro entrañable país.

(Publicado en el Diario Expreso, Jueves, 07 de Noviembre de 1991).

DE LAS CASONAS PIURANAS

  En el actual Centro Histórico de Piura que lo conforman el circuito de la Av. Loreto, la Av. Bolognesi, el Malecón Eguiguren, y la Av. San...