Friday, June 15, 2012

Carta de Atenas / Por Le Corbusier

Carta de Atenas
 

Por Le Corbusier.

Designer - Le Corbusier 


Manifiesto urbanístico redactado en el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) celebrado a bordo del Patris II en 1933 en la ruta Marsella-Atenas-Marsella (el congreso no había podido celebrarse en Moscú por problemas con los organizadores soviéticos) siendo publicado en 1942 por Le Corbusier



LA CIUDAD Y SU REGIÓN
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La ciudad no es más que una parte del conjunto económico, social y político que constituye la región.

La unidad administrativa raramente coincide con la unidad geográfica, esto es, con la región. La delimitación territorial administrativa de las ciudades fue arbitraria desde el principio o ha pasado a serlo posteriormente, cuando la aglomeración principal, a consecuencia de su crecimiento ha llegado a alcanzar a otros municipios, englobándolos a continuación, dentro de sí misma. Esta delimitación artificial se opone a una buena administración del nuevo conjunto. Pues, efectivamente, algunos municipios suburbanos han adquirido inesperadamente un valor, positivo o negativo, imprevisible, ya sea por convertirse en barrios residenciales de lujo, ya por instalarse en ellos centros industriales intensos, ya por reunir a poblaciones obreras miserables. Los límites administrativos que compartimentan el complejo urbano se convierten entonces en algo paralizador. Una aglomeración constituye el núcleo vital de una extensión geográfica cuyo límite está constituido únicamente por la zona de influencia de otra aglomeración. Sus condiciones vitales están determinadas por las vías de comunicación que permiten realizar los necesarios intercambios y que la vinculan íntimamente a su zona particular. No se puede considerar un problema urbanístico más que remitiéndose constantemente a los elementos constitutivos de la región y principalmente a su geografía, que está llamada a desempeñar en esta cuestión un papel determinante: las divisorias de aguas y los montes vecinos dibujan un contorno natural que confirman las vías de circulación inscritas naturalmente en el suelo. No es posible emprender acción alguna si no se ajusta al destino armonioso de la región. El plan de la ciudad no es más que uno de los elementos de este todo que constituye el plan regional.
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Yuxtapuestos a lo económico, a lo social y a lo político, los valores de orden psicológico y fisiológico ligados a la persona humana introducen en el debate preocupaciones de orden individual y de orden colectivo. La vida solamente se despliega en la medida en que concuerdan los dos principios contradictorios que rigen la personalidad humana: el individual y el colectivo.
Aislado, el hombre se siente desarmado; por eso se vincula espontáneamente a un grupo. Abandonado a sus propias fuerzas, sólo construiría su choza y llevaría, en la inseguridad, una vida de peligros y fatigas agravados por todas las angustias de la soledad. Incorporado al grupo, siente pesar sobre él la coerción de una disciplina inevitable, pero en cambio se encuentra seguro, en cierta medida frente a la violencia, la enfermedad y el, hambre; puede pensar en mejorar su casa y también satisfacer su profunda necesidad de vida social. El hombre, convertido en elemento constituyente de una sociedad que le sostiene, colabora directa o indirectamente en las mil empresas que aseguran su vida física y desarrollan su vida espiritual. Sus iniciativas se tornan más fecundas, y su libertad, mejor defendida, sólo se detiene donde podría amenazar a la de otro. Si las empresas del grupo son acertadas, la vida del individuo se ensancha y se ennoblece por ello. Pero si predominan la pereza, la necedad y el egoísmo, el grupo, presa de anemia y de desorden, sólo proporciona rivalidades, odio y desencanto a cada uno de sus miembros. Un plan es acertado cuando permite una colaboración fecunda procurando el máximo de libertad individual. Resplandor de la persona en el marco del civismo.
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Estas constantes psicológicas y biológicas experimentarán la influencia del medio: situación geográfica y topográfica, situación economica, y situación política. En primer lugar, la situación geográfica y topográfica, la índole de los elementos, agua y tierra, la naturaleza, el suelo, el clima...
La geografía y la topografía desempeñan un papel de considerable importancia en el destino de los hombres. No hay que olvidar jamás que el sol domina, imponiendo su ley, todo empeño que tenga por objeto la salvaguarda del ser humano. Llanuras, colinas y montañas contribuyen también a modelar una sensibilidad y a determinar una mentalidad. Si el montañés desciende gustoso hacia la llanura, el hombre del llano rara vez remonta los valles y difícilmente cruza los collados. Son las crestas de los montes las que han delimitado las zonas de agrupamiento, donde, poco a poco, reunidos por costumbres y usos comunes, unos hombres se han constituido en poblaciones. La proporción de los elementos tierra y agua, ya sea que actúe en superficie, contraponiendo las regiones lacustres o fluviales a las extensiones de estepas, ya sea que se exprese en espesura, dando aquí pastos grasos y allá landas o desiertos, modela, a su vez, unas actitudes mentales que quedarán inscritas en las empresas y hallarán expresión en la casa, en el pueblo o en la ciudad. Según la incidencia del sol sobre la curva meridiana, las estaciones se empujan brutalmente o se suceden en una transición imperceptible, y aunque la Tierra , en su continua redondez, de parcela en parcela, ignora las rupturas, surgen innumerables combinaciones, cada una de las cuales tiene sus particulares caracteres. Por último, las razas, con sus variadas religiones o filosofías, multiplican la diversidad de las empresas humanas, proponiendo cada una de ellas su personal manera de ver y su personal razón de vivir.
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En segundo lugar, la situación económica. Los recursos de la región, contactos naturales o artificiales con el exterior...
La situación económica, riqueza o pobreza, es uno de los grandes resortes de la vida, y determina el movimiento hacia el progreso o hacia la regresión. Desempeña el papel de un motor que, según la fuerza de sus pulsaciones, introduce la prodigalidad, aconseja la prudencia o impone la sobriedad; la situación económica condiciona las variaciones que dibujan la historia del pueblo, de la ciudad o del país. La ciudad circundada por una región cubierta de cultivos tiene él avituallamiento asegurado. La que dispone de un subsuelo precioso se enriquece con materias que podrán servirle de moneda de cambio, sobre todo si está dotada de una red de circulación suficientemente abundante que le permita entrar en contacto útil con sus vecinos, próximos o lejanos. Aunque la tensión del resorte económico depende en parte de circunstancias invariables, puede ser modificada a cada instante por la aparición de fuerzas imprevistas, a las cuales el azar o la iniciativa humana pueden convertir en productivas o dejar que sean inoperantes. Ni las riquezas latentes, que es necesario querer explotar, ni la energía individual, tienen un carácter absoluto. Todo es movimiento, y lo económico, en fin de cuentas, no es más que un valor momentáneo.
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En tercer lugar, la situación política; sistema administrativo.
Es éste un fenómeno más variable que cualquier otro; es signo de la vitalidad del país, expresión de una sabiduría que alcanza su apogeo o que llega a la decadencia... Si la política es por naturaleza esencialmente móvil, su fruto, el sistema administrativo, posee, en cambio, una estabilidad natural que le permite una permanencia en el tiempo más dilatada y que no se presta a modificaciones excesivamente frecuentes. Siendo expresión de la política móvil, su perduración queda, en cambio, asegurada por su propia naturaleza y por la fuerza misma de las cosas. Se trata de un sistema que, dentro de límites bastante poco flexibles, rige uniformemente el territorio y la sociedad, les impone sus reglamentaciones y, al actuar regularmente sobre todas las palancas de mando, determina modalidades de acción uniformes en el conjunto del país. Este marco, económico y político, aun en el caso de que su valor haya sido confirmado por el uso durante algún tiempo, puede ser alterado en cualquier momento, ya sea en una de sus partes o en su conjunto. A veces, basta un descubrimiento científico para suscitar la ruptura del equilibrio, para hacer que se manifieste el desacuerdo entre el sistema administrativo de ayer y las imperiosas realidades de hoy. A veces ocurre que algunas comunidades, que han sabido renovar su marco particular, resultan ahogadas por el marco general del país. Este último, por su parte, puede experimentar directamente el asalto de las grandes corrientes mundiales. Ningún marco administrativo puede aspirar a la inmutabilidad.
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Ciertas circunstancias particulares han determinado los caracteres de la ciudad a lo largo de la historia: la defensa militar, los descubrimientos científicos, las sucesivas administraciones, el desarrollo progresivo de las comunicaciones y de los medios de transporte (rutas terrestres, fluviales o marítimas, ferrocarriles y rutas aéreas).
La historia se halla inscrita en los trazados y en las arquitecturas de las ciudades. Lo que subsiste de los primeros constituye el hilo conductor que, junto con los textos y documentos gráficos, permite representar las sucesivas imágenes del pasado. Los móviles que dieron nacimiento a las ciudades fueron de diversa naturaleza. A veces era el valor defensivo. Y la cumbre de un peñasco o el meandro de un río contemplaban el nacimiento de un burgo fortificado. A veces era el cruce de dos caminos lo que determinaba el emplazamento de la primera fundación. La forma de la ciudad era incierta, casi siempre de perímetro circular o semicírculo. Cuando se trataba de una villa de colonización, se organizaba como un campamento, según unos ejes que se cortaban formando ángulo recto, y estaba rodeada de empalizadas rectilíneas. En ella todo se ordenaba según la proporción, la jerarquía y la conveniencia. Los caminos se alejaban de las puertas del recinto y seguían oblicuamente hacia objetivos lejanos. En el dibujo de las ciudades se advierte todavía el primer núcleo apretado del burgo, los sucesivos cinturones y el trazado de caminos divergentes. Allí se apretujaban los hombres, que encontraban, según su grado de civilización, una dosis variable de bienestar. En un lugar, unas reglas profundamente humanas dictaban la elección de los dispositivos; en otro, coerciones arbitrarias daban a luz flagrantes injusticias. Llegó la hora del maquinismo. A una medida milenaria que hubiera podido creerse inmutable, la velocidad del paso humano, vino a añadirse otra medida, en plena evolución: la velocidad de los vehículos mecánicos.
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Las razones que presiden el desarrollo de las ciudades están, pues, sometidas a cambios continuos.
Crecimiento o decrecimiento de una población, prosperidad o decadencia de la ciudad, rotura de recintos que resultaban ya sofocantes, nuevos medios de comunicación que ampliaban la zona de intercambios, beneficios o desgracias de la política adoptada o de aquella cuyas consecuencias se padecen, aparición del maquinismo, todo ello no es más que movimiento. A medida que pasa el tiempo, en el patrimonio del grupo, sea éste una ciudad, un país o la humanidad entera, se van inscribiendo nuevos valores; con todo la vejez alcanza un día a todo conjunto de construcciones o de caminos. La muerte no sólo les llega a los seres vivos, sino también a sus obras. ¿Quién decidirá lo que debe subsistir y lo que ha de desaparecer? El espíritu de la ciudad se ha formado en el curso de los años; simples edificaciones han cobrado un valor eterno en la medida en que simbolizan el alma colectiva; son la osamenta de una tradición que, sin pretender limitar la amplitud de los progresos futuros, condiciona la formación del individuo tanto como el clima, la co marca, la raza o la costumbre. La ciudad, por ser una «patria chica», lleva en sí un valor moral que pesa y que se halla indisolublemente unido a ella.
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El advenimiento de la era del maquinismo ha provocado inmensas perturbaciones en el comportamiento de los hombres, en su distribución sobre la tierra y en sus actividades mismas; movimiento irrefrenado de concentración en las ciudades al amparo de las velocidades mecánicas; evolución brutal y universal sin precedentes en la historia. El caos ha hecho su entrada en las ciudades.
El empleo de la máquina ha transformado por completo las condiciones del trabajo. Ha roto un equilibrio milenario asestando un golpe mortal al artesonado vaciando los campos, engrosando las ciudades y, al echar a perder armonías seculares, perturbando las relaciones naturales que existían entre el hogar y los lugares de trabajo. Un ritmo furioso, unido a una desalentadora precariedad, desorganiza las condiciones de la vida al oponerse a la conformidad de las necesidades fundamentales. Las viviendas abrigan mal a las familias, corrompen su vida íntima; y el desconocimiento de las necesidades vitales, tanto físicas como morales, da fruto envenenado: enfermedad, decadencia, rebelión. El mal es universal; se expresa, en las ciudades, por un hacinamiento que las hace presa del desorden, y, en el campo, por el abandono de numerosas tierras.
SEGUNDA PARTE
ESTADO ACTUAL DE LAS CIUDADES. CRíTlCAS Y REMEDIOS
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En el interior del núcleo histórico de las ciudades, así como en determinadas zonas de expansión industrial del siglo XIX, la población es demasiado densa (se llega a sumar hasta mil e incluso mil quinientos habitantes por hectárea).
La densidad, relación entre las cifras de la población y la superficie que ésta ocupa, puede mortificarse totalmente por la altura de las edificaciones. Hasta el presente, sin embargo, la técnica de la construcción había limitado la altura de las casas aproximadamente a los seis pisos. La densidad admisible para las construcciones de esta naturaleza es de 250 a 300 habitantes por hectárea. Cuando esta densidad alcanza, como ocurre en numerosos barrios, 600, 800 e incluso 1.000 habitantes, entonces se trata de tugurios, caracterizados por los siguientes signos: 1. Insuficiencia de la superficie habitable por persona; 2. Mediocridad de las aperturas al exterior; 3. Falta de sol (orientación al norte o consecuencias de la sombra que cae en la calle o en el patio); 4. Vetustez y presencia permanente de gérmenes mórbidos (tuberculosis); 5. Ausensia o insuficiencia de instalaciones sanitarias; 6. Promiscuidad debida a la disposición interior de la vivienda, a la mala ordenación del inmueble o a la presencia de vecindades molestas. El núcleo de las ciudades antiguas, bajo la coerción de los cinturones militares, generalmente estaba lleno de construcciones apretadas y privado de espacio. En compensación, con todo, pasada la puerta del recinto, eran inmediatamente accesibles los espacios verdes que daban lugar, cerca, a un aire de calidad. En el curso de los siglos, se añadieron anillos urbanos, sustituyendo la vegetación por la piedra y destruyendo las superficies verdes, los pulmones de la ciudad. En estas condiciones, las grandes densidades de población significan el malestar y la enfermedad permanentes.
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En los sectores urbanos congestionados, las condiciones de habitabilidad son nefastas por falta de espacio suficiente para el alojamiento, por falta de superficies verdes disponibles y, finalmente, por falta de cuidados de mantenimiento para las edificaciones (explotación basada en la especulación). Estado de cosas agravado todavía más por la presencia de una población con nivel de vida muy bajo, incapaz de adoptar por sí misma medidas defensivas (la mortalidad llega a alcanzar el veinte por ciento).
Lo que constituye el tugurio es el estado interior de la vivienda, pero la miseria de ésta se prolonga en el exterior por la estrechez de las calles sombrías y la carencia total de espacios verdes, creadores de oxígeno, que tan propicios serían para el recreo de los niños. Los gastos empleados en una construcción erigida hace siglos han sido amortizados desde hace mucho tiempo; sin embargo, sigue tolerándose que quien la explota pueda considerarla aún, en forma de vivienda, como una mercancía negociable. Aunque su valor de habitabilidad sea nulo, sigue proporcionando, impunemente y a expensas de la especie, una renta importante. Un carnicero que vendiera carne corrompida sería condenado, pero el código permite imponer alojamientos corrompidos a las poblaciones pobres. En aras al enriquecimiento de unos cuantos egoístas, se tolera que una mortalidad pavorosa y toda clase de enfermedades hagan pesar sobre la colectividad una carga aplastante.
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El crecimiento de la ciudad devora progresivamente las superficies verdes, limítrofes de sus sucesivas periferias. Este alejamiento cada vez mayor de los elementos naturales aumenta en igual medida el desorden de la higiene.
Cuanto más crece la ciudad, menos se respetan las «condiciones naturales». Por «condiciones naturales» se entiende la presencia, en proporción suficiente, de ciertos elementos indispensables para los seres vivos: sol, espacio, vegetación. Un ensanchamiento incontrolado ha privado a las ciudades de estos alimentos fundamentales de orden tanto psicológico como fisiológico. El individuo que pierde contacto con la naturaleza sufre un menoscabo y paga muy caro, con la enfermedad y la decrepitud, una ruptura que debilita su cuerpo y arruina su sensibilidad, corrompida por las alegrías ilusorias de la urbe. En tal orden de ideas, en el curso de los últimos cien años se ha colmado la medida, y no es éste el menor de los males que afligen al mundo en la actualidad.
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Las construcciones destinadas a vivientes se hallan repartidas por la superficie de la ciudad, en contradicción con las necesidades de la higiene.
El primer deber del urbanismo es el de adecuarse a las necesidades fundamentales de los hombres. La salud de cada uno depende, en gran parte, de su sumisión a las «condiciones naturales». El sol, que preside todo proceso de crecimiento, debería penetrar en el interior de cada vivienda para esparcir en ella sus rayos, sin los cuales la vida se marchita. El aire, cuya calidad asegura la presencia de vegetación, debería ser puro, liberado de los gases nocivos y del polvo suspendidos en él. Habría, por último, que distribuir con largueza el espacio. No hay que olvidar que la sensación de espacio es de orden psicofisiológico, y que la estrechez de las calles o la estrangulación de las avenidas crean una atmósfera que es tan malsana para el cuerpo como deprimente para el espíritu. El IV Congreso CIAM, celebrado en Atenas, ha hecho suyo el postulado siguiente: el sol, la vegetación y el espacio son las tres materias primas del urbanismo. La adhesión a este postulado permite juzgar las cosas existentes y apreciar las proposiciones nuevas desde un punto de vista verdaderamente humano.
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Los barrios más densos se hallan en las zonas menos favorecidas (vertientes mal orientadas, sectores invadidos por neblinas o gases industriales, accesibles a las inundaciones, etc.).
Todavía no se ha promulgado legislación alguna para fijar las condiciones de la habitación moderna, condiciones que no solamente deben garantizar la protección de la persona humana sino incluso darle los medios para un perfeccionamiento creciente. Así, el suelo de las ciudades, los barrios de viviendas, los alojamientos se distribuyen, según la ocasión, al azar de los intereses más inesperados y, a veces, más bajos. Un geómetra municipal no vacilará en trazar una calle que privará de sol a millares de viviendas. Ciertos ediles, por desgracia, considerarán natural asignar para la edificación de un barrio obrero una zona descuidada hasta entonces por invadirla las nieblas, porque la humedad es excesiva allí o porque pululan los mosquitos... Se estimará que una vertiente norte, que jamás ha atraído a nadie a causa de su orientación, o que un terreno envenenado por el hollín, la carbonilla o los gases nocivos de una industria, ruidosa a veces, siempre será bueno para instalar en él a esas poblaciones desarraigadas y sin vínculos sólidos a las que se da el nombre de peonaje.
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Las construcciones aireadas (viviendas acomodadas) ocupan las zonas favorecidas, al abrigo de vientos hostiles, con vistas seguras y graciosos desahogos sobre perspectivas paisaiistas: lago, mar, montes, etc., y con abundante exposición al sol.
Las zonas favorecidas están ocupadas generalmente por las residencias de lujo; así se demuestra que las aspiraciones instintivas del hombre le inducen a buscar, siempre que se lo permiten sus medios, unas condiciones de vida y una calidad de bienestar cuyas raíces se hallan en la naturaleza misma.
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Esta distribución parcial de la vivienda está sancionada por el uso y por unas disposiciones municipales que se consideran justificadas: zonificación.
La zonificación es la operación que se realiza sobre un plano urbano con el fin de asignar a cada función y a cada individuo su lugar adecuado. Tiene como base la necesaria discriminación de las diversas actividades humanas, que exigen cada una su espacio particular: locales de vivienda, centros industriales o comerciales, salas o terrenos destinados al esparcimiento. Pero si la fuerza de las cosas diferencia la vivienda rica de la vivienda modesta, ningún derecho hay para violar unas reglas que deberían ser sagradas reservando solamente a los favorecidos por la fortuna el beneficio de las condiciones necesarias para una vida sana y ordenada. Es urgente y necesario modificar determinados usos. Hay que hacer accesible a cada uno, fuera de toda cuestión de dinero, un cierto grado de bienestar mediante una legislación implacable. Hay que prohibir para siempre, por medio de una estricta reglamentación urbana, que familias enteras se vean privadas de luz, de aire y de espacio.
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Las construcciones levantadas a lo largo de las vías de comunicación y en las proximidades de los cruces son perjudiciales para la habitabilidad: ruidos, polvo y gases nocivos.
Si se pretende tener en cuenta esta prohibición, en lo sucesivo deberán asignarse zonas independientes a la habitación y a la circulación. Entonces la casa dejará de estar soldada a la calle a través de la acera. La vivienda se alzará en su propio medio, donde disfrutará de sol, de aire puro y de silencio. La circulación se desdoblará por medio de vías de recorrido lento para uso de los peatones y vías de recorrido rápido para uso de los vehículos. Cada una de estas vías desempeñará su función respectiva,aproximándose a las viviendas sólo ocasionalmente.
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El tradicional alineamiento de las viviendas al borde de las calles sólo garantiza la exposición al sol a una parte mínima de los alojamientos.
El alineamiento tradicional de los inmuebles a lo largo de las calles implica una disposición obligada del volumen edificado. Las calles paralelas u oblicuas dibujan, al entrecruzarse, superficies cuadradas o rectangulares, trapezoidales o triangulares, de diversa capacidad, las cuales, una vez edificadas, constituyen los «bloques». La necesidad de iluminar el centro de estos bloques da nacimiento a patios interiores de variadas dimensiones. Las reglamentaciones municipales, desgraciadamente, dejan a quienes buscan la ganancia la libertad de limitar estos patios a dimensiones verdaderamente escandalosas. Se llega así al triste resultado siguiente: una fachada de cada cuatro, con vistas a la calle o a un patio, está orientada hacia el norte y no conoce el sol, mientras que las otras tres, a consecuencia de la angostura de las calles, de los patios, y de la sombra que de ellos resulta, están igualmente privadas a medias de él. El análisis revela que, en las ciudades, la proporción de las fachadas no soleadas varía entre la mitad y las tres cuartas partes del total. En ciertos casos esta proporción es más desastrosa todavía.
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La distribución de las construcciones de uso colectivo dependientes de la vivienda es arbitraria.
La vivienda proporciona abrigo a la familia, función que constituye por sí sola todo un programa y que plantea un problema cuya solución, que en otros tiempos fue a veces feliz, hoy casi siempre se deja al azar. Pero, fuera de la vivienda, y en sus proximidades, la familia reclama, además, la existencia de instituciones colectivas que sean verdaderas prolongaciones suyas. Se trata de centros de avituallamiento, servicios médicos, guarderías, jardines de infancia y escuelas, a los que hay que añadir las organizaciones intelectuales y deportivas destinadas a proporcionar a los adolescentes ocasión de trabajos o de juegos apropiados para satisfacer las aspiraciones particulares de esta edad, y, para completar los «equipamientos de salud», los terrenos apropiados para la cultura física y el deporte cotidiano de cada uno. El carácter beneficioso de estas instituciones colectivas es obvio, pero las masas todavía no advierten claramente su necesidad. Su realización apenas ha sido esbozada, de la manera más fragmentaria y sin vinculación con las necesidades generales de la vivienda.
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Las escuelas, en particular, se hallan frecuentemente situadas en vías de circulación Y demasiado alejadas de las viviendas.
Las escuelas, limitando aquí el juicio a su programa y a su disposición arquitectónica, se hallan, en general, mal situadas en el interior del complejo urbano. Al estar demasiado lejos de la vivienda, ponen al niño en contacto con los peligros de la calle. Por otra parte, casi siempre sólo se dispensa en ellas la instrucción propiamente dicha, y el niño, antes de los seis años, y el adolescente, cumplidos los trece, se ven privados regularmente de las organizaciones pre-escolares o post-escolares que responderían a las más imperiosas necesidades de su edad. El estado actual y la distribución del terreno edificado se prestan mal a las innovaciones mediante las cuales la infancia y la juventud no solamente quedarían al amparo de numerosos peligros, sino que incluso se las colocaría en las únicas condiciones que permiten una formación seria, capaz de garantizar, junto a la instrucción, un pleno desarrollo tanto físico como moral.
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Los suburbios se ordenan sin plan alguno y sin vinculación normal con la ciudad.
Los suburbios son los descendientes degenerados de los arrabales. El burgo era en otro tiempo una unidad organizada en el interior de un recinto militar. El arrabal, adosado al exterior, construido a lo largo de una vía de acceso, falto de protecciones, era el aliviadero de las poblaciones demasiado numerosas, las cuales debían, de buen grado o por fuerza, adaptarse a su inseguridad. Cuando la creación de un nuevo recinto militar llegaba a encerrar un arrabal en el seno de la ciudad, se dislocaba por vez primera la regla normal de los trazados. La era del maquinismo se caracteriza por el suburbio, terreno sin trazado definido donde se vierten todos los residuos, donde se hacen todas las tentativas, donde a menudo se instala el artesonado más modesto con sus industrias, consideradas provisionales a priori, pero algunas de las cuales experimentarán un crecimiento gigantesco. El suburbio es símbolo a la vez del fracaso y del intento. Es una especie de espuma que bate los muros de la ciudad. En el transcurso de los siglos XIX y XX, la espuma se ha convertido primero en marea y después en inundación. Ha comprometido seriamente el destino de la ciudad y sus posibilidades de crecer según una regla. El suburbio, sede de una población indecisa, destinada a sufrir numerosas miserias, caldo de cultivo de la revuelta, con frecuencia es diez o cien veces más extenso que la ciudad. En ese suburbio enfermo, en el que la función distancia-tiempo plantea una difícil cuestión que está por resolver, hay quien trata de hacer ciudades-jardín. Paraísos ilusorios, solución irracional. El suburbio es un error urbanístico, extendido por todo el universo y que en América se ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Constituye uno de los peores males de la época.
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Se ha tratado de incorporar los suburbios en el ámbito administrativo.
i Demasiado tarde! El suburbio ha sido incorporado tardíamente en el ámbito administrativo. Pues, en toda su amplitud, el código, imprevisor, ha dejado que se establecieran los derechos, por él declarados imprescriptibles, de la propiedad. El detentador de un solar en el que ha surgido una barraca, un cobertizo o un taller sólo puede ser expropiado tras múltiples dificultades. La densidad de la población es muy escasa allí, y el suelo apenas se halla explotado; a pesar de todo, la ciudad está obligada a proporcionar a la extensión de los suburbios los servicios necesarios: carreteras, canalizaciones, medios de comunicación rápidos, alumbrado y limpieza, servicios hospitalarios o escolares, etc. Resulta sorprendente la desproporción entre los gastos ruinosos que tantas obligaciones causan y la escasa contribución que puede aportar a ellos una población dispersa. Cuando interviene la Administración para enderezar lo hecho, tropieza con obstáculos insoportables y se arruina en vano. La Administración debe apoderarse de la gestión del suelo que rodea a la ciudad antes del nacimiento de los suburbios, al objeto de garantizarle los medios necesarios para un desarrollo armonioso.
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A menudo los suburbios no son más que una aglomeración de barracas donde la indispensable viabilidad resulta difícilmente rentable.
Casitas mal construidas, barracas de planchas, cobertizos en los que se mezclan mejor o peor los más imprevistos materiales, dominio de pobres diablos que agitan los remolinos de una vida sin disciplina: eso es el suburbio. Su fealdad y tristeza es la vergüenza de la ciudad a la que rodea. Su miseria, que obliga a malgastar los caudales públicos sin el contrapeso de unos recursos fiscales suficientes, es una carga aplastante para la colectividad. Los suburbios son la sórdida antecámara de las ciudades; aferrados a las grandes vías de acceso por sus callejuelas, hacen que la circulación en ellas sea peligrosa; vistos desde el aire, exhiben a la mirada menos avisada el desorden y la incoherencia de su distribución; atravesados por el ferrocarril, son una desilusión penosa para el viajero atraído por la reputación de la ciudad.
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En lo sucesivo, los barrios de viviendas deben ocupar Ios mejores emplazamientos en el espacio urbano, aprovechando la topografía, teniendo en cuenta el clima y disponiendo de la insolación más favorable y de los espacios verdes oportunos.
Las ciudades, tal como existen hoy, se construyen en condiciones contrarias al bien público y privado. La historia muestra que su creación y su desarrollo tuvieron razones profundas escalonadas a lo largo del tiempo, y que, en el transcurso de los siglos, no solamente han crecido sino que se han renovado; lo han hecho, además, siempre sobre el mismo suelo. La era de la máquina, al modificar brutalmente ciertas condiciones centenarias, las ha conducido al caos. Nuestra tarea actual consiste en arrancarlas del desorden mediante planes en los que se escalonarán en el tiempo los distintos proyectos. El problema del alojamiento, de la vivienda, tiene la primacía sobre todos los demás. A ello hay que reservar los mejores emplazamientos de la ciudad, y si éstos se han echado a perder por la indiferencia o el ánimo de lucro, hay que poner en acción todo lo que sea necesario para recuperarlos. Varios factores deben concurrir a mejorar la vivienda. Hay que buscar simultáneamente las mejores vistas, el aire más salubre teniendo en cuenta los vientos y las brumas, las vertientes mejor orientadas; por último, hay que utilizar las superficies verdes existentes, crearlas si faltan o reconstruirlas si han sido destruidas.
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La determinación de las zonas de habitación debe estar dictada por razones de higiene.
Las leyes de la higiene, universalmente reconocidas, elevan una grave requisitoria contra el estado sanitario de las ciudades. Pero no basta con formular un diagnóstico, ni siquiera con descubrir una solución: también es preciso que las autoridades responsables la impongan. En nombre de la salud pública deberían ser condenados barrios enteros. Los unos, fruto de una especulación precoz, sólo merecen la piqueta; otros, a causa de los recuerdos históricos o de los elementos de valor artístico que encierran, deben ser parcialmente respetados; existen medios para salvar lo que merece ser salvado pese a destruir sin piedad cuanto constituye un peligro. No basta con sanear las viviendas: hay que crear y ordenar, además, sus prolongaciones exteriores, los locales de educación física y diversos terrenos deportivos, señalando de antemano en el plan general los emplazamientos que serán reservados para ello.
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Deben imponerse densidades razonables según las formas de habitación que ofrece la propia naturaleza del terreno.
Las densidades de población de una ciudad deben ser dictadas por las autoridades. Pueden variar según la afectación del suelo urbano y dar, según su número, una ciudad ampliamente extendida o contraída sobre sí misma. Fijar las densidades urbanas es acometer una empresa cargada de consecuencias. Cuando apareció la era de la máquina las ciudades se desarrollaron sin freno ni control. El abandono es la única explicación válida de este crecimiento desmesurado y absolutamente irracional que es una de las causas de su desgracia. Las ciudades, tanto para nacer como para crecer, tienen razones particulares que deben ser estudiadas, llegando a unas previsiones que abarquen cierto espacio de tiempo: cincuenta años, por ejemplo. Podrá operarse así con una determinada cifra de población a la que será preciso darle alojamiento, sabiendo en qué espacio útil; habrá que prever qué relación «tiempo-distancia» le corresponderá cada día; habrá que determinar la superficie y la capacidad necesarias para la realización de este programa de cincuenta años. Cuando se han fijado la cifra de la población y las dimensiones del terreno, queda determinada la «densidad».
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Debe señalarse un número mínimo de horas de exposición al sol para toda vivienda.
La ciencia, al estudiar las radiaciones solares, ha descubierto que son indispensables para la salud humana y también que, en ciertos casos, podrían ser perjudiciales para ella. El sol es el señor de la vida. La medicina ha demostrado que donde no entra el sol, se instala la tuberculosis; exige situar de nuevo al individuo, en la medida de lo posible, en «condiciones naturales». En toda vivienda debe penetrar el sol unas horas al día, incluso durante la estación menos favorecida. La sociedad no tolerará que familias enteras se vean privadas de sol y condenadas por ello a languidecer. Todo plano de edificio en el que una sola vivienda se halle orientada exclusivamente hacia el norte, o privada de sol por las sombras proyectadas sobre ella, será rigurosamente condenado. Hay que exigir de los constructores, un plano que demuestre que durante el solsticio de invierno el sol penetra en todas las viviendas dos horas diarias como mínimo. Sin esto, se negará la licencia de construcción. Introducir el sol es el nuevo y más imperioso deber del arquitecto.
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Debe prohibirse la alineación de las viviendas a lo largo de las vías de comunicación.
Las vías de comunicación, es decir, las calles de nuestras ciudades, tienen distintos fines. Soportan las más distintas cargas deben servir tanto a la marcha de los peatones como al tránsito, entrecortado por detenciones intermitentes, de vehículos rápidos de transporte colectivo, autobuses tranvías, o al tráfico más rápido aún de los camiones o de los automóviles particulares. Las aceras, creadas en la época de los caballos y sólo tras la introducción de las carrozas, para evitar los atropellos, son un remedio irrisorio a partir del momento en que las velocidades mecánicas han introducido en las calles una auténtica amenaza de muerte. La ciudad actual abre las innumerables puertas de sus casas sobre esta amenaza y sus innumerables ventanas a los ruidos, al polvo y a los gases nocivos que son el producto de una circulación mecánica intensa. Semejante estado de cosas exige una modificación radical: hay que separar la velocidad del peatón, de 4 km por hora, y las velocidades mecánicas, de 50 a 100 km por hora. Las viviendas serán alejadas de las velocidades mecánicas, canalizándose éstas por un cauce particular mientras que el peatón dispondrá de caminos directos o de paseos reservados para él.
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Deben tenerse en cuenta los recursos de las técnicas modernas para alzar construcciones elevadas.
Cada época ha empleado para sus construcciones la técnica que le dictaban sus recursos particulares. Hasta el siglo XIX, el arte de construir casas sólo conocía las paredes maestras de piedras, ladrillos o tabiques de madera, y los techos constituidos por vigas de madera. En el siglo XIX, un periodo intermedio utilizó los perfiles metálicos, finalmente llegaron, en el siglo XX, unas construcciones homogéneas, de acero o de cemento armado. Con anterioridad a esta innovación, totalmente revolucionaria en la historia de la edificación de las casas, los constructores no podían levantar un inmueble por encima de los seis pisos. En la actualidad ya no se hallan tan limitados. Las construcciones alcanzan los sesenta y cinco pisos o más. Falta determinar, mediante un examen serio de los problemas urbanos, la altura más conveniente para cada caso particular. En lo que respecta a la vivienda, las razones que postulan en favor de determinada decisión son: la elección de la vista más agradable, la búsqueda del aire más puro y de la más completa exposición al sol, y, por último, la posibilidad de crear en las proximidades inmediatas de la vivienda, las instalaciones colectivas, los locales escolares, los centros asistenciales y los terrenos de juego que serán las prolongaciones de aquélla. Solamente unas construcciones de una cierta altura pueden dar feliz satisfacción a estas legítimas exigencias.
   29
Las construcciones altas, situadas a gran distancia unas de otras, deben liberar el suelo en favor de grandes superficies verdes.
Pero es necesario, además, que esas edificaciones estén situadas a grandes distancias las unas de las otras, pues de otro modo su altura, lejos de constituir una mejora, no haría más que agravar el malestar existente; ése es el gran error cometido en las ciudades de las dos Américas. La construcción de una ciudad no puede abandonarse sin programa a la iniciativa privada. La densidad de su población debe ser lo suficientemente alta para dar validez a la disposición de instalaciones colectivas que sean una prolongación de las viviendas. Fijada esta densidad, se admitirá una cifra de la población presunta que permita calcular la superficie reservada a la ciudad. Decidir acerca del modo en que se efectuará la ocupación del suelo, establecer la relación entre la superficie edificada y los espacios libres o con plantas, repartir el terreno necesario tanto para los alojamientos particulares como para sus diversas prolongaciones, asignar a la ciudad una superficie que no podrá ser superada durante un período determinado, todo ello constituye esa grave operación que queda en manos de la autoridad: la promulgación del «estatuto del suelo». De este modo, en adelante la ciudad se construirá con toda la seguridad, dejándose, dentro de los límites de las reglas fijadas por ese estatuto, libertad completa a la iniciativa particular y a la imaginación del artista.
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Las superficies libres son, en general, insuficientes.
En el interior de algunas ciudades existen todavía superficies libres. Son lo que ha sobrevivido, milagrosamente en nuestra época, de las reservas constituidas en el curso del pasado: parques que rodean moradas señoriales, jardines contiguos a mansiones burguesas, paseos sombreados que ocupan el emplazamiento de un cinturón militar desmantelado. Los dos últimos siglos han devorado con ferocidad estas reservas, auténticos pulmones de la ciudad, cubriéndolos de inmuebles y sustituyendo el césped y los árboles por obras de albañilería. En Otro tiempo, los espacios libres no tenían más razón de ser que el solaz de unos cuantos privilegiados. No había aparecido todavía el punto de vista social que hoy da nuevo sentido a su destino. Los espacios libres pueden ser la prolongación directa o indirecta de las viviendas; directa, si rodean a la residencia misma; indirecta si están concentrados en grandes superficies menos inmediatamente próximas. En ambos casos, su destino será el mismo: ser la sede de las actividades colectivas de la juventud y proporcionar un terreno favorable para las distracciones, los paseos o los juegos de las horas de descanso.
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Cuando las superficies libres tienen suficiente extensión, a menudo están mal distribuidas y resultan, por ello, poco útiles para la masa de los habitantes.
Cuando las ciudades modernas cuentan con superficies libres de suficiente extensión, éstas se hallan emplazadas en la periferia o en el centro de una zona residencial particularmente lujosa. En el primer caso, alejadas de los lugares de residencia popular, los ciudadanos sólo podrán servirse de ellas los domingos y no tendrán influencia alguna sobre la vida cotidiana, la cual continuará desarrollándose en condiciones lastimosas. En el segundo, quedarán prohibidas de hecho para la multitud, al reducirse su función a la de embellecimiento y sin desempeñar su papel de prolongaciones útiles de la vivienda. Sea como fuere, en este caso, el grave problema de la higiene popular queda sin mejora alguna.
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La ubicación periférica de las superficies libres no se presta al mejoramiento de las condiciones de habitabilidad en las zonas urbanas congestionadas.
El urbanismo está llamado a concebir las reglas necesarias que garanticen a los ciudadanos más condiciones de vida que salvaguarden no solamente su salud física sino incluso su salud moral, y que preserven la alegría de vivir que se deriva de ello. Las horas de trabajo, tan a menudo agotadoras en términos musculares o nerviosos, deben ir seguidas, diariamente, de un número suficiente de horas libres. Estas horas libres, que el maquinismo aumentará infaliblemente, se dedicarán a un reconfortante descanso en medio de elementos naturales. El mantenimiento o la creación de espacios libres son, pues, una necesidad, y constituyen un problema de salud pública para la especie. Es éste un tema que forma parte integrante de los datos del urbanismo, y al que los ediles deberían estar obligados a prestar toda su atención. La justa proporción entre los volúmenes edificados y los espacios libres es la fórmula que, por sí sola, resuelve el problema de la residencia.
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Las raras instalaciones deportivas, en general, a fin de emplazarlas en las proximidades de los usuarios, estaban instaladas provisionalmente en terrenos destinados a futuros barrios de viviendas o industriales. Precariedad y trastornos incesantes.
Algunas asociaciones deportivas, deseosas de utilizar sus períodos semanales de descanso, han encontrado un abrigo provisional en la periferia de las ciudades; su existencia, sin embargo, no reconocida oficialmente, es en general de lo más precario. Cabe clasificar las horas libres o períodos de esparcimiento en tres categorías: diarias, semanales o anuales. Es preciso que las horas libres cotidianas transcurran en las proximidades de la vivienda. Las horas semanales libres permiten las salidas de la ciudad y los desplazamientos regionales. Las horas libres anuales, es decir, las vacaciones, permiten auténticos viajes, fuera de la ciudad y de la región. El problema, así expuesto, implica la creación de reservas verdes: 1) en torno a la vivienda; 2) en la región; 3) en el país.
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Los terrenos que podrían ser destinados a las horas libres semanales se hallan a menudo mal comunicados con la ciudad.
Una vez escogidos los emplazamientos situados en los alrededores inmediatos de la ciudad apropiados para convertirse en centros útiles del tiempo libre semanal, se plantea el problema de los transportes en masa. Es preciso considerar este problema a partir del momento en que se esboza el plan regional; implica el estudio de los diversos medios posibles de comunicación: carreteras, ferrocarriles o vías fluviales.
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En lo sucesivo, todo barrio residencial debe contar con la superficie verde necesaria para la ordenación racional de los juegos y deportes de los niños, de los adolescentes y de los adultos.
Esta decisión sólo surtirá efecto si la sostiene una auténtica legislación: el «estatuto del suelo». Este estatuto deberá poseer la diversidad correspondiente a las necesidades que hay que satisfacer. Así, la densidad de la población, o la relación entre la superficie libre y la superficie edificada, podrán variar según las funciones, el lugar y el clima. Los volúmenes edificados estarán íntimamente amalgamados a las superficies verdes que habrán de rodearlos. Las zonas edificadas y las zonas plantadas se distribuirán teniendo en cuenta que medie un período de tiempo razonable para ir de unas a otras. De cualquier modo, el trazado urbano deberá cambiar de textura: las aglomeraciones tenderán a convertirse en ciudades verdes. Contrariamente a lo que ocurre en las ciudades-jardín, las superficies verdes no estarán compartimentadas en pequeños elementos de uso privado, sino que se consagrarán al desarrollo de las diversas actividades comunes que forman la prolongación de la vivienda. Los cultivos hortícolas, cuya utilidad constituye de hecho el principal argumento en favor de las ciudades-jardín, muy bien podrán tomarse en consideración; a ellos estará destinado cierto porcentaje del suelo disponible, dividido en múltiples parcelas individuales; algunas instalaciones colectivas, sin embargo, como la labranza eventual y el riego, podrán aliviar las fatigas y acrecentar el rendimiento.
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Los islotes insalubres deben ser demolidos y sustituidos por superficies verdes: con ello, los barrios limítrofes resultarán saneados.
Un conocimiento elemental de las principales nociones de la higiene basta para discernir los tugurios y discriminar los islotes claramente insalubres. Estos islotes deberán ser demolidos. Habrá que aprovechar esta circunstancia para sustituirlos por parques, que serán, al menos para los barrios colindantes, el primer paso hacia el camino del saneamiento. Con todo, pudiera ocurrir que alguno de estos islotes ocupara un emplazamiento adecuado para la construcción de determinadas edificaciones indispensables para la vida de la ciudad. En este caso, un urbanismo inteligente sabrá darles el destino que el plan general de la región y el de la ciudad hayan considerado de antemano como el más útil.
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Las nuevas superficies verdes deben asignarse a fines claramente definidos: deben contener parques infantiles, escuelas, centros juveniles o construcciones de uso comunitario, vinculado íntimamente a la vivienda.
Las superficies verdes, que habrán sido íntimamente amalgamadas a los volúmenes edificados y que estarán insertadas en los sectores residenciales, no tendrán como única función el embellecimiento de la ciudad. Deberán desempeñar ante todo un papel útil, y lo que ocupará el césped serán instalaciones de uso colectivo: guarderías, organizaciones pre-escolares o post-escolares, círculos juveniles, centros de solaz intelectual o de cultura física, salas de lectura o de juegos, pistas de carreras o piscinas al aire libre. Serán la prolongación de la vivienda y, como tales, deberán quedar sometidas al «estatuto del suelo».
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Las horas libres semanales deben pasarse en lugares favorablemente preparados: parques, bosques, terrenos deportivos, estadios, playas, etc.
Todavía no se ha previsto nada o casi nada para el tiempo libre semanal. En la región que rodea a la ciudad se reservarán amplios espacios, que serán arreglados y cuyo acceso se facilitará con medios de transporte suficientemente abundantes y cómodos. Aquí no se trata ya de simples céspedes, más o menos arbolados, en torno a la casa, sino de auténticas praderas, de bosques, de playas naturales o artificiales que constituyan una reserva inmensa, cuidadosamente protegida, que ofrecerá al habitante de la ciudad mil ocasiones de actividad sana o de útil esparcimiento. Cada ciudad posee en su periferia lugares capaces de responder a este programa, los cuales, mediante una organización bien estudiada de los medios de comunicación, pasarán a ser fácilmente accesibles.
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Parques, terrenos deportivos, estadios, playas, etc.
Debe fijarse un programa de distracciones en el que quepa toda clase de actividades: el paseo, solitario o en común, disfrutando de la belleza de los parajes; los deportes de todas clases: tenis, baloncesto, fútbol, natación, atletismo; los espectáculos de diversión, los conciertos, el teatro al aire libre, los juegos atléticos y las diversas competiciones. Finalmente, se preverá la existencia de determinadas instalaciones: medios de circulación, que exigen una organización racional; centros de alojamiento, hoteles, albergues o campamentos; por último, y esto no es lo de menor importancia, un suministro de agua potable y el abastecimiento de víveres, que deberá quedar cuidadosamente asegurado en todas partes.
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Deben estimarse los elementos existentes: ríos, bosques, colinas, montañas, valles, lago, mar, etc.
La cuestión de la distancia, gracias al perfeccionamiento de los medios mecánicos de transporte, ya no desempeña aquí un papel fundamental. Vale más escoger bien, aunque haya que ir a buscar lo que se desea un poco más lejos. Se trata no solamente de preservar las bellezas naturales todavía intactas, sino también de reparar los ultrajes que algunas de ellas hayan podido sufrir; por último, la industria humana ha de crear en parte lugares y paisajes según un programa. He aquí otro problema social muy importante cuya responsabilidad queda en manos de los ediles: hallar una contrapartida al trabajo agotador de la semana, convertir el día de descanso en algo realmente vivificador para la salud física y moral; no abandonar a la población a las desgracias múltiples de la calle. Un empleo fecundo de las horas libres forjará una salud y un espíritu verdaderos a los habitantes de las ciudades.
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Los lugares de trabajo ya no se hallan dispuestos racionalmente en el interior del complejo urbano: industria, artesanía, negocios, administración y comercio.
En otro tiempo, la vivienda y el taller, unidos por vínculos estrechos y permanentes, se hallaban próximos el uno del otro. La inesperada expansión del maquinismo ha destruido estas condiciones de armonía; en menos de un siglo, ha transformado la fisonomía de las ciudades, ha roto las tradiciones seculares del artesonado y ha hecho nacer una mano de obra nueva y cambiante. El auge industrial depende esencialmente de los medios de abastecimiento de materias primas y de las facilidades de salida de los productos manufacturados. Las industrias se han volcado literalmente a lo largo de las vías férreas -la innovación del siglo XIX- y a la orilla de las vías fluviales cuyo tráfico multiplicaba la navegación a vapor. Sin embargo, aprovechando las disponibilidades inmediatas en materia de vivienda y abastecimiento de las ciudades existentes, los fundadores de empresas instalaron sus industrias en la ciudad o en sus alrededores, despreciando las calamidades que de ello pudieran derivarse. Situadas en el corazón de barrios residenciales, las fábricas extienden sobre ellos sus polvos y sus ruidos. Instaladas en la periferia, lejos de esos barrios, condenan a los trabajadores a recorrer diariamente largas distancias en condiciones fatigosas de apresuramiento y de aglomeración, haciéndoles perder inútilmente parte de sus horas de descanso. La ruptura con la antigua organización del trabajo ha creado un desorden indecible planteando un problema para el cual hasta el presente sólo se han aportado soluciones para salir del paso. De ello se ha derivado el gran mal de la época actual: el nomadismo de las poblaciones obreras.
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La vinculación entre la habitación y los lugares de trabajo ha dejado de ser normal; impone unos trayectos desmesurados.
Las relaciones normales entre estas dos funciones esenciales de la vida que son habitar y trabajar han quedado rotas. Los arrabales se han llenado de talleres y manufacturas, y la gran industria, que sigue adelante en su desarrollo sin límites, ha sido rechazada afuera, a los suburbios. Al quedar saturada la ciudad, sin que pueda recibir a nuevos habitantes, se ha hecho surgir a toda prisa ciudades suburbanas, vastos y compactos bloques de cajones para alquilar o parcelaciones interminables. La mano de obra intercambiable, en absoluto ligada a la industria por un vínculo estable, ha de soportar por la mañana, al mediodía y por la noche, tanto en invierno como en verano, el perpetuo danzar y el deprimente tumulto de los transportes en común. En estos desordenados desplazamientos se consumen horas enteras.
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Las horas-punta de los transportes acusan un estado crítico.
Los transportes colectivos, trenes suburbanos, autobuses y metros, sólo funcionan realmente en cuatro momentos del día. En las horas-punta, la agitación es allí frenética, y los usuarios pagan caro, de su bolsillo, una organización que les reporta dianamente horas de empujones anadidas a las fatigas del trabajo. La explotación de estos transportes es costosa y minuciosa a la vez; al no bastar para cubrir los gastos las tarifas satisfechas por los usuarios, los transportes se han convertido en una pesada carga pública. Para poner remedio a semejante estado de cosas se han defendido tesis contradictorias: ¿hacer vivir a los transportes o hacer vivir bien a los usuarios de los transportes? Hay que elegir. Lo uno supone la reducción del diámetro de las ciudades y lo otro aumentarlo.
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Debido a la falta de todo programa -crecimiento incontrolado de las ciudades, ausencia de previsiones, especulación del suelo, etcétera-, la industria se instala al azar, sin obedecer a regla alguna.
El suelo de las ciudades y el de las regiones circundantes pertenece casi por entero a particulares. La industria misma se halla en manos de sociedades privadas, sujetas a toda clase de crisis y cuya situación es a veces inestable. No se ha hecho nada para someter a reglas lógicas la expansión industrial; por el contrario, todo se ha abandonado a la improvisación, la cual, aunque a veces favorece al individuo, abruma siempre a la colectividad.
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En las ciudades, las oficinas se han concentrado en centros de negocios. Estos, instalados en los lugares privilegiados de la ciudad, dotados de los medios de circulación más completos, pronto son presa de la especulación. Como se trata de negocios privados, falta la organización útil para su desarrollo natural.
La expansión industrial tiene como consecuencia el aumento de los negocios, de la administración y del comercio privados. En este campo, nada se ha medido ni previsto seriamente. Hay que comprar y vender, crear contactos entre la fábrica y el taller, entre el proveedor y el cliente. Estas transacciones necesitan oficinas. Y estas oficinas son locales que exigen una instalación precisa, delicada, indispensable para el despacho de los negocios. Esos equipos, cuando están aislados, resultan costosos. Todo hace aconsejable un agrupamiento que haría posible las mejores condiciones de funcionamiento para cada uno de ellos: una circulación cómoda, comunicaciones fáciles con el exterior, claridad, silencio, atmósfera de buena calidad, instalaciones de calefacción y refrigeración, centros postales y telefónicos, radio, etc.
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Las distancias entre los lugares de trabajo y las viviendas deben ser reducidas al mínimo.
Esto supone una nueva distribución, según un plan cuidadosamente elaborado, de todos los lugares consagrados al trabajo. La concentración de las industrias en anillos en torno a las grandes ciudades pudo ser, para algunos, una fuente de prosperidad, pero hay que denunciar las lamentables condiciones de vida que se han derivado de ello para las masas. Esta disposición arbitraria ha creado una promiscuidad insoportable. La duración de las idas y venidas no guarda relación alguna con el diario recorrido del sol. Las industrias deben ser trasplantadas a lugares de paso de las materias primas, a lo largo de las vías fluviales y terrestres o de las líneas férreas. Un lugar de paso es un elemento lineal. Las ciudades industriales, en vez de ser concéntricas, pasarán a ser lineales.
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Los sectores industriales deben ser independientes de los sectores de habitación; unos y otros deben estar separados por una zona verde.
La ciudad industrial se extenderá a lo largo del canal, de la carretera o de la vía férrea, o, mejor aún, a lo largo de estas tres vías conjugadas. Al ser lineal y no ya anular, podrá alinear, a medida que se desarrolle, su propio sector de viviendas que será paralelo a ella. Una zona verde separará este último sector de las edificaciones industriales. La vivienda, localizada en lo sucesivo en pleno campo, quedará totalmente protegida de los ruidos y el polvo, pese a hallarse en unas condiciones de proximidad que suprimirán los largos recorridos diarios; volverá a ser un organismo familiar normal. Al recuperarse de este modo las «condiciones naturales», se contribuirá a que cese el nomadismo de las poblaciones obreras. Se dispondrá de tres tipos de vivienda, a elección de los habitantes: la casa individual de ciudad-jardín, la casa individual acompañada de una pequeña explotación rural, y, por último, el inmueble colectivo, provisto de todos los servicios necesarios para el bienestar de sus ocupantes.
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Las zonas industriales deben hallarse junto al ferrocarril, el canal y la carretera.
La velocidad, totalmente inédita, de los transportes mecánicos, que utilizan ya sea la, carretera, el ferrocarril, el río o el canal, necesita de la creación de nuevas vías o de la transformación de las ya existentes. Se trata de un programa de coordinación que, debe tener en cuenta la nueva distribución de los establecimientos industriales y de las viviendas obreras que acompañan a éstos.
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La artesanía, íntimamente vinculada a la vida urbana, de la que procede directamente, debe poder ocupar lugares claramente determinados en el interior de la ciudad.
La artesanía, por su naturaleza, difiere de la industria y exige disposiciones apropiadas. Emana directamente del potencial acumulado en los centros urbanos. La artesanía del libro, de la joyería, del vestido o de la moda halla en la concentración intelectual de la ciudad la excitación creadora que necesita. Se trata aquí de actividades esencialmente urbanas, cuyos lugares de trabajo podrán estar situados en los puntos más intensos de la ciudad.
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El centro de negocios, dedicado a la administración privada o pública, debe contar con buenas comunicaciones con los barrios de viviendas, al igual que con las industrias o la artesanía que ha quedado en la ciudad o en sus proximidades.
Los negocios han cobrado una importancia tan grande que la elección del emplazamiento urbano reservado para ellos exige un estudio muy particular. El centro de negocios debe hallarse en la confluencia de las vías de circulación que enlazan con los sectores de vivienda, los sectores industriales y artesanos, la administración pública, algunos hoteles y las diversas estaciones (ferroviarias, de carreteras, marítima y aérea).
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La actual red de vías urbanas es un conjunto de ramificaciones desarrolladas en torno a las grandes vías de comunicación. Estas últimas se remontan en el tiempo, en Europa, mucho más allá de la Edad Media , y a veces, incluso, de la antigüedad.
Algunas ciudades militares o coloniales se han beneficiado desde su nacimiento de un plan ordenado. Primero se trazó un recinto, de forma regular; en él desembocaban las grandes vías de comunicación. La disposición interior era de una útil regularidad. Otras ciudades, más numerosas, han nacido en la intersección o en el punto de unión de varios caminos radiales a partir de un centro común. Estas vías de comunicación se hallan íntimamente ligadas a la topografía de la región, que, a menudo, les impone un trazado sinuoso. Las primeras casas se instalaron al borde del camino, y así nacieron calles principales a partir de las cuales se ramificaron en el curso del crecimiento de la ciudad mediante arterias secundarias cada vez más numerosas. Las calles principales siempre han sido hijas de la geografía; muchas de ellas han sido reordenadas y rectificadas, pero a pesar de todo conservarán siempre su determinismo fundamental.
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Las grandes vías de comunicación fueron concebidas para el tránsito de peatones o de, carruajes; hoy no responden ya a los medios mecánicos de transporte.
Las ciudades antiguas se hallaban rodeadas de murallas por razones de seguridad. Por tanto, no podían extenderse a medida, que aumentaba su población. Había que, obrar con economía para que el terreno proporcionara la máxima superficie habitable. Esto explica esa disposición de calles y callejas estrechas, que permitían el mayor número posible de puertas de acceso a las viviendas. Esta organización de las ciudades tuvo como consecuencia, además, ese sistema de bloques cortados a pico sobre las calles, de donde tomaban luz, y agujereados, con el mismo fin, por patios interiores. Más tarde, cuando se ampliaron los recintos fortificados, las calles y callejas se prolongaron en avenidas y paseos más allá del núcleo inicial que conservaba su estructura primitiva. Este sistema de construcción, que no responde ya desde hace tiempo a necesidad alguna, tiene todavía fuerza de ley. Se trata siempre del bloque edificado, subproducto directo de la red viaria. Sus fachadas dan a calles o a patios interiores más o menos estrechos. La red circulatoria que lo encierra posee dimensiones e intersecciones múltiples. Esta red, prevista para tiempos diferentes, no ha podido adaptarse a las velocidades nuevas de los vehículos mecánicos.
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Las dimensiones de las calles, inadecuadas para el futuro, se oponen a la utilización den las nuevas velocidades mecánicas y a la expansión regular de la ciudad.
El problema queda planteado por la imposibilidad de conciliar las velocidades naturales, la del peatón o la del caballo, con las velocidades mecánicas de los automóviles, tranvías, camiones o autobuses. La mezcla de ambas velocidades es fuente de mil conflictos. El peatón circula en perpetua inseguridad, mientras que los vehículos mecánicos, obligados a frenar constantemente, quedan paralizados, lo cual no les impide ser ocasión de un peligro de muerte permanente.
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Las distancias entre los cruces de las calles son demasiado pequeñas.
Antes de alcanzar su régimen normal, los vehículos mecánicos experimentan la necesidad de la puesta en marcha y de la aceleración gradual. No puede producirse brutalmente el frenazo sin ocasionar un rápido desgaste de los principales órganos del vehículo. Habría que prever, por tanto, una unidad de longitud razonable entre el punto de arranque y aquel en el cual será necesario hacer uso del freno. Los cruces actuales, situados a 100, 50, 200 o incluso 10 metros de distancia los unos de los otros, no resultan convenientes para la buena marcha de los vehículos mecánicos. Deberían estar separados por espacios de 200 a 400 metros.
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La anchura de las calles es insuficiente. El intento de ensancharlas resulta a menudo una operación costosa y, además, ineficaz.
No hay una anchura-tipo uniforme para las calles. Todo depende de su tráfico, medido según el número y la naturaleza de los vehículos. Las antiguas calles principales, impuestas por la topografía y la geografía desde el comienzo de la ciudad y que constituyen el tronco de la innumerable ramificación de las calles, han conservado casi siempre un tráfico intenso. Generalmente, son demasiado estrechas, pero su ensanchamiento no representa siempre una solución fácil ni siquiera eficaz. Es preciso plantearse el problema mucho más radicalmente.
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Ante las velocidades mecánicas, la red da calles muestra ser irracional, carente de exactitud, de flexibilidad, de diversidad, de adecuación.
La circulación moderna es una operación muy compleja. Las calles, destinadas a usos múltiples, deben permitir a la vez ir de extremo a extremo a los automóviles, ir de extremo a extremo a los peatones, recorrer los itinerarios prescritos a los tranvías y autobuses, ir de los centros de aprovisionamiento a lugares de distribución infinitamente variados a los camiones o atravesar la ciudad simplemente de paso a ciertos vehículos. Cada una de estas actividades exigiría una pista particular, acondicionada para satisfacer unas necesidades claramente caracterizadas. Por tanto, es necesario dedicarse a un estudio profundo de la cuestión, considerar su estado actual y buscar soluciones que respondan verdaderamente a unas necesidades estrictamente definidas.
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Los trazados suntuarios, con finalidad representativa, han podido o pueden constituir graves dificultades para la circulación.
Lo que resultaba admisible, o incluso admirable, en la época de los peatones y de las carrozas puede haberse convertido, en la actualidad, en una fuente constante de dificultades. Ciertas avenidas, concebidas al objeto de proporcionar una perspectiva grandiosa, coronada por un monumento o por un edificio, son, hoy en día, una causa de embotellamientos, de retrasos y acaso de peligro. Estas composiciones de orden arquitectónico deberían ser preservadas de la invasión de los vehículos mecánicos, para los cuales no están hechas, y de la velocidad, a la que jamás podrán adaptarse. La circulación se ha convertido hoy en una función primordial de la vida urbana. Exige un programa cuidadosamente estudiado que sepa prever todo lo necesario para regularizar la afluencia, crear los aliviaderos indispensables y llegar así a suprimir los embotellamientos y el malestar constante de que son causa.
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En numerosos casos, la red ferroviaria se ha convertido, con la extensión de la ciudad, en un obstáculo grave para la urbanización. Esta red encierra barrios de viviendas, privándolos de contactos útiles con los elementos vitales de la ciudad.
También aquí el tiempo ha transcurrido demasiado deprisa. Los ferrocarriles fueron construidos con anterioridad a la prodigiosa expansión industrial que ellos mismo provocaron. Al penetrar en las ciudades, seccionan arbitrariamente zonas enteras. No se atraviesa la vía férrea; ésta aísla a sectores que, habiéndose cubierto poco a de viviendas, han llegado a verse privados de unos contactos que les son indispensables. En algunas ciudades la situación es grave para la economía general, y el urbanismo está llamado a considerar la reordenación y el desplazamiento de algunas redes de modo que se adapten a la armonía de un plan general.
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A partir de estadísticas rigurosas, deben realizarse análisis útiles del conjunto de la circulación en la ciudad y en su región, trabajo que revelará cuáles son los cauces de circulación así como el carácter del tráfico.
La circulación es una función vital; su estado actual debe expresarse por medio de gráficos. Entonces aparecerán claramente las causas determinantes y las consecuencias de sus diferentes intensidades, y será más fácil discernir cuáles son los puntos críticos. Solamente una visión clara de situación permitirá lograr dos progresos indispensables: asignar un destino preciso a cada una de las vías de circulación, consistente en dar paso a peatones, a automóviles, a los camiones de gran tonelaje o a los vehículos de paso; a continuación, dotar a estas vías, según el papel que les haya sido asignado, de dimensiones y caracteres especiales: naturaleza del piso, anchura de la calzada, o emplazamiento y naturaleza de los cruces o enlaces.
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Las vías de circulación deben clasificarse según su naturaleza y construirse en función de los vehículos y de sus velocidades.
El tipo único de calle que nos han legado los siglos, en otro tiempo acogía por igual a peatones y jinetes; a finales del siglo XVIII, el empleo generalizado de las carrozas provocó la creación de las aceras. En el siglo XX ha caído sobre ella, como un cataclismo, la masa de los vehículos mecánicos -bicicicletas, motos, coches, camiones, tranvías-, con sus inesperadas velocidades. El crecimiento fulminante de algunas ciudades, como Nueva York, por ejemplo, provocaba una afluencia inimaginable de vehículos en determinados puntos. Es hora ya de remediar una situación abocada a la catástrofe. La primera medida útil consistiría en separar radicalmente, en las arterias congestionadas, el camino de los peatones y el de los vehículos mecánicos. La segunda, en dar a los transportes pesados un cauce circulatorio particular. La tercera, en proyectar, para la gran circulación, vías de tránsito independientes de las corrientes, destinadas solamente al tráfico menor.
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Los cruces de tráfico intenso se ordenaran en forma de circulación continua mediante cambios de nivel.
Los vehículos en tránsito no deberían estar sometidos al régimen de las detenciones obligatorias en cada cruce, reduciendo inútilmente la velocidad. Los cambios de nivel en las vías transversales son el mejor medio de permitirles una marcha continua. En las grandes vías de circulación, y a distancias calculadas para obtener el mejor rendimiento, se establecerán enlaces, uniéndolas a las vías destinadas a la circulación, menos intensa.
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El peatón debe poder seguir caminos distintos a los del automóvil.
Ello constituiría una reforma fundamental de la circulación en las ciudades. Y sería tanto más juicioso emprenderla cuanto que iniciaría una era de urbanismo más fecunda y nueva. Esta exigencia de la circulación puede considerarse tan rigurosa como la que, en la esfera de la habitación, condena la orientación de la vivienda al norte.
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Las calles deben diferenciarse según su destino: calles de vivienda, calles de paseo, calles de tránsito y arterias principales.
Las calles, en vez de abandonarse a todo y a todos, deberán tener regímenes diferentes según su categoría. Las calles de viviendas y los terrenos destinados al uso colectivo exigen un ambiente particular. Para que las viviendas y sus «prolongaciones» disfruten de la paz y la tranquilidad que necesitan, los vehículos mecánicos serán canalizados por circuitos especiales. Las avenidas de tránsito carecerán de todo contacto con las calles de circulación menor salvo en los puntos de enlace. Las grandes arterias principales, que se hallan en relación con todo el conjunto de la región, afirmarán, naturalmente, su primacía. Pero también se pensará en disponer calles para el paseo en las que, al imponerse estrictamente una velocidad reducida para toda clase de vehículos, la mezcla de estos últimos con los peatones no planteará inconvenientes.
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Las zonas verdes deben aislar, en principio, los cauces de gran circulación.
Las vías de tránsito o de gran circulación, bien diferenciadas de las vías de circulación menor, no tendrán razón alguna para acercarse a las construcciones públicas o privadas. Convendrá que estén bordeadas de espesas cortinas de vegetación.
 
PATRIMONIO Histórico DE LAS CIUDADES
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Los valores arquitectónicos deben ser salvaguardados (edificios aislados o conjuntos urbanos).
La vida de una ciudad es un acaecer continuo que se manifiesta a lo largo de los siglos a través de obras materiales, sean trazados o construcciones, que la dotan de una personalidad propia y de los cuales emana poco a poco su alma. Esos testimonios preciosos del pasado serán respetados, en primer lugar, por su valor histórico o sentimental; también porque algunos de ellos contienen en sí una virtud plástica en la que se ha incorporado el genio del hombre en el más alto grado de intensidad. Forman parte del patrimonio humano, y quienes los detentan o están encargados de su protección tienen la responsabilidad y la obligación de hacer cuanto sea lícito para transmitir intacta esa noble herencia a los siglos venideros.
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Los testimonios del pasado serán salvaguardados si son expresión de una cultura anterior y si responden a un interés general...
La muerte, que no perdona a ser vivo alguno, alcanza también a las obras de los hombres. Entre los testimonios del pasado hay que saber reconocer y discriminar los que siguen aún con plena vida. No todo el pasado tiene derecho a ser perenne por definición; hay que escoger sabiamente lo que se debe respetar. Si los intereses de la ciudad resultan lesionados por la persistencia de alguna presencia insigne, majestuosa, de una era que ya ha tocado a su fin, se buscará la solución capaz de conciliar dos puntos de vista opuestos: cuando se trate de construcciones repetidas en numerosos ejemplares, se conservarán algunos a título documental, derribándose los demás; en otros, casos, podrá aislarse solamente la parte que constituya un recuerdo o un valor real, modificándose el resto de manera útil. Por último, en ciertos casos excepcionales, podrá considerarse el traslado total de elementos que causan dificultades por su emplazamiento pero que merecen ser conservados por su elevada significación estética o histórica.
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Si su conservación no implica el sacrificio de poblaciones mantenidas en condiciones malsanas...
No puede permitirse que por un culto mezquino del pasado, se ignoren las reglas de la justicia social. Algunas personas, a las que preocupan más el esteticismo que la solidaridad, militan en favor de la conservación de algunos viejos barrios pintorescos, sin preocuparse de la miseria, de la promiscuidad y de las enfermedades que éstos albergan. Eso es cargar con una grave responsabilidad. El problema debe ser estudiado, y a veces resuelto mediante una solución ingeniosa, pero el culto por lo pintoresco y por la historia no debe tener en ningún caso la primacía sobre la salubridad de las viviendas, de la que tan estrechamente dependen el bienestar y la salud moral del individuo.
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Si es posible remediar el perjuicio, de su presencia con medidas radicales: por ejemplo, la desviación de elementos de circulación vitales, o incluso el desplazamiento de centros considerados hasta ahora como inmutables.
El excepcional crecimiento de una ciudad puede crear una situación peligrosa, que conduzca a un callejón sin salida del que sólo es posible escapar mediante algunos sacrificios. El obstáculo sólo podrá ser eliminado mediante la demolición. Pero cuando esta medida entrañe la destrucción de auténticos valores arquitectónicos, históricos o espirituales, sin duda será preferible buscar una solución distinta. En vez de suprimir el obstáculo opuesto a la circulación, se desviará la circulación misma, o, si las condiciones lo permiten, se le impondrá el paso por un túnel. Por último, también cabe cambiar de lugar un centro de actividad intensa, y, al trasplantarlo a otro punto, modificar por completo el régimen circulatorio de la zona congestionada. Es preciso combinar la imaginación, la inventiva y los recursos técnicos para conseguir deshacer los nudos más complicados.
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La destrucción de tugurios en los alrededores de los monumentos históricos dará ocasión a la creación de superficies verdes.
Es posible que, en algunos casos, la demolición de casas y tugurios insalubres en los alrededores de un monumento de valor histórico destruya un ambiente secular. Eso es lamentable, pero inevitable. Podrá aprovecharse la ocasión para introducir espacios verdes. Los vestigios del pasado se bañarán con ello en un ambiente nuevo, acaso inesperado pero ciertamente tolerable, y del que, en todo caso, se beneficiarán ampliamente los barrios vecinos.
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La utilización de los estilos del pasado, con pretextos estéticos en las nuevas construcciones alzadas en las zonas históricas tiene consecuencias nefastas. El mantenimiento de semejantes usos o la introducción de tales iniciativas no será tolerado en forma alguna.
Estos métodos son contrarios a la gran lección de la historia. Nunca se ha advertido una vuelta atrás; el hombre jamás ha vuelto sobre sus pasos. Las obras maestras del pasado nos muestran que cada generación tuvo su propia manera de pensar, sus concepciones y su estética; que recurrió, para que sirviera de trampolín para su imaginación, a la totalidad de los recursos técnicos de su propia época. Copiar servilmente el pasado es condenarse a sí mismo a la mentira; es convertir la falsedad en principio, pues recomponer las antiguas condiciones de trabajo es imposible y la aplicación de la técnica moderna a un ideal que ha llegado a su ocaso sólo puede dar de sí un simulacro completamente desprovisto de vida. Al mezclar «lo falso» con «lo verdadero», lejos de llegar a dar una impresión de conjunto y de suscitar la impresión de pureza de estilo, se llega sólo a una recomposición ficticia, apenas capaz de desacreditar los testimonios auténticos que tan vivamente se deseaba preservar.
  
TERCERA PARTE
CONCLUSIONES
PUNTOS DOCTRINALES
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La mayoría de las ciudades estudiadas presentan hoy una imagen caótica. Estas ciudades no responden en modo alguno a su destino, que debiera consistir en satisfacer las necesidades primordiales, biológicas y psicológicas, de su población.
Las ciudades analizadas con ocasión del congreso de Atenas por los grupos nacionales de los «Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna» han sido treinta y tres: Amsterdam, Atenas, Bruselas, Baltimore, Bandung, Budapest, Berlín, Barcelona, Charleroi, Colonia, Como, Dalat, Detroit, Dessau, Estocolmo, Frankfurt, Ginebra, Génova, La Haya , Los Angeles, Littoria, Londres, Madrid, Oslo, París, Praga, Roma, Rotterdam, Utrecht, Verona, Varsovia, Zagreb y Zurich. Estas ciudades ilustran la historia de la raza blanca en los más diversos climas y latitudes. Y todas dan prueba del mismo fenómeno: el desorden que ha introducido el maquinismo en un estado que hasta entonces implicaba una relativa armonía, y también la falta de todo esfuerzo serio de adaptación. En todas estas ciudades se molesta al hombre. Cuanto le rodea le ahoga y le aplasta. No se ha salvaguardado ni construido nada de lo necesario para su salud física y moral. En las grandes ciudades reina una crisis de humanidad, que repercute en toda la extensión de los territorios. La ciudad ya no responde a su función, que consiste en dar albergue a los hombres, y en albergarles bien.
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Esta situación revela, desde el, comienzo de la era de las máquinas, la superposición incesante de los intereses privados.
El predominio de la iniciativa privada, inspirada por el interés personal y el hambre de la ganancia, se halla en la base de este lamentable estado de cosas. Hasta el momento no ha intervenido autoridad alguna consciente de la naturaleza y de la importancia del movimiento del maquinismo, para evitar unos estragos de los que no es posible hacer efectivamente responsable a nadie. Las actividades quedaron, durante cien años, abandonadas al azar. La construcción de viviendas o de fábricas, la ordenación de las rutas terrestres, fluviales o marítimas y de los ferrocarriles, todo se ha multiplicado en medio de un apresuramiento y de una violencia individual que excluían todo plan preconcebido y toda meditación previa. Hoy, el mal ya está hecho. Las ciudades son inhumanas, y de la ferocidad de unos cuantos intereses privados ha nacido la desdicha de innumerables personas.
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La violencia de los intereses privados provoca una desastrosa ruptura de equilibrio entre el empuje de las fuerzas económicas, por una parte, y la debilidad del control administrativo y la impotencia de la solidaridad social, por otra.
El sentimiento de la responsabilidad administrativa y el de la solidaridad social sufren diariamente una derrota a manos de la fuerza viva e incesantemente renovada del interés privado. Estas diversas fuentes de energía se hallan en perpetua contradicción, y cuando una de ellas ataca, la otra se defiende. En esta lucha, desgraciadamente desigual, lo corriente es que triunfe el interés privado, que garantiza el éxito de los más fuertes en detrimento de los débiles. Pero del mismo exceso del mal surge a veces el bien, y el inmenso desorden material y moral de la ciudad moderna acaso tenga como consecuencia la de hacer surgir por fin el estatuto de la ciudad, el cual, apoyado en una fuerte responsabilidad administrativa, instaurará las reglas indispensables para la protección de la salud y de la dignidad humanas.
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Aunque las ciudades se hallen en estado de permanente transformación, su desarrollo se dirige sin precisión ni control, y sin que se tengan en cuenta los principios del urbanismo contemporáneo, elaborados en los medios técnicos cualificados.
Los principios del urbanismo moderno han sido determinados por la labor de innumerables técnicos: técnicos del arte de construir, técnicos de la salud, técnicos de la organización social. Esos principios han sido objeto de artículos, de libros, de congresos, de debates públicos o privados. Pero hay que conseguir que sean admitidos por los órganos administrativos encargados de velar por la suerte de las ciudades, los cuales, con frecuencia, son hostiles a las grandes transformaciones propuestas por estos datos nuevos. En primer lugar es necesario que la autoridad aprenda, y a continuación que actúe. Clarividencia y energía pueden llegar a restaurar una situación comprometida.
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La ciudad debe garantizar, en los planos espiritual y material, la libertad individual y el beneficio de la acción colectiva.
Libertad individual y acción colectiva son los dos polos entre los cuales se desarrolla el juego de la vida. Toda empresa cuyo objetivo sea el mejoramiento del destino del hombre debe tener en cuenta estos dos factores. Si no llega a satisfacer sus a menudo contradictorias exigencias, se condena a sí misma a una derrota inevitable. En cualquier caso, es imposible coordinarlos de manera armoniosa si no se elabora de antemano un programa cuidadosamente estudiado y que no deje nada al azar.
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La operación de dar dimensiones a todas las cosas en el dispositivo urbano únicamente puede regirse por la escala del hombre.
La medida natural del hombre debe servir de base a todas las escalas, que se hallarán en relación con la vida del ser y con sus diversas funciones. Escala de las medidas aplicables a las superficies o a las distancias; escala de las distancias consideradas en su relación con la marcha natural del hombre; escala de los horarios, que deben determinarse teniendo en cuenta la diaria carrera del sol.
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Las claves del urbanismo se contienen en las cuatro funciones siguientes: habitar, trabajar, recrearse (en las horas libres), circular.
El urbanismo expresa la manera de ser de una época. Hasta ahora se ha dedicado solamente a un único problema, el de la circulación. Se ha contentado con abrir avenidas o trazar calles, que originan así islotes edificados cuyo destino se abandona al azar de la iniciativa privada. He aquí una visión estrecha e insuficiente de la misión que le ha sido confiada. El urbanismo tiene cuatro funciones principales, que son: en primer lugar, garantizar alojamientos sanos a los hombres, es decir, lugares en los cuales el espacio, el aire puro y el sol, esas tres condiciones esenciales de la naturaleza, estén garantizados con largueza; en segundo lugar, organizar los lugares de trabajo, de modo que éste, en vez de ser una penosa servidumbre, recupere su carácter de actividad humana natural; en tercer lugar, prever las instalaciones necesarias para la buena utilización de las horas libres, haciéndolas benéficas y fecundas; en cuarto lugar, establecer la vinculación entre estas diversas organizaciones mediante una red circulatoria que garantice los intercambios respetando las prerrogativas de cada una. Estas cuatro funciones, que son las cuatro claves del Urbanismo, cubren un campo inmenso, pues el Urbanismo es la consecuencia de una manera de pensar, llevada a la vida pública por una técnica de la acción.
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Los planes determinarán la estructura de cada uno de los sectores asignados a las cuatro funciones claves y señalarán su emplazamiento respectivo en el conjunto.
A partir del Congreso de los CIAM en Atenas, las cuatro funciones claves del Urbanismo exigen, para manifestarse en toda plenitud e introducir orden y clasificación en las condiciones habituales de vida, de trabajo y de cultura, disposiciones particulares que ofrezcan a cada una de ellas las condiciones más favorables para el completo desarrollo de su propia actividad. El urbanismo, teniendo en cuenta esta necesidad, transformará la imagen de las ciudades, romperá la aplastante coerción de unos usos que han perdido su razón de ser y abrirá a los creadores un campo de acción inagotable. Cada una de las funciones claves tendrá su propia autonomía, apoyada en los datos que proporcionan el clima, la topografía y las costumbres: se las considerará como entidades a las que serán asignados terrenos y locales para cuyo equipo e instalación se pondrán en movimiento, en su totalidad, los recursos prodigiosos de las técnicas modernas. En esta distribución se tendrán en cuenta las necesidades vitales del individuo y no el interés o la ganancia de un grupo particular. El urbanismo debe garantizar la libertad individual al tiempo que se beneficia de las aportaciones de la acción colectiva y se somete a ellas.
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El ciclo de las funciones cotidianas, habitar, trabajar y recrearse (recuperación), será regulado por el urbanismo dentro de la más estricta economía de tiempo. La vivienda será considerada como el centro mismo de las preocupaciones urbanísticas y como el punto de unión de todas las medidas.
El deseo de reintroducir las «condiciones naturales» en la vida cotidiana parece aconsejar, a primera vista, una mayor extensión horizontal de las ciudades; pero la necesidad de regular las diversas actividades de acuerdo con la duración de la carrera del sol se opone a esta concepción, cuyo inconveniente reside en imponer unas distancias que no guardan relación alguna con el tiempo disponible. La vivienda es el centro de las preocupaciones del urbanista, y el juego de las distancias será regulado según su posición en el plano urbano, de acuerdo con la jornada solar de veinticuatro horas, que señala el ritmo de la actividad de los hombres y que da la medida justa de todas sus empresas.
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Las nuevas velocidades mecánicas han transformado el medio urbano al introducir en él un peligro permanente, al provocar el embotellamiento y la parálisis de las comunicaciones y al comprometer la higiene.
Los vehículos mecánicos deberían ser agentes liberadores y aportar, con su velocidad, una ganancia de tiempo estimable. Pero su acumulación y su concentración en determinados puntos se han convertido en una dificultad para la circulación y, a la vez, en ocasión de peligros permanentes. Además, han introducido en la vida ciudadana numerosos factores perjudiciales para la salud. Sus gases de combustión difundidos por el aire son nocivos para los pulmones, y su ruido determina en el hombre un estado de nerviosismo permanente. Esas velocidades utilizables despiertan la tentación de la evasión cotidiana, lejos, a la naturaleza; difunden el gusto por una movilidad sin freno ni medida y favorecen unos modos de vida que, al producir la dislocación de la familia, trastornan profundamente la estabilidad de la sociedad. Condenan a los hombres a pasar horas fatigosas en toda clase de vehículos y a perder poco a poco la práctica de la más sana v natural de las funciones: la de caminar.
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Hay que revisar el principio de la circulación urbana y suburbana. Hay que efectuar una clasificación de las velocidades disponibles. La reforma de la zonificación que armonice las funciones claves de la ciudad creará entre éstas vínculos naturales para cuyo afianzamiento se preverá una red racional de grandes arterias.
La zonificación, teniendo en cuenta las funciones claves -habitar, trabajar y recrearse- introducirá orden en el espacio urbano. La circulación, esa cuarta función, debe tener un único objetivo: poner a las otras tres en comunicación útil. Habrá que hacer inevitablemente grandes transformaciones. La ciudad y su región deben ser dotadas de una red exactamente proporcionada a los usos y a los fines, red que constituirá la técnica moderna de la circulación. Habrá que clasificar y diferenciar los medios de circulación y establecer para cada uno de ellos un cauce adecuado a la naturaleza misma de los vehículos utilizados. La circulación, así regulada, se convierte en una función normal que no impone dificultad alguna a la estructura de la vivienda o a la de los lugares de trabajo.
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El urbanismo es una ciencia de tres dimensiones y no solamente de dos. Con la intervención del elemento altura se dará solución a la circulación moderna y al esparcimiento mediante la explotación de los espacios libres así creados.
Las funciones claves -habitar, trabajar y recrearse- se desarrollan en el interior de volúmenes sometidos a tres imperiosas necesidades: espacio suficiente, sol y ventilación. Estos volúmenes no dependen solamente del suelo y de sus dos dimensiones, sino sobre todo de una tercera dimensión: la altura. Teniendo en cuenta la altura, el urbanismo recuperará los terrenos libres necesarios para las comunicaciones y los espacios útiles para el esparcimiento. Hay que distinguir las funciones sedentarias, que se desarrollan en el interior de volúmenes donde la tercera dimensión desempeña el papel más importante, de las funciones de circulación, las cuales, por su parte, al utilizar solamente dos dimensiones, están vinculadas al suelo y en las que la altura sólo interviene excepcionalmente y a pequeña escala; por ejemplo, en el caso de los cambios de nivel destinados a regularizar determinadas afluencias intensas de vehículos.
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La ciudad debe ser estudiada dentro del conjunto de su región de influencia. El simple plan municipal será reemplazado por un plan regional. El límite de la aglomeración será función del radio de su acción económica.
Los datos de un problema urbanístico los proporciona el conjunto de las actividades que se despliegan no solamente en la ciudad, sino en toda la región cuyo centro constituye la primera. La razón de ser de la ciudad debe buscarse y expresarse en cifras que permitan prever para el porvenir las etapas de un desarrollo plausible. El mismo trabajo, aplicado a las aglomeraciones secundarias, proporcionará una lectura de la situación general. Podrán decidirse asignaciones, restricciones y compensaciones que atribuirán a cada ciudad, rodeada de su región, un carácter y un destino propios. Así, cada una ocupará un lugar y un rango en la economía general del país. De ello resultará una delimitación clara de los límites de la región. He aquí el urbanismo total, capaz de aportar equilibrio a la provincia y al país.
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La ciudad, definida en lo sucesivo como una unidad funcional, deberá crecer armoniosamente en cada una de sus partes, disponiendo de los espacios y de las vinculaciones en los que podrán inscribirse, equilibradamente, las etapas de su desarrollo.
La ciudad cobrará el carácter de una empresa estudiada de antemano y sometida al rigor de un plan general. Sabias previsiones habrán esbozado su futuro, descrito su carácter, previsto la amplitud de su desarrollo y limitado de antemano sus excesos. La ciudad, subordinada a las necesidades de la región, destinada a encuadrar las cuatro funciones claves, dejará de ser el resultado de iniciativas accidentales. Su desarrollo, en vez de producir una catástrofe, será la coronación de un proceso. Y el acrecentamiento de su cifra de población ya no tendrá por resultado esa mezcla inhumana que es una de las plagas de las grandes ciudades.
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Es de la más imperiosa necesidad que cada ciudad establezca su programa, promulgando leyes que permitan su realización.
El azar cederá ante la previsión; a la improvisación sucederá el programa. Cada caso será inscrito en el plan regional; los terrenos serán considerados y asignados a actividades diversas: clara ordenación en la empresa, iniciada desde mañana mismo y proseguida poco a poco por etapas sucesivas. La ley fijará el «estatuto del suelo» dotando a cada una de las funciones claves de los medios que le permitan expresarse mejor, instalarse en los terrenos más favorables y a las distancias más útiles. También debe prever la protección y el cuidado de las superficies que serán ocupadas algún día. Ese estatuto tendrá derecho a autorizar -o prohibir-; favorecerá todas las iniciativas justamente mesuradas; pero velará para que se integren en el plan general y se hallen siempre subordinadas a los intereses colectivos que componen el bien público.
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El programa debe elaborarse a partir de análisis rigurosos hechos por especialistas. Debe prever las etapas en el espacio y en el tiempo. Debe unir en una fecunda concordancia los recursos naturales del lugar, la topografía del conjunto, los datos económicos, las necesidades sociológicas y los valores espirituales.
La obra ya no quedará limitada al precario plan del geómetra, que proyecta, al azar de los suburbios, los mazacotes de inmuebles y el polvo de las parcelaciones. Será una auténtica creación biológica con órganos claramente definidos, capaces de desempeñar a la perfección sus funciones esenciales. Se analizará los recursos del suelo y reconocerá las necesidades a las que es preciso someterse; se estudiará el ambiente general y serán jerarquizados los valores naturales. Los grandes cauces circulatorios serán confirmados y colocados en su justo lugar, y se determinará la naturaleza de su equipamiento según el uso a que estarán destinados. Una curva de crecimiento expresará el futuro económico previsto para la ciudad. Reglas inviolables garantizarán a los habitantes el bienestar del alojamiento, la facilidad del trabajo, el empleo feliz de las horas libres. El alma de la ciudad quedará vivificada por la claridad del plan.
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Para el arquitecto, ocupado aquí en tareas de urbanismo, el instrumento de medida será la escala humana.
La arquitectura, tras el desastre de estos últimos cien años, debe ser puesta de nuevo al servicio del hombre. Debe abandonar las pompas estériles, volcarse sobre el individuo y crear para el bienestar de éste las instalaciones que rodearán todos los actos de su vida, haciéndolos más fáciles. ¿Quién podrá adoptar las medidas necesarias para llevar a buen fin esta tarea, si no es el arquitecto que posee un perfecto conocimiento del hombre, que ha abandonado los grafismos ilusorios y que, con la justa adaptación de los medios a los fines propuestos, creará un orden que llevará en sí su propia poesía?
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El núcleo inicial del urbanismo es una célula de habitación (una vivienda) y su inserción en un grupo que forme una unidad de habitación de tamaño eficaz.
Si la célula es el elemento biológico primordial, el hogar, es decir, el abrigo de una familia, constituye la célula social. La construcción de este hogar, sometida desde hace un siglo al juego brutal de la especulación, debe convertirse en una empresa humana. El hogar es el núcleo inicial del urbanismo. Protege el crecimiento del hombre, alberga las alegrías y los dolores de su vida cotidiana. Si en su interior debe conocer el sol y el aire puro, en el exterior debe prolongarse además mediante diversas instalaciones comunitarias. Para que sea más fácil dotar a las viviendas de los servicios comunes destinados a realizar con facilidad el avituallamiento, la educación, la asistencia médica o la utilización del tiempo libre, será necesario agruparlas en «unidades de habitación» de tamaño eficaz.
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A partir de esta unidad-vivienda se establecerán en el espacio urbano las relaciones entre la habitación, los lugares de trabajo y las instalaciones consagradas a las horas libres.
La primera de las funciones que debe atraer la atención del urbanista es habitar, y habitar bien. También es preciso trabajar y hacerlo en unas condiciones que exigen una revisión seria de los usos actualmente en vigor. Las oficinas, los talleres y las fábricas deben ser dotados de instalaciones capaces de garantizar el bienestar necesario para la realización de esta segunda función. Finalmente, no hay que descuidar la tercera, que es recrearse, cultivar el cuerpo y el espíritu. Y el urbanista deberá prever los emplazamientos y los locales útiles para ello.
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Para resolver esta gran tarea es indispensable utilizar los recursos de la técnica moderna. Ésta, con el concurso de sus especialidades, respaldará el arte de construir con todas las seguridades de la ciencia y lo enriquecerá con las invenciones y los recursos de la época.
La era de las máquinas ha introducido técnicas nuevas que son una de las causas del desorden y el trastorno de las ciudades. No obstante, es de ellas de quien hay que exigir la solución del problema. Las modernas técnicas de construcción han introducido métodos nuevos, aportado facilidades nuevas y permitido nuevas dimensiones. Verdaderamente abren un ciclo nuevo en la historia de la arquitectura. Las nuevas construcciones serán de una amplitud e incluso de una complejidad desconocidas hasta el presente. Para realizar la tarea múltiple que se le impone, el arquitecto deberá asociarse a todos los niveles de la empresa, a numerosos especialistas.
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La marcha de los acontecimientos se verá influida fundamentalmente por los factores políticos, sociales y económicos...
No basta que se admita la necesidad del «estatuto del suelo» y de ciertos principios de construcción. Para pasar de la teoría a los actos es necesario, además, el concurso de los factores siguientes: un poder económico tal como se desea, clarividente, convencido, resuelto a implantar las mejores condiciones de vida elaboradas e inscritas en el papel de los planes; una población ilustrada para comprender, desear y reclamar lo que los especialistas han ideado para ella; y una situación económica que permita emprender y proseguir los trabajos, algunos de los cuales serán considerables. Puede ocurrir, sin embargo, que incluso en una época en que todo ha caído al nivel más bajo, en que las condiciones políticas, morales y económicas son muy desfavorables, la necesidad de construir abrigos decentes aparezca de repente como una obligación imperiosa, y que ello dé a lo político, a lo social y a lo económico el objetivo y el programa coherentes que precisamente les faltaban.
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Y no es aquí donde intervendrá en última instancia la arquitectura.
La arquitectura preside los destinos de la ciudad. Ordena la estructura de la vivienda, esa célula esencial del trazado urbano, cuya salubridad, alegría y armonía están sometidas a sus decisiones. Agrupa las viviendas en unidades de habitación, cuyo éxito dependerá de la justeza de sus cálculos. Reserva de antemano los espacios libres en medio de los cuales se alzarán volúmenes edificados de armoniosas proporciones. Instala las prolongaciones de la vivienda, los lugares de trabajo, los terrenos consagrados a las distracciones. Establece la red circulatoria que ha de poner en contacto las diversas zonas. La arquitectura es responsable del bienestar y de la belleza de la ciudad. Toma a su cargo su creación y su mejora, y le incumben la selección y la distribución de los diferentes elementos cuya afortunada proporción constituirá una obra armoniosa y duradera. La arquitectura es fundamental para todo.
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La escala de los trabajos a emprender urgentemente para la ordenación de las ciudades y, por otra parte, el estado infinitamente fragmentado de la propiedad del suelo, son dos realidades antagónicas.
Hay que emprender sin tardanza trabajos de importancia capital, puesto que todas las ciudades del mundo, antiguas o modernas, revelan las mismas taras, procedentes de idénticas causas. Pero no debe emprenderse obra fragmentaria alguna si no se inserta en el marco de la ciudad y en el de la región tal como habrán sido previstos por un estudio extenso y un amplio plan de conjunto. Este plan contendrá forzosamente unas partes cuya realización podrá ser inmediata y otras cuya ejecución habrá de aplazarse para unas fechas indeterminadas. Numerosas parcelas de terreno deberán ser expropiadas y serán objeto de transacciones. Habrá que temer entonces el sórdido juego de la especulación, que tan a menudo aplasta, apenas nacidas, las grandes empresas animadas por la preocupación del bien público. El problema de la propiedad del suelo y de su posible requisición se plantea en las ciudades, en su periferia, y se extiende hasta la zona más o menos amplia que constituye su región.
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La peligrosa contradicción observada aquí plantea una de las cuestiones más peligrosas de nuestra época: la urgencia de regular, a través de un medio legal, la disposición de todo suelo útil para equilibrar las necesidades vitales del individuo en plena armonía con las necesidades colectivas.
Hace años que las empresas de equipamiento, en todos los lugares del mundo, se estrellan contra el petrificado estatuto de la propiedad privada. El suelo -el territorio del país- debe estar disponible en cualquier momento, y estarlo a su equitativo valor, estimado con anterioridad al estudio de los proyectos. Cuando está en juego el interés general, el suelo debe ser movilizable. Sobre los pueblos que no han sabido medir con exactitud la amplitud de las transformaciones técnicas y sus formidables repercusiones sobre la vida pública y privada, se han abatido innumerables inconvenientes. La ausencia de urbanismo es la causa de la anarquía que reina en la organización de las ciudades, en el equipamiento de las industrias. Por haber ignorado ciertas reglas el campo se ha vaciado y se han llenado las ciudades por encima de cualquier límite razonable; las concentraciones urbanas se constituyen al azar; las viviendas obreras se han convertido en tugurios. Para la salvaguardia del hombre no se ha previsto nada. El resultado es catastrófico, y casi uniforme en todos los países. Es el amargo fruto de cien años de maquinismo sin dirección alguna.
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El interés privado se subordinará al interés colectivo.
Abandonado a sí mismo, el hombre pronto queda aplastado por las dificultades de todas clases que ha de superar. Por el contrario, si se somete a demasiadas coerciones colectivas, resulta ahogada su personalidad. El derecho individual y el derecho colectivo deben, pues, sostenerse y reforzarse mutuamente y poner en común todo lo que llevan en sí de infinitamente constructivo. El derecho individual no guarda relación alguna con el vulgar interés privado. Éste, que sacia a una minoría mientras condena al resto de la masa social a una vida mediocre, merece severas restricciones. Debe estar subordinado siempre al interés colectivo, de modo que cada individuo tenga acceso a esos goces fundamentales que son el bienestar del hogar y la belleza de la ciudad. 

 


Tuesday, June 12, 2012

"Entorno, ¿razón o propósito?" / Por Peter Cook

"Entorno, ¿razón o propósito?"
Por Peter Cook*


Usar un edificio constituye una experiencia tan corriente que nos conformamos perfectamente aceptandolos como lo que son ..... lo mismo que la lluvia, el sol, el fuego, el agua y ahora el automovil. Este ultimo comparte con los edificios la unica diferencia que existe en la lista de elementos inevitables: es un artefacto.
Ha sido creado por comodidad y sustento y ha desempeñado este papel con tanta eficacia que ahora dependemos de el para sobrevivir. El automovil ha conquistado esta posicion en 70 años, e inclusive los rodados mas primitivos que reemplazo poseen una historia mas bien y muestran una linea de desarrollo mas nitida que la de la arquitectura. Como la actividad de dar abrigo es mucho mas pasiva que la de proveer transporte, como sus exigencias precisas deben ser adaptadas al lugar de que se trata, como los edificios no solo reflejan necesidades sino tambien deseos, su funcion original (que sigue siendo basica) ha sido enturbiada por una intrincada malla de medios tonos, progresiones, restricciones e intenciones ocultas.
Solo tenemos conciencia de que el edificio existe cuando este nos falla. En un momento asi nos formulamos las preguntas: ¿Por que tiene goteras? ¿Por que hace tanto frio en este cuarto? ¿Por que ese adefesio echa a perder la vista? Tal vez solo por un momento la intencion del diseñador establece un momento la intencion del diseñador establece un contacto directo con el problema y atraviesa este embrollo de tradicion y aceptacion. A esta altura todo podria resultar mas sencillo si la pregunta y la respuesta fueron formuladas unica y exclusivamente en terminos de alcance funcional. Pero no puede ser asi. Aun, detalles de una obra pueden ser determinados mediante el empleo de una computadora, el edificio concreto que se produce de este modo refleja las preferencias y experiencias del programador de la computadora. Inclusive: en el caso de que pudieramos idear una situacion de diseño en la que quedaran practicamente diseñadas las decisiones subjetivas "personales", el resultado quedaria todavia abierto a un margen enorme de posibilidades, determinado por diversas alternativas en lo referente a materiales, restricciones y secuencias matematicas.
Aun cuando consiguieramos lo absoluto, tampoco seria suficiente. La diferencia entre una obra arquitectonica y un mero refugio radica en la infinita capacidad de la primera para interpretar las necesidades basicas (o aun menos que basicas) en una forma espacial que las acentuan o las condicionan al punto de conferirles gran importancia. En ultima instancia, la arquitectura le otorga a la experiencia una dimension adicional.
En el curso de varios miles de años los medios que sirvieron para enriquecer la arquitectura tomaron algunos giros extremos: el simbolismo ha prevalecido en un Stonehenge, una piramide o un portal que parece un leon; pero es posible que hasta el mismo concepto de elegancia que no sea en si mismo concepto de elegancia que no sea en si misma prarcticamente unida mas que una respetable fantasia. La arquitectura, no difiere de ninguna otra disciplina en su busqueda constante de absolutos y en su reciproca reaccion contra esta busqueda. A su modo los arquitectos han tratado de lograr lo absoluto. De tiempo en tiempo, parecia que en un obra arquitectonica, se expresaban ideales platonicos. Al igual que en las demas disciplinas, estos absolutos estaban mas expuestos a la discusion cuando el ejemplo criticado era teorico que no material. Si bien la arquitectura es esencialmente una de las artes practicas, se ha desarrollado en el pasado, paralelamente a la arquitectura, una tradicion filosofica que a veces se anticipaba a la produccion contemporanea de edificios.
En tiempos recientes, las definiciones concretas acerca de que es un edificio, que es un material, que es lo estatico y que es lo mas estatico han estallado como consecuencia de la explosion total de los conceptos tradicionales acerca de materia y tecnologia; lo ninguno que todas las cosas, es posible que cualquier absoluto pueda ser cuestionado en el futuro, por mas que todavia resulta eficaz para el presente. Esto ultimo actua como una cortina de humo cuando se trata de comprender un edificio, no solo en el caso de la gente que tiene que habitarlos (pero a la que no le preocupa demasiado por que una cosa es como es siempre que funcione), sino tambien en el de los propios arquitectos. Podria establecerse una clara analogia entere la arquitectura y otras actividades definiendo un orden que las enlazara: hasta hace 100 años, podria iniciarse a un lago en los placeres de la arquitectura enseñandole primero las normas -posiblemente los cinco ordenes de la arquitectura y las obras maestras de la Grecia y la Roma Clasicas- y analizandose luego la pericia con que las hubiera interpretado en un determinado ejemplo. Si en dicho ejemplo se hubiera optado deliberadamente por burlarse del correcto uso de los ordenes clasicos, la obra hubiera podido ser cualificada de romantica, o bien vituperada y considerada como un ultraje. Este sigue siendo todavia la base de la actual critica no profesional. Si bien la mayoria de los legos inteligentes aceptarian que las formas de la arquitectura clasica o de cualquier revival ya no son aptas para satisfacer las necesidades actuales, existe un poderoso instituto dirigido en una direccion determinada: la sensacion de que solo es necesario que cambien los estilos y que el concepto de orden puro puede ser redefinido basandose casi en los mismos terminos tradicionales que se emplearon hasta ahora.
¿Y si esto no fuera asi, quedaria en pie alguna cosa a la que se pudiera llamar arquitectura? Si las motivaciones originales han desaparecido -y es bien posible que el futuro ocurra otro tanto en los contextos- debe haber una alternativa; tal vez el acto de adoptar una decision arquitectonica puede ser despojado de la magia en tanto se vislumbran conjuntos mas viables de operaciones que conduzcan a algo; no, un estilo, ni siquiera a una disciplina, pero si a establecer un cierto conglomerado indefinible de situaciones inteligibles y ciertas que le confieren a un hecho su cuarta dimension. Un edificio no existe solo por si mismo; cada edificio, sin que por esto se convierta en un pequeño ensayo de urbanismo refleja la vida que se desarrolla afuera de él. Las decisiones en materia de diseño siempre han reflejado los prejuicios y los requerimientos de la sociedad, cualquiera que esta fuera.
Han existido jerarquias tradicionales; la sociedad medieval, por ejemplo, se dividio en la Iglesia , el Estado, el feudo y el hogar. La actitud frente a la provision de edificios siguio una jerarquia paralela. Las iglesias no solo expresaron una analogia metafisica al remontarse al cielo desde una entrada estrecha y sombria hacia una elevada mano luminosa, sino que tambien constituyeron el maximo esfuerzo total de convirtio en algo mas que una correcta yuxtaposicion de partes: logro una cualidad de afirmacion de un idealismo singular. En esta cualidad puede encontrase un argumento para coindicir con los goticistas del siglo XIX en la arquitectura del Renacimiento es inapropiado para las iglesias, y que la disciplina propia de un estilo clasico depende de la equiparacion y compensacion de un conjunto de partes interdependientes. No hay nada demasiado singular en esto: es algo razonable, mas que categorico. El Estado construyo con el objeto de dominar o con el de impresionar. Los motivos de estas decisiones son sencillos: La Torre de Londres recurre a principios de ingenieria basica y de planeamiento estrategico; en los terminos de la epoca, no se escatimaba gasto alguno para asegurar que un castillo pudiera resistir el enemigo o interiormente, la distincion entre lo interior y lo exterior se hace menos drastico, pero subsiste la necesidad basica de crear una forma diferente de entorno. Este instinto ha subsistido hasta el presente siglo. La democratizacion del poder conserva sin embargo las nociones de reverencia y pormpa reflejadas en los edificios que representan la anterioridad. Los centros civicos se construyen todavia con materiales costosos con generoso dispendio de espacio en las salas de ceremonias y con los recursos tradicionales de la torre, el obelisco o el gran reloj, reflejo de las epocas en que tales cosas eran necesarias, para mantener la defensa del baularte y para recordarle al vulgo quien mandaba. Tal vez haya inclusive una pieza de paternalismo en la costumbre de ubicar un reloj en la torre del ayuntamiento, en una epoca en que la mayoria de la gente posee sus propios relojes.
Resulta significativo que en todas las epocas los edificios mas importantes puedan, por uno u otro medio, diferenciarse de los demas. En las regiones donde abunde la piedra los edificios destacados estan trabajados en forma mucho mas refinada. En las zonas donde no existe pudiera, las viviendas del comun de la gente e inclusive los edificios publicos se construyen con materiales del lugar, en tanto que la iglesia y la mansion feudal estan edificadas con piedras traidas ex-profeso.
Con frecuencia la mansion feudal ofrece otras variaciones: no siempre es un castillo o un palacio en miniatura, a veces puede ser lo contrario. Puede costar basicamente constituido del mismo modo que las moradas locales y compuesta con los mismos elementos, pero en mayor escala; tiene mas habitaciones y techos mas altos, y resulta asi una especie de "collage" ampliada.
Los romanticos victorianos descubrieron los encantos de estas construcciones al mismo tiempo que descubrian la arquitectura gotica. Y Compton Wyrantes fue reinterpretado como un cottage orne. En cierto sentido resultaria mas facil encontrar vinculos entre funcionalismo puro y expresion en los ordenes mas humildes de la jerarquia arquitectonica que en los mayores, pero inclusive en los primeros pueden parecer margenes de narracion muy grandes determinados por las preferencias de un tipo de ventana sobre otro, o bien por prolongar tradiciones cuyos origenes se han perdido de vista tiempo atras. Esto da lugar a ciertos casos extraordinarios de senda morfologia, tal como ocurria con el automovil primitivo, que conservaba la forma y los adminiculos del coche de caballos. Tratandose de casas se sabe que muchas veces este tipo de casas se sabe que muchas veces este tipo de cosas es ridiculo, pero asi y todo se lo desea. Uno no tiene que caminar demasiado para encontrarse con chimeneas feudales o con envigados simulados, tales cosas son desde hace tiempo blanco de la ironia de las arquitecturas inteligentes pero, con todo, reflejan autenticamente una parte importante de la base de existencia de cualquier edificio, es decir, los matices deseables, que existen igual que las funciones deseables. La unica respuesta posible para estos problemas consiste en lograr una integracion entre los autenticos deseos que originan el edificio y la satisfacion de esos deseos sin que una imagen substituta resulte necesaria.
El problema fundamental que se presenta al cerrar un espacio consiste en encontrar el medio para mantenerlo en pie. El medio mas simple en una cultura primitiva parecia ser el de excavar la tierra apilar piedras. Ambos metodos simulaban la estructura natural de las cavernas. Es importante tener en mente que generaciones sucesivas, de constructores aceptaron siempre la situacion existente, por defectuosa que fuera, y solo cuando la situacion les planteaba algun fallo aguzaba al maximo su ingenio tecnologico. Inclusive en los periodo en que el gusto y el razonamiento intelectual estaban sumamente desarrollados, los primeros instintos de un diseñador se dirigen a resolver los problemas en terminos tradicionales. Esta cuestion de la tradicion y su derrocamiento ha sido interpretado en ciertos momentos decisivos como una lucha por lo fundamental.
Durante el siglo XIX, en Inglaterra, la polemica se dio entre dos facciones mas de la arquitectura: la clasica y la romantica. La solucion se encontro negando los ideales de ambos grupos en un movimiento de impetuoso eclecticismo y libertad para hacer lo que se quisiera. Durante dicho periodo se construyeron muchos de los mojones de ese movimiento: Picadilly Circus, Regente Street, la mayor pare del castillo de Windsor, etc.... En Europa, el idealismo de la decada de los 20 encontro su expresion en la Gran Batalla por lo moderna. La mayor parte de los edificios que se construyen actualmente tienen sus raices, segun se afirma, en esta asi llamada arquitectura moderna, la cual con seguridad nunca supuso que sus frutos serian esa abrumadora mayoria de edificios de oficinas y de bloques de viviendas, entre los cuales nos vemos obligados a vivir. Pero el estilismo esta presente en ellos: en la ventana horizontal, en las grandes superficies de vidrio, en el muro blanco desnudo; y cualquier lago puede reconocer, a traves de esto, el aspecto de la arquitectura moderna.
Si analizamos un edificio tipico dentro de esta corriente y la despojamos de su estilo, encontramos los rasgos usuales, tiene algo en el medio en algun extremo por donde se cubre algo con la esquina para atraer la vista; una organizacion mas compleja en las plantas inferiores que en las superiores, basada en el supuesto tradicional de que suceden mas cosas en la planta baja. Un artificio como el usado en los palacios del Renacimiento, en los cuales la planta importante se ubica a nivel del primer piso, constituyo el refinamiento tipico de todo un periodo arquitectonico sumamente desarrollado. Una actitud realista para considerar el conflicto entre tradicion y modernidad consiste en tornar a esta ultima como en un estado de espiritu que presta igual atencion a todo el conjunto de metodos e ideas, en vez de reiterar el metodo aceptado del momento. Esta actitud minaria la tradicion, a la que se veria como una linea estrecha, limitada, y al mismo tiempo la reforzaria enfocadas con el mas amplio margen en materia de metodos y con el mas profundo margen en materia de tiempo, tanto hacia atras como hacia delante.
A partir de sus origenes primitivos, el arte de la construccion ha adquirido en lo referente a la manera de unir las cosas la misma especie de mistica que poseen otras tradiciones artesanales. Asi como los oficios que respaldan a la arquitectura son inseparables de los oficios utiles, y asi como estos se superponen a su vez con las bellas artes, tambien la mistica del diseño esta entrelazado con la maestria en el oficio.
Se sabe que los arquitectos medievales eran maestros, en albañileria. Pero, ¿en que difiere del mero conocimiento el refinado pensamiento de un Henry Yvete: Solo en el siglo XIX brotó como ideal intelectual el romanticismo del oficio opuesto al de la industria. Hasta ese momento, la maestria en el oficio solo era considerada deseable en caso de que resultara necesario poseerla.
Problemas de este tipo, no existian en las civilizaciones anteriores a la rueda. Ya  ha sido mencionado cual era el significado de esfuerzo y requeria transportar a un sitio dado un material que no fuera local. A partir del momento en que se comenzo a reproducir artificialmente le surgio la cuestion de la opcion. Cabe suponer que una caverna grande ofrecia ciertas ventajas con respecto a una pequeña: apilar piedras grandes se hace menos tedioso que apilar piedras pequeñas. De ahi a la imaginacion del dintel solo hay un corto paso: la tecnologia ha llegado. Aparecen artefactos como el dintel; la ventana, la conexion de una habitacion con otra, surgida ya sea como racionalizacion del problema de la privacidad, mediante divisiones de una sola unidad, o como aglomeracion de varias viviendas para lograr una mejor proteccion; la reunion de diversas funciones en un solo organismo manteniendo al mismo tiempo la posibilidad de separarlos. Con este ultimo artificio llego el refinamiento.
Habria sido posible continuar indefinidamente el desarrollo de una arquitectura basada sobre estos principios logicos y evolutivos y resultaria interesante especular sobre cual seria su estado actual. Pero la arquitectura, es una invencion humana y como tal, en la indocilidad de su desarrollo se revela muchas veces una falta de logica. Los edificios importantes que han sido discutidos con mayor frecuencia noson, en realidad, mas que juguetes humanos. Las preferencias en un sentido u otro se ejercitan de por si y se utilizan para embellecer un pensamiento basico. Una tumba subterranea constituida por camaras sucesivas, tiene formas y ondulaciones deliberadamente construidas para llamar la atencion sobre una parte en vez de otra, por mas que los elementos basicos sean similares entre si. El simbolismo, como ya lo hemos descubierto, esta profundamente relacionado con el diseño preferencial. Ademas de cargar de valores exagerados a los edificios importantes (en contraposicion con la choza), la mayoria de los arquitectos emplean el maximo de su tiempo en futiles manipulaciones que constituyen inclusive la esencia de la critica profesional.
Los principios estructurales basicos son tan directos como los de cualquier otra ley fisica. Por lo general, las masas de material descansan unas sobre otras; con menos frecuencia, cuelgan; se las puede suspender tenuamente en el aire, si confiamos en la consistencia de su materia. A la arquitectura moderna se le atribuyen demostraciones gimnasticas del tipo de: "miren:¡Sin las manos!" pero la intuicion de este tipo de cosas ya existia antes de la invencion del hormigon armado: Si no hubiera sido por el instituto exhibicionista no tendriamos hoy un Tah Majal o una Gran Piramide. En la arquitectura moderna, esta demostracion de la capacidad para crear una nueva imagen que parezca desafiar los limites de la razon (o tal vez solo de la tradicion) ha sido un elemento axial para crear la idea de poder ir mas alla. El hormigon es capaz de soportar un enorme voladizo; un espacio libre de columnas tiene estrechas connotaciones con la sencillez mecanica; el vidrio posee mas capacidad que cualquier otro material descubierto hasta ahora para proporcionar toda clase de objetos a todos los hombres.
La simple manipulacion de carverno-a-caverna se vuelve infinitamente mas sutil; ver pero no participar; participar visualmente pero estar climaticamente aisalda; reducir la materia hasta limites extremos pero aun asi hacerla conservar sus propiedades utiles y volverse invisible: todo constituye la esencia de la civilizacion.
Dentro de la corriente se han producido un continuo vaiven entre la manipulacion expresiva y la prosaica tradicion de la artesania utilitaria y de la ingenieria. Una y otra vez se oye, reclamar a gritos la necesidad de una vuelta a la honestidad arquitectonica. Al examinar mas de cerca la cuestion, se advierte que de lo que se trata es de imponer determinadas restricciones al numero de manipulaciones que se hacen en el diseño, remontandose, en busca de puntos de referencia, a determinados modelos historicos de elementos y soluciones tecnicas. Lo sorprendente es que estas restricciones tienen por lo comun mucho mas que ver con el estilo que esta en juego que con la honradez efectivo de la funcion. Lo que podria denominarse ingenieria natural ofrece todavia bastante campo como para estimular nuestra experiencia. pero, nuevamente, necesitamos amplitud de vision para reconocerlo.
La importancia del aporte de la arquitectura de imagen, y de la larga tradicion de la arquitectura futurista de gestos reside en su reaccion frente al pensamiento estereotipado. Cuanto mas nos internamos en el pasado, mas dificil, se hace dar con las causas y efectos de estos tipos de diseño. La experiencia de los grandes musicos esta mejor documentado: en ellos, al causar, un schock en la primera audicion nuestra se ha convertido casi en un requisito previo de grandeza. Sin lugar a dudas hay muchos proyectos de edificios, en la categoria de lo fantastico, que se han adelantado a los acontecimientos.
Ya en el siglo XVIII, el concepto de ciudad ideal podia ser expuesto por un visionario, como Ledoux que tenia un pie puesto sobre las tradiciones filosoficas de Utopia y el otro, sobre su propia necesidad de crear una nueva arquitectura. En la epoca de Robert Owen, el utopismo esta estrictamente ligado con el medio fisico, y el pensamiento ligado ha sido extendido para designar a todo proyecto arquitectonico inusitado.
A la infinita gama de elementos con los cuales se puede crear una imagen, algunos poseen el poder o los matices que reflejan el concepto total y constituyen, por lo tanto, la opcion natural como medio, para obtener el fin deseado. La piedra poseia la resistencia necesaria para lograr altura y forma y constituia, por lo tanto, la opcion natural para la construccion de una Catedral.
Ahora, que contamos, con 1000000 de materiales para edificar, la mayoria de nosotros preferiria un marco de ventana de acero inoxidable a uno pintado y galvanizado. Este marco poseeria el refinamiento, la precision, y el caracter especifico adornado para una civlizacion de la maquina; Dos matices pueden llegar hasta la elecciion del picaporte.
¿Y que nos citen tan a menudo la famosa frase de Le Corbusier: Una casa es una maquina para vivir? No.
Cabe decir de que constituyo un importante cuadro-imagen, para los funcionalistas de la forma sigue a la funcion; los años 20 contaron con una premisa infinitamente mas sencilla que los valores de solidez, comodidad y deleite del siglo XIX. Pero la arquitectura moderna se ha manejado tambien con otras consignas igualmente significativas. Lo irritante de la imaginacion, como imagen es lo que sucede cuando se le aplica al hogar, que es el mas confortable de los valores tradicionales. Recientemente hemos asistido a un resurgimiento del deleite por el uso de los resurgimientos del deleite por el uso de los licuados materiales naturales.
En contra de esta existe hoy la creencia de que la tecnologia puede suministrarnos la mayoria de las respuestas a los problemas de diseño, el ideal es contar con un surtido unico de piezas prefabricadas aptas para resolver todas las situaciones de la construccion. Esta idea atrayente en abstracto hace caso omiso de un aspecto fundamental del diseño: el hecho de que este existe en la dimension del tiempo asi como en la del espacio. Nuestra vida y nuestros modos de usar las cosas cambian de año en año, y en la actualidad nuestros medios para solucionar problemas varian mes tras mes. La arquitectura de la era tecnologica no es cosa sencilla. No obstante, los arquitectos, se estan dividiendo en dos corrientes: una la primera de los partidarios de una supuesta arquitectura tecnologica de piezas uniformes y otra, la de los partidarios de una arquitectura hecha a mano que parece reclamar acabados en madera natural, ladrillos y realmente con la impresion de estar hechos de arcilla, en hormigon que saque todo el partido posible de las juntas del encofrado, etc...
En verdad, ninguno de ambos tipos de construccion resulta particularmente valido para el conjunto actual de situaciones. La expresion mas honrada podria incluir algunos competentes standarizados y producidos en fabrica y otros que obviamente se construyen a medida, sobre el terreno. la tragedia consiste en que semajates edificios carecen por lo comun de disciplina en una serie de diseño y de detalles, una disciplina que se logre mucho mas facilente mediante la definicion y la restriccion en la eleccion de metodos; la decision de prefabricar todos el conjunto o de construir todas las paredes de ladrillo generan coherencia.
Desarrollados niveles de coherencia constituye el segundo problema fundamental del diseño. El primero es el de crear experiencias. En todo caso quedaria, el instinto para seguir las reglas que se espera que sigan los buenos edificios. Pero se han creado realmente maravillosas que rompen constantemente las supuestas reglas. ¿Que decir de las falsas fachadas del Taj Mahal? ¿Que decir del tratamiento de los frente construidos en ladrillos en muchos de los edificios clasico-modernos de la decada de los 30, destinados a simular la imagen maquinista de la superficie lisa y blanca del hormigon? Despues de todo, la mayor parte de las catedrales estan formadas por la aglomeracion de diversos estilos. La incoherencia entre lo que una cosa representa y lo que realmente se constituye una gran violacion de las normas: otro tanto ocurre cuando se usa mas de una solucion para resolver, un solo problema.
¿Como reconocemos la gran arquitectura? ¿Se trata acaso de emplear inexorablemente con las reglas de la coherencia? Evidentemente, no siempre es asi. Pero como metodo de diseño resulta razonable mantener una actitud coherente ante problemas similares o analogos. El detalle de un marco de ventana sera semejante al del marco de una puerta y, en el mismo edificio, cuantos puedan tener inclusive el mismo perfil. Esto parece razonable.
Pero, ademas, es necesario que una ventana no deje pasarlo la lluvia ni la nieve, mientras que no se requiera lo mismo de una puerta interior, lo cual debiera impedir en cambio el paso de corrientes de aire. Por otra parte, es posible que la puerta de un armario debe poseer una resistencia mucho menor que la puerta de un hall que habitualmente esta sujeta a un uso mas intenso, de modo que en rigor darles a sus respectivos marcos las mismas dimensiones no significa practicar una justa economia de medios.
Pero la economia de medios, nuevamente, es un elemento constitutivo de la nocion de coherencia. Este ejemplo, mas bien dramatico, puede al parecer resolverse facilmente aplicando el sentido comun; uno se desentiende de los requisitos de aptitud de economia del diseño, o bien se inclina a encontrar a semejantes, ya sean ventanas, puertas o tapas de carboneras; por lo tanto, hagamoslas, iguales.
¿Es esto coherencia? Pero si la solucion de cada problema constituye un hecho separado y resuelto a medida, el edificio en su conjunto no solo resultara costoso sino tambien ridiculo, tanto en terminos esteticos como en terminos logicos. Nuestra vista no podria descansar en ninguna linea, puesto que todo el edificio estaria constituido por una serie de ocurrencias incidentales. El arquitecto puede situar problemas analogos en las categorias de demanda de diseño y aun se encuentra a medio camino de poder desarrollar un edificio sensato...., y , por consiguiente, posiblemente tambien en edificios con estilo. Existe una sutil distincion entre buena arquitectura y gran arquitectura. Las grandes cosas son necesarias como parte de la vida: un entorno constituido unica y exclusivamente por respuestas sensatas a problemas necesarios resultaria intolerable. Esta es una de las fallas pocas veces declarada de las News Towns (ciudades nuevas) Britanicas, en las que la mayoria de los edificios y la casi totalidad de las viviendas resultan sensatas dentro de aquellos terminos, pese a lo cual la totalidad del entorno resulta monotono y triste. El desequilibrio social y la injusticia reflejados en los tugurios londinenses tenian colorido, y la arquitectura parangonaba este hecho. ¿Donde se encuentran ubicados ahora la taberna y el callejon? ¿Por supuesto, los intentos artificiales que tratan de recrear estas cosas fracasan vergozosamente . A menudo, la gran arquitectura es confundida con la solemnidad: ¿Acaso las catedrales son necesariamente diseñadas con un nivel mas refinado que las iglesias parroquiales? Los estimulos  para la creacion arquitectonica tambien tienen una dimension temporal; la nada es un hecho tan marcado en la edificiacion como lo es en las Bellas Artes, las letras y la indumentaria. Los cambios son necesariamente mas lentos que en la haute couture, pero el resurgimiento del interes por lo victoriano (cualesquiera que sean sus motivos) es un hecho sintomatica que denota como los niveles criticos estan coloreados por el gusto.
Como todo el edificio debe poseer un armazon estructural, necesario para mantenerlo de una sola pieza, gran parte de lo que decimos aqui se refiere a cuestiones de preferencias y de embellecimiento. Inclusive hasta cierto punto es marginal el hecho de que un edificio tenga goteras u ofendo la vista. Podemos tapar las goteras o cambiar el marco de las ventanas; podemos pintar el edificio o esperar hasta que se ponga de modo una vez mas. En cambio resulta mas dificil mantener su existencia si se esta derrumbando. Existen casos tan famosos como el de la Catedral de Winchester, que se apoya sobre una estructura de troncos.
Cuando se descubrio este problema, para solucionarlo se desarrollo una tecnica de cimentacion, con hormigon. En la actualidad muchos edificios eclesiasticos poseen cimientos "cementados", pilares de piedra que hoy por hoy estan constituidos mucho mas por hormigon que por la piedra original, torres en las que trabajosamente se ha reemplazado la estructura de madera por una mascara de cemento. Pero todo este problema constituye una excepcion y esta justificado, puesto que el calor intrinseco de este tipo de edificios hace necesario falsificar la situacion fisica original con tal de conservarlos.
Detras de sus fachadas, la mayor parte de los edificios se ajusta a un numero relativamente pequeña de jugadas estructurales basicas. A la nueva le sigue la habitacion construida. Con el correr del tiempo, los muros exteriores quedan preparados estructuralmente del techo. El dintel se extiende y perfecciona hasta que se convierte en una viga. Del mismo modo, la pared se perfecciona hasta que solo se hace necesario en los puntos en donde una viga reposa sobre ella, y entonces aparece un nuevo componente: la columna. A esta altura de los acontecimientos se produce un avance importante: la estructura y el cerramiento ya no son interdependientes en la masa total del edificio. Una estructura de columna y vigas puede ser llevado o no con elementos de cierre, segun sean los requerimientos. La manipulacion de los elementos estructurales y de los elementos de relleno constituye el punto de encuentro de la estructura basica con la decorativa.
El desarrollo del arbotante, que constituye un perfeccionamiento del muro (pero que en algunos aspectos no difiere tanto de la caverna y del apilamiento de piedras), produjo la cupula, y, a su tiempo, el arco. De este modo, la norma estricta segun la cual un recinto, aunque ya no dependiera de la masa, estaba todavia definida por los limites del pilar y del dintel, quedo rota; con una cupula se puede abarcar una dimension mucho mayor que con casi todos los tipos de vigas. Estos tres elementos (columna, viga y arco o cupula) siguen siendo, en muchos aspectos, la base estructural de la mayor parte de los edificios.
La invencion del hormigon armado y anteriormente, la del hierro y del acero, extendieron el margen de la aplicacion, pero no revisaron concretamente la teoria. Los edificios son solidos (a menudo lo solido aparece ahora como un agregado de la construccion alveolar), estan constituidos por un sistema de pilar-y-viga (las estructuras que resulta posible construir con la tecnologia actual son a menudo extremadamente complejas y utilizan la transferencia tridimensional de fuerzas en multiples direcciones, pero fue el dintel el que inicio todo esto), o estan formados por sistemas arqueados o abovedados. El hormigon alcanzo tal resistencia con el refuerzo de armaduras y barras de acero que la construccion de represas de grandes dimensiones constituye ahora un lugar comun. La prefabricacion se basa en gran medida en el sistema de marcos estructurales, ya que sus elementos se dividen en primarios (marco) y secundarios (relleno); esta division resulta muy adecuada para cumplir con las necesidades de la standarizacion.
A lo largo del tiempo, los arquitectos han mantenido una especie de relacion de amor-odio, con el mundo de la ingenieria. En el curso de los ultimos doscientos años ha sido posible emplear a un arquitecto y aun ingeniero como creativos diferentes, ya que existia una neta linea divisoria trazado en uno y otro. En muchos casos, el aceptado papel del arquitecto consistio en embellecer los edificios mediante la aplicacion de una corteza de material estilizado, sobrepuesta a las estructuras ingenieriles basicas. De esto resulta que, retrospectivamente, los edificios del siglo XIX mas admirados por los arquitectos modernos son aquellos en los que solo intervino la pura ingenieria, como las simples estaciones de ferrocarril con sus techos sencillos y atrayentes, los puentes de hierro fundido y los depositos, obras todas no consideradas como dignas de merecer los costos de la arquitectura.
En otro nivel, la relacion amor-odio esta expresada en la diferencia de actitud frente a los techos que asumen ingenieros y arquitectos y que surgen de su distinta formacion profesional. La primera disciplina muestra una tendencia pragmatica en tanto que la segunda es instintiva. En el nivel mas alto, estas diferencias desaparecen, pero muchos de los edificios que vemos a nuestro alrededor poseen todavia las huellas de esta falta de comunicacion entre las intenciones de los dos gremios que detentaron la responsabilidad mayor en la creacion de la forma de nuestro entorno. Otro aspecto de esta falta de realcion deriva del metodo intuitivo que la mayoria de los arquitectos utiliza para resolver sus problemas, rehuyendo lo que considera una falta de sensibilidad a la ingenieria actual.
La concepcion del edificio debe ajustarse (¿acaso limitarse?), frente a las exigencias de la estructura. Pero tal vez se trate de un fenomeno pasajero; en el curso de la historia, muchos de los grandes adelantos conceptuales se han puesto de manifiesto a traves de sol que poseian una imagen netamente ingenieril.
En la tercera categoria basica, la de la cupula o el arco, la idea de una nueva explosion espacial dentro de un recinto abovedado dio origen a las iglesias bizantinas, al Panteon o a las termas de Caracalla. Con la arquitectura gotica se produjo un enraizamiento del sistema del arco y la boveda o la busqueda de una estructura verdaderamente dinamica: bovedas, ventanas enormes y grandiosos arbotantes. Posteriormente la arquitectura se convierte en algo asi como una historia de la aplicacion de menos materiales. La adaptacion de los metodos descritos, que segun hemos señalado forman la base de la tradicion arquitectonica, constituye sin lugar a dudas un hecho sobresaliente en este periodo. Los primeros balbuceos en el lenguaje de un nuevo material son cautelosos, pero cuando su potencial comienza a ser realmente comprendido los resultados se hacen mas creativos y atrayentes. Empleando acero y vidrio no solo se han producido edificios completos, sino que el empleo mismo de estos materiales representa la capacidad del hombre para ejercer un control sobre su entorno. A esta altura de los techos el manejo de los materiales supera ampliamente a la simple artesania.
Si tomanos las estructuras de peliculas inflabes que constituyen un simbolo exerno de las posibilidades tecnologicas de la arquitectura actual, podemos considerarlas como el maximo refinamiento alcanzado en el manejo de los metodos basicos, casi como un producto de ciencia-ficcion hecho realidad. La estructura depende del aire para mantener su presion y otro tanto ocurre en cuanto a la posicion de la pelicula. Esta piel posee un espesor infinitesimal: cuando esta desinflado el edificio entero se reduce a casi nada; el edificio puede estar aqui..... o no estar aqui; se lo puede colgar, atar, hacer flotar. Pero solo se puede considerar este diseño como la etapa mas reciente del proceso de refinamiento de la forma abovedada, o como una nueva variante del recinto. Significativamente, abarca tanto la tradicion como la ampliacion de nuestro conocimiento metodologico y resulta, por lo tanto, atrayente. Para descubrir los razonamientos que sustentan un diseño debemos tratar de comprender la psicologia que sustenta la mayor parte de la arquitectura. El estado hibrido que asume eventualmente la arquitectura -el arquitecto como homo universale con capacidad creadora para absorber la estetica, la sociologia, las ciencias, la economia, el arte, la polomeria y todo lo demas- no es demasiado antigua.
La cuestion era mas simple cuando el arquitecto que seguia la corriente podia comprar un manual de las Reglas de la Arquitectura donde contaban los cinco ordenes clasicos y los detalles necesarios para darles forma y podia revestir a cualquier edificios de acuerdo con una formula estilistica. Esta postura ignoraba con toda naturalidad, el hecho ya analizado de que los grandes edificios rompen con las normas y el que una formula estilistico, no equivale a un diseño. No obstante, un porton en una aldea inglesa podia simular, una disciplina cuyos origenes se remonten a la antigua Grecia.
La gente hacia el gran tour visitando los centros de la Antigüedad Clasica de Grecia y de Roma. Como consecuencia de esto se empezaron a registrar los edificios arquetipicos de esas epocas en las enormes ediciones que todos conocemos, llenas de exquisitos grabados representando las elevaciones, secciones y plantas. El alto Renacimiento Italiano fue transmitido a Inglaterra en forma analoga y a partir de Iñigo Jones, se inicio la produccion local, con capacidad imaginativa suficiente como para producir sus propias obras. La interpretacion resultada todavia un requisito transmitido a Inglaterra en forma analoga, y a partir de Iñigo Jones, se inicio al produccion local, con capacidad imaginativa suficiente como para producir sus propias obras. La interpreteacion resultaba todavia un requisito necesario, a menos que, se desarrollara la capacidad suficiente para ver mas alla del libro de normas. Esto parecia alcanzable si era uno mismo quien hacia la gran gira, y el metodo inductivo sobrevivio hasta nuestro siglo, en el que la enseñanza de la arquitectura y una cierta formalizacion de las teorias alcanzaron un grado de diversificacion de las teorias alcanzaron un grado de diversificacion suficiente. Sin embargo hasta el ultimo edificio de un Le Corbusier (en el caso de que uno viva en Europa) como el de un Louis Kahn (en el caso de que uno viva en los Estados Unidos), genera una epidemia de visitas estudiantiles en las que la camara fotografica reemplaza el buril del grabador.
Pero asi como la corriente general ha necesitado cientos de arquetipos aceptados, la vanguardia ha visto siempre que su tarea era crearlos. El lapso que transcurre entre el proceso de creacion y el de aceptacion por parte de la corriente general ha disminuido, pasando de medirse en siglos a medirse en un par de años, cuando se trata por ejemplo de un arquitecto de moda. La situacion durante la epoca del pre-Renacimiento crea tambien la de su resurgimiento de la cultura en su totalidad, despues de la oscuridad de las epocas oscuras, como la de un resurgimiento de la utilizacion de los diversos ordenes, entablamentos y molduras.
Esta identidad de asociacion entre los detalles formales y los techos de una cultura perdura todavia entre nosotros. La arquitectura moderna deriva en gran parte de la dinamica politica y social implicita en la creacion de la vida de la vivienda popular, esto es, de la afirmacion del proletariado, y de la bancarrota de las antiguas jerarquias que tenian a la casa-solariega como base. Vers une architecture, la obra de Le Corbusier que presenta el concepto de la casa como una maquina, saca mucho partido de las ilustraciones de automoivles y barcos. Hay un gran vigor en la escala sobrehumana de una fachada modelada o en el tamaño gigantesco de los edificios constructivistas. No es solo por sus detalles formales que la usine electric de la AEG , diseñada por Peter Behrens, sigue constituyendo mi arquetipo de los arquitectos jovenes. En la actualidad, la conquista del espacio y del mundo submarino poseen algunas sugerencias creadoras.
Ya sean validas o no, esta asociaciones de ideas han hecho avanzar a la experimentacion arquitectonica por el camino indirecto que consiste en nutrirse de la situacion cultural creada por las conquistas que han tenido lugar en otras composiciones. Al mismo tiempo, se desenvuelve la vista constantemente hacia la Antigüedad y hacia las arquitecturas del pasado en busca de absolutos, de recetas universales para la solucion de los problemas.
De tiempo en tiempo, se realiza un nuevo "descubrimiento" en virtud del cual se advierte que el trazado de una ciudad griega o las proporciones de una iglesia cristiana primitiva contienen un pensamiento formal que puede ser aprovechado en el presente. El problema propio de este procedimiento consiste en que resulta menos digno de confianza que los hechos nuevos y esta casi siempre teñido de las preferencias personales del investigador.
Por muy interesante que resulte teorizar abstractamente sobre los edificios, puede ser sumamente peligroso si no se han referencias concretas a la forma, la apariencia y la mecanica del edificio mismo. Y sobre todo, el procedimiento carece de valor si no se poseen ciertos conocimientos, de los medios disponibles en la epoca (y de si fueron explotados cabalmente),  ya que esto constituye la sustancia concreta de la arquitectura.
Podemos intentar ahora establecer una escala de valores. Si descontamos la jerarquia tradicional atribuida a la importancia del tipo de construcciones "cosa que en realidad debemos hacer, todo edificio representa un esfuerzo por conseguir el nivel mas elevado y absoluto.
¿Es viable este modo de pensar? Las ideas imperantes en la actualidad tienden a considerar cada vez -el edificio aislado como a una entidad en si mismo. Esta consideracion no solo proviene de las legislaciones urbanisticas sino tambien del conjunto de ideas que rigen el urbanismo actual. La idea de que cada hombre posea su castillo ya no resulta necesariamente buena, pero aun cuando lo fuera, las necesidades que determinan la construccion de un tipo de edificio no deben imponersele a otro. Actualmente la construccion esta mucho mas dirigida al beneficio de la comunidad, y es un sub-producto cultural y politico; el entorno esta ahi para que todos gocen de él, y con el termino amenidad nos referimos a una instalacion comunal, de modo que nuestro edificio debe ser considerado dentro de la totalizacion del contexto, tanto desde el punto de vista estetico, tanto desde el punto de vista del urbanismo como desde el punto de vista estetico. Si estas consideraciones resultan restrictivas tendriamos que encontrar algun medio que nos permitiera eliminarlas para que no perturbaran la adopcion de decisiones positivas.
El problema del agrupamiento de fuerzas se convierte en algo basico cuando se trata de hacer cualquier cosa que rebase los limites de una celula aislada. La subjetividad entra furtivamente en juego de aqui en adelante. Los recintos o grupos de recintos, potencialmente mas interesantes son los que reciben tratamiento, si se supera esa valla, llegamos al recurso contrapustistico de la jaula (The Cage), y la caja (The Box). Si consideramos que la jaula representa la unidad de control, el metodo pareceria resultar valido dentro de un margen sumamente amplio. En el trazado de una ciudad, la jaula esta constituido por las calles, los rios, las vias ferreas; las cajas son manzanas o inclusive edificios independientes. En una escuela, la jaula es la red de aulas. En ciertos casos, la ida tiene tambien validez tomada en sentido vertical; en una torre de viviendas, la jaula esta formada por la luz y las vistas del perimetro, por los corredores y tubos de ascensores, por el conducto de la basura, etc...; la caja, naturalmente esta constituida por las viviendas.
Inclusive en una iglesia de trazado medieval puede verse facilmente la jaula constituida por la linea de cal que separa nave y ala en una direccion, crucero y transepto en la otra, y la caja constituida por elementos que influyen entre si, pero que no obstante estan claramente definidos tanto espacial como liturgicamente. En una escala mucho mas pequeña, se puede encontrar una analogia con la definicion jaula y espacios servidos, pero este es un refinamiento que se puede analizar mas adelante.
Como la arquitectura es un arte social, el valor de un edificio debe residir fundamentalmente en su capacidad para crear un entorno basado en la consideracion de situaciones humanas. El arquitecto puede, si asi lo desea, regular por su propia cuenta el limite que le imponen pautas culturales existentes. Un bloque de departamentos puede ser diseñado de acuerdo con las mismas normas de espacio, luz, densidad y distribucion a que sus inquilinos hayan estado habituados en otros edificios, pero la mayoria de los buenos arquitectos no se contentaria solamente con esto. No se trata de una cuestion de arrogancia, sino de dar una respuesta al desafio que significa proyectar un edificio que no es meramente una construccion sino una verdadera prolongacion del cuerpo humano.
La arquitectura producto de una determinada sociedad refleja en sus formas los prejuicios de esa misma sociedad. En terminos absoluto, el arquitecto considera su edificio como la encarnacion de un ideal social. Generalmente el edificio es el producto de la norma aceptada, pero en los edificios experimentales se encuentra, a veces, el espiritu de una vida nueva.
Los distintos aspectos de la vida de la sociedad medieval distaban mucho de estar intercoordinados y que la historia de los ultimos 400 años ha consistido en una serie de explosiones en procura de la emancipacion. La arquitectura que se desarrolla paralelamente a estos hechos, los refleja, pero de algun modo se las arregla para pulir las asperezas. La costumbre de mirar hacia atras hacia la tradicion, tiene mucho que ver con esto. Si tomamos como ejemplo el desarrollo de la vivienda, no encontramos una diferencia significativa entre la choza y el cottage entre este y una mansion de muchas habitaciones, y tampoco entre ultimo y las viviendas de dos pisos auspiciadas por los organos planificadores actuales. Las normas relativas al espacio mejoran, y surgen determinados arquetipos (como el de los pisos hacia arriba y dos pisos hacia abajo), pero las pautas sociales ejercen una fuerza mucho mayor sobre el planeamiento en general que sobre esas normas en particular.
La sociedad del Renacimiento conservaba mucho de la sociedad medieval. El resurgimiento del saber y la realizacion de nuevos refinamientos fue dominio de los ricos y de de los instruidos; sus palacios y seminarios podian reclamar y producir una arquitectura. El trazado de las ciudades reflejó los gustos de ese grupo y las viviendas se adaptaron a la forma de caja que les fue asignado, pero no absorbieron con rapidez los nuevos perfeccionamientos. Los diversos tipos de edificios que surgieron en el curso de los siglos XVIII y XIX, se derivan, naturalmente de las formas precedentes; la fabrica y el cuartel de bomberos todavia tiene en esa epoca mucho del espiritu de los palacios, si bien desde el punto de vista funcional han desarrollado en algo su propia forma de organismo.
Pero este hecho paso casi inadvertido durante largo lapso; todos tenemos presente la imagen del edificio publico, no la de un edificio publico determinado, sino precisamente, la del edificio publico......... por lo general de estilo clasico.
Curiosamente, el snobismo y el buen gusto han contribuido mas al desarrollo de la arquitectura que la humildad y el sentido de lo tradicional. El mercado del siglo XVIII, que deseaba alcanzar algunos de los refinamientos gozados por la gente tradicionalmente rica puso sus ojos especialmente en la arquitectura en que esta vivia. Y lo que se inicio al principio como una decoracion, por ejemplo la adicion de un portico con columnas en una casa amplia de factura medieval se desarrollo mas tarde como arquitectura.
La construccion de un gran salon y la elevacion del piso principal, aunque solo fuera para permitir el añadido de pilastras, determinaron cambios en la organizacion de la vivienda. la reaccion en cadena que se produjo a lo largo de la escala social llevo, con el tiempo, a la metamorfosis de pueblos y ciudades. Posteriormente, el concepto de la villa determina un cambio aun mayor. El fuerte surgimiento de la clase medida trajo consigo la supuesta idea de que se debia gozar de un entorno independiente, idea que no guardaba ninguna proporcion con la realidad. La villa, con su propio lote de tierra y su propia identidad (circundado idealmente, por el aire libre o, por lo semi-aislado"), actualmente debia poseer los detalles de la vivienda del rico.
El trazado de las ciudades, dejando de ser algo impuesto por guiones que ejercian el poder, se convirtio en una herramienta que podia capitalizar estas aspiraciones. Se hizo conveniente establecer una trama que pudiera absorber tanto a la vivienda urbana (el mas cultural de los desarrollos a partir de la vivienda tradicional), como a la villa -cosa sorprendente y pavorosa: todavia existen villas; el feston de viviendas independientes formas parte de la sociedad occidental. Igualmente el celebre concepto de la ciudad-jardin -ideado por Ebenezer Howard, pero cuyas raices se encuentran en el movimiento romantico del siglo XIX-, jerarquiza las villas.
El matiz deseado para la ciudad-jardin y para el suburbio jardin era el retorno a la sencillez (y por supuesto, a las formas concretas) de la aldea y del cottage, en donde cada cual cultivaria sus propias hortalizas y gozaria del sol, la luz y el aire.
En el interior se habia producido una limitacion de los contactos humanos estratificados alrededor de las instituciones que reemplazaba al antiguo gran orden social. A medida que apareciean oportunidades y nuevas composiciones de actividad, se desarrollaban tambien nuevas tradiciones e intimidades y nuevas composiciones de actividad, se desarrollaban tambien nuevas tradiciones e imaginaban tambien nuevas tradiciones e imagenes y hasta nuevos lenguajes. Cuando entramos al edificio de un banco, con su aureola de dignidad y solidez, penetramos en un mundo que esta separado de la calle; el arquitecto ha creado la envoltura adecuada para esta atmosfera. La palabra institucional es un termino condenatorio especificio, peso a lo cual lo aceptamos y empleamos para reconocer distintos tipos de edificios del mism modo que nos adherimos a agrupaciones sociales de una u otra clase. Cuando pasamos de una atmosfera a otra, experimentamos distintos generos de arquitectura. Pero un exceso de auto.concienica de este respecto puede implicar un peligro de falsedad.
La ampliacion del margen tecnologico y de la discusion intelectual en el estudio de la arquitectura ha comenzado a ejercer sus efectos sobre el uso creador de la sociologia aplicada al diseño de edificios. En la actualidad, en muy pocos casos se intetnaria la revnoacion de un sector urbano sin efectuar relevamientos sociales de uno u otro tipo. Concretamente se trazan analogias entre los esquemas y formas de vida y sus psoibles forms de ogranizacion arquitectonica.
Hoy se ha hecho consciente que las ciudades antiguas, donde cada actividad estaba muy proxima a todas las demas, posiean una cualidad de partiicpacion humana que se producia una compartimentacion de las actividades.
En esos pueblos apiñados nunca se hubieron producido casos como la melancolia de las ciudades nuevas. Ahora se analizan diversos elementos para dar con la esencia de lo que podia configurar una buena manera de vivir. Esta esencia ¿reside en la calle, con lo que comporta en cuanto a lugar de reunion y a punto de refrencia domestico y urbano? ¿O reside en el cerco del jardin, que funcione al mismo tiempo como linea divisoria, y como punto de conversacion entre vecinos? ¿O reside en la existencia de centros de atraccion urbanos? Podemos encontar un modo de racionalizar conjuntamente los hechos fisicos y los esquemas de vida para reemplazar la arquitectura. Por otra parte, esta podria ser precisamente otra de las muchas definiciones posibles de la arquitectura.
El avance definitivo realizado por la arquitectura moderna ha estado representado por un manifiesto espiritu de libertad. Ahora podria surgir un movimiento en el cual los edificios ya no se limitarian a cubrir la vida con una envoltura, sino que extraerian de la vida con una envoltura, sino que extraerian de la vida la inspiracion suficiente como para consfigruar un entorno completamente nuevo.
El termino funcionalismo era mas amplio que el de ergonomia, puesto que reflejaba este nuevo espiritu. En algunas ocasiones, cuando podira reunirse en numero suficiente de nuestros edificios, como ocurrio por ejemplo en la Exposicion de Weissenhof o en la de Estocolmo de 1930, esta rafaga de aire fresco se hacia sentir con mucha fuerza. El movimeinto, agregado a la claridad  -debemos recordar que los muros lisos, blancos o de colores claros de los edificios modernos contrastaban fuertemente con la ornamentacion eclectica y abigarrada tipica de comienzos de siglo (el estilo eduardiano" en Inglaterar, por ejemplo)- les confiere a estos edificios una cualidad teatral.
No hay que burlarse de esta cualidad puesto que es en el teatro donde solemos estar mas alertas que en ninguna otra parte a las sutilezas de la atmosfera: precisamente la atmosfera es un poderoso integrante de cualquier entorno, sea este arquitectonico o de otro genero.
En su caracter tan afirmativo, la arquitectura moderna ha reunido recursos que combiann nuevos materiales y tecnicas, y que al mismo tiempo le confieren un efecto teatral. La escalera vidriada ha llegado a ser uno de los ejemplos mas tipicos; esta expresion toma un episodio que representa una ruputra en el ritmo de los pisos, y lo presenta abiertamente al visitante sacando todo el partido posible de las imagenes que puedan dari idea de libertad, liviandad, movimiento e importancia. Y constituyendo al mismo tiempo una ingeniosa muestra de aprovechamiento del hormigon. El balcon es otro caso semejante: en este, el simbolismo que significa liberarse de la restriccion de las paredes y unir el interior con el exterior parece a menudo combinado con una enfatica horizontalidad. Estas dos ideas nos interesan en cuanto no hubieran podido existir sin la invencion del hormigon armado y de la ventana metalica. Por muy importante que sea desde el punto de vista filosofico el hecho de la realcion exterior-interior (ya ya tuvimos un atisbo de esto cuando la invenicon de la columna hizo innecesario el empleo del muro continuo), en realidad podemos decir que solo ahora ha iniciado su desarrollo.
Los victorianos tenia sus invernaderos, objetos por cierto maravillosos, pero eran piezas unicas y aisladas.
La importancia atribuida por la nueva arquitectrua el abandono de la ventana clasica tiene una estrecha vinculacion con la idea del plan libre; se utiliza el balcon como una oportunidad para poder decir: "aqui esta  nuestro piso". El amplio ventanal de vidrio, producto de esta misma libertad, a veces es considerado solo como un accidente mas o menos tedioso. En las casas californianas de Richard Neutra, el clima permite efectivamente que el vidrio permanezca corrido durante la mayor parte del tiempo y que la relacion interior-exterior se convierta en una realidad. La horizontalidad no puede ser separada por completo de la idea de velocidad y de alarde ingenieril.
Los constructivistas rusos vieron la imagen de un nuevo mundo no solo en el cemento sino tambien en el acero. Como sus comienzos tuvieron mucho que ver con la eliminacion de lo decorativo en las artes plasticas (varios de los pintores y arquitectos constructivistas estaban estrechamente asociados), las nitidas jaulas de los esqueletos de hormigon estaban puros. Los futuristas, un grupo de arquitectos y pensadores italianos y en particular Antonio Sant´Elia -en el mismo periodo, hacia 1920- estaban producidos por la velocidad. El termino futurista paso a ser un rotulo popular aplicado a las ventanas horizontales ubicadas en cualquier contexto a la decoracion tipo "sol naciente", y a los autos de carrera, y, por sobre todo, el aerodinamismo. No cabe duda de que al horizontalidad de la arquitectura moderna - desarrollada a partir de uan idea artistica- y la forma aerodinamica -desarrollada a partir de una idea de la ingenieria- que se consolidaron en un estilo definido.
La historia del vestibulo de entrada ejemplifica el modo en que un elemento tradiciional, cuya funcion no ha ccambiado fundamentalmente en el curso de siglos, ha absorbido diferentes modalidaes arquitectonicas. Se trata, por definicion, de un punto clave del edificio y unico en toda su organizacion. Señala el punto de transicion entre el entorno exterior y la parte mas importante del edificio. Asimsmo, puede constituir un punto de referencia dentro de la trama de la fachada. En estructuras sencillas, puede ser tan solo una especie de porche refinado. Cuando se lo compone en forma simetrica, el proposito puede ser el de conferirle una puntuacion arquitectonica que muchas veces puede ser totalmente desproporcionada con relacion a su funcion. A medida que el edificio se hace mas refinado es sencillamente mas grande, la necesidad de organizar este vestibulo le confiere inmediatamente, el enfasis adecuado.
Tratandose de un espacio unico, se le puede conferir una caracteristica unica. El vestibulo se convierte casi en una comarca abovedada, tal vez con una escalera que se eleva en su interior y que ayuda a marcar su funcion. En los edificios romanticos podia intentarse realizar un control de la luz dandole forma de torre. En la arquitectura del siglo XX, este espacio no ha sido superado solo ha sido aumentado.
Pero el paso del exterior al interior se convierte asimismo en un simbolo del paso de lo viejo a lo nuevo. El vestibulo alberga ahora un numero mucho mayor de actividades; se convierte en recinto de exposiciones en sala de espera y, estilisticamente, en una dramatizacion que realza el caracter del resto del edificio, de el del gran centro urbano, como una enorme estructura capaz de alojar a gran numero de edificios independientes. Dentro de estos esquemas desaparecera gran parte del significado que tiene el acto de "entrar" y el correspondiente elemento de entrada. Parece posible que estas cosas ocurran, y ello significa tanto un argumento a favor de la inevitalidad de los cambios como un argumento contra la nueva aceptacion de los partis pris historicos. En estos ejemplos, el diseño del edificio absorbe, controla, casi inventa un episodio.
Esta faceta del acto total de planear tiene poco que ver con abstracciones. Esta sumamente condicionado por la epoca, la imagineria y la personalidad del centro.
La arquitectura del pasado lejano utilizaba un lenguaje estatico; la arquitectura del pasado inmediato ha tenido que inventarse en un lenguaje para absorber la dinamica y el cambio; es atinado predecir que la arquitectura del futuro podria representar concretamente esta dinamica.
Se habla mucho con respecto a la escala. Tradicionalmente se ha pensado que existe una escala adecuada para las distintas partes funcionales. Desde el nivel mas primitivo, representado por la altura de un hombre como factor determinante de la altura de una puerta, hasta los calculos sumamente complejos en los que la intensidad de la luz determina la profundidad de una habitacion, la unidad de medida ha sido el ser humano, mas o menos tal como es naturalmente. Pero la invencion del propio edificio crea una situacion que no es del todo natural. La invencion del ascensor, de la ventana con doble vidrio, la calefaccion y la ventilacion eficaces, la hidraulica, y la cortina de aire, son elementos condicionantes de tal caracter que las ideas elementales del pasado ya no resultan validas. Pero este abandono de los simbolos inteligibles crea una justificada incomodidad en el espectador. Con frecuencia, los edificios mas atrayentes del ultimo medio siglo han recibido el calificativo de inhumanos. Esta sensacion de inhumanidad constituye una prueba del poder que tiene la asociacion de ideas en lo que respecta al diseño.
Todo el problema del control de actividades es algo que puede ser armonizado. El espacio no es solamente dimensional: la solucion de un angulo puede constituir una manifestacion de arquitectura. Para intensificar la atmosfera de un habitante bajamos al cielorraso y damos cabida a mas gente por metro cuadrado; para impresionar, elevamos a altura del techo y aumentamos correlativamente las proporciones de puertas y ventanas.
Esto significa elasticidad en el nivel mas sencillo, pero las condiciones complejas de las ciudades, hacen que el control de movimientos, ruido, tranquilidad, constituyen problemas de la ingenieria. En la aldea cada cosa ocupa su lugar: la iglesia frente a la plaza: la calle principal con la Taberna en la esquina. Al parecer las variaciones de posicion no nos impiden comprender el significado general. Volvamos al importante simbolismo de las partes. Una organizacion compleja contiene probablemente un numero excesivo de elementos como para que estos puedan tener alguna significacion simbolica -aparte de que todos ellos pueden ser nuevos-, de modo que la caja estructural se convierte en un elemento importante, tal vez mas como simbolo que como mecanismo.
Podemos reflejar nuestra experiencia de los edificios en un grafico y ver como se encuentra influida por las condiciones a las que estamos generalmente habituados.
Esto puede explicar nuestra experiencia de los edificios en un grafico y ver como se encuentra influida por las condiciones a las que estamos generalmente habituados. Esto puede explicar la habitual preferencia por el aspecto tradicional de las cosas; en arquitectura, la familiaridad engendra el confort. La velocidad de asimilacion de la nueva arquitectura puede tener algo que ver con esto. Por supuesto este grafico constituye una generalizacion, pero marca una similitud de grado entre los lugares tal cual los experimentamos algunos ejemplos. Un restaurante al cual acudimos de tiempo en tiempo constituye una situacion y posee una atmosfera determinada que le es peculiar, si bien no personal. Como es un lugar relativamente transitorio en comparacion con el hogar, podemos tolerar en el una decoracion mas frondosa, un ruido mas fuerte, un caracter mas hibrido que los del lugar en que nos gustaria vivir.
Otras situaciones pueden ser extremas. El objeto transitorio pude ser un mojon o un lugar donde la gente esta encerrada, pero en transito. En uno u otro caso la imagen de estos lugares no debe mantenerse duramente tanto tiempo como en el caso de restaurantes, pero a efectos de que sea registrado. Incluso en un dia muy calido descendemos gustoso en las estaciones y buscamos, por el solo gusto de cambiar, el contraste de una temperatura desfavorable. por ese medio, ya de regreso con el coche recien estamos en condiciones de disfrutar la fescura artificial. Del mismo modo la capacidad de un visitante para gozar de una vista inssitente de obras maestras, disminuye con rapidez cuando no estamos en condiciones de recrear su espiritu e intervalos. Tras cada impresion es preciso que se siente en un estado neutral, independiente, atnes de que pueda hacer penetrar en el una nueva impresion. Cuando el visitante recorre una galeria no podemos mantenerlo durante largas horas en un extasis sublime; pero un habil plan que logre reanimarlo siempre de nuevo mediante efectos variables de espacio y luz y una manera de exhibicion rica, en contraste, puede mantener despierto su interes en tension. Solo por este medio de aprovechar su natural capacidad de adaptacion podra participar de una manera activa y sin fatigarse.
Junto a las atracciones preferidas, como ser conferencias y exhibicion de peliculas y a la disposicion de espacios para la lectura y estudios, los espacios para la lectura, y estudios, los espacios destinados para las exposiciones y la ordenacion de los objetos expuestos deberan ofrecer una serie de curiosidades cautivantes que en sucesion temporal y en escala de tamaño estuviesen condiconadas a la capacidad receptiva del visitante.
En la estructuracion de los edificios publicos la violacion de la medida humana, que nunca perderemos de vista, nos sirve de norma para la intuicion espacial. El interes intelectual de cada visitante se vera disminuido o intensificado segun nosotros agrandemos o disminuyamos el tamaño optico de un objeto. Me acuerdo del violento escalofrio fisico que tuve cuando vi en un filme, la imaginacion aumentada de un escorpion y de una langosta, que como dos monstruos gigantes, se deshacian en pedazos trabados en lucha de orda o muerte. Solo por el aumento del fenomeno optico que produjo una relacion mental mas estrecha, se manifestaron esas violantes reacciones fisicas que no hubieran tenido lugar si hubiese observado esa lucha en su tamaño natural.
Para dominar por el temor a sus subditos, los emperadores romanos que se consideraban a Dios exhibian por la ciudad su propia imagen de tamaño superior a la medida humana. Hitler y Mussolini, recibian en espacios colosales, sentados a la parte directamente opuesta a la entrada. El visitante que estaba alli sentiase intimidado a medida que iba avanzado.
Pero en el Estado democratico el acento recae sobre la libertad del individuo; aqui el arquitecto no puede dejarse extraviar por la norma que dicta el delirio de grandeza, hoy no debe buscar la expresion monumental a traves de recursos intimidatorios. Lo que en el ejercera un efecto de seductora invitacion es la estructura espacial concretamente relacionada -por obra del arte del diseño creador- en espacio y medido con la espontanea capacidad conceptual del visitante.
El resultado de todas estas observaciones me lleva a la conclusion de que las dimensiones y percepciones sensoriales humanas son las que deben terminar la composicion espacial de un museo, y no el humor a la personal ambicion de un mecenas, por magnanimo que sea, y de su demasiado complaciente arquitecto.
En suma, un edificio publico como es un museo debe estimular al visitante, y en modo alguno dictarle. Su proyecto ha de evitar expresamente, por las razones enumeradas, todas las barreras psicologicas y fisicas. El edificio debe ser el mediador hacia su objetivo, no un objetivo en si mismo; satisfechas esta condiciones entonces ya se podra decir que su medida es humana.
A esta exigencia de una norma referida al hombre agregamos ahora la de variabilidad espacial. Hemos establecido que el cambio y la sorpresa son los factores apropiados para conservar la frescura del interes en el visitante. ¿De que manera puede contribuir el diseñador de un museo para hacer un edificio aceptable y del museo un organismo vivo?
Las vertiginosas transformaciones sobrevenidas en la ultima decada nos han convencido de que las exigencias propias de un museo cambien sin cesar. Pero, ¿es posible estructurar, dandole caracter variable, un digno museo construido para perdurar? Si es posible a saber: con ayuda de un bien proyectado museo de paredes transversales y moviles, tecnicamente bien construidas, facilmente trasnprotables. Las diferentes divisiones principales del museo deben disponerse como grandes espacios neutrales, cerrados por paredes inamovibles. Dentro de estos se podra entonces adaptar la ordenacion espacial segun sean las exigencias de cada caso.
Hoy en dia resulta tecnicamente posible retirar paredes medianeras y manejar sus partes desmontables. Sin ninguna clase de perjuicios. Se ha de evitar en cada caso una ordenacion de paredes rigida. Tambien puede prescindirse de las puertas entre las secciones espaciales particulares. Por ese medio se creara una continuidad espacial que mantendra despiertos en los visitantes el afan de aprender y la expectativa, y esto constituye claro esta nuestro proposito capital.
La solucion del problema de una iluminacion apropiada exige consideraciones sagaces. ¿Deben utilizarse ventanas o diferentes clases de claraboyas? ¿Debe excluirse toda luz natural y tender a un museo sin ventanas iluminado artificialmente? ¿O debe procederse a una combinacion de estos metodos de iluminacion? Un informe del Comittee on Art-Gallery Ligting of the Illuminating Engineering Society, constituye un dictamen valioso de la ciencia moderna. Se procura en el él, imponer orden en los multiples problemas de iluminacion que pueden presentarse en un museo. Este informe podria ser una pauta util para los diseñadores de museos y los directores responsables de la exposicion. En un punto fundamental empero, voy a rebatir las conclusiones del documento. Cito del informe: "Actualmente cada galeria de arte puede ser artificialmente iluminado con mejor efecto que es posible base de luz natural. Por lo demas, de esa forma cada objeto sera mostrado siempre bajo su aspecto mejor, cosa que con luz natural ello se reduce a un episodio fugaz". "¿Un episodio fugaz?" Segun mi modo de apreciar, hay aqui un intento de simplificar erroneo ya que la mejor luz artificial que puede alcanzarse y que hace visibles todos los primores de un objeto de exposicion no deja de ser por ello menos estatico. Por el contrario, la luz natural es dinamica, es viva es virtud de que cambia de continuo. El efecto de episodio fugaz producido por el cambio de la luz es precisamente lo que nosotros deseamos.
Me acuerdo ahora de una experiencia que hizo en mi una impresion muy viva cierta vez en el Museo Pergamon de Berlin. La luz que caia de las claraboyas sobre los muros del templo que habia parecido difusa y fatigante. Una tarde llegue en el momento en que un fotografo con su proyector daba vueltas a fin de hallar un lugar apropiado para hacer una toma. Me entusiasmo el poderoso efecto de la luz que se movia a un lado y a otro. Repentinamente los relieves adquirieron vida y descubri en las esculturas una belleza que con anterioridad no habia advertido. Recuerdese ahora la sorpresa que se experimenta cuando en una catedral un rayo de sol penetra por una ventana, y, transitando lentamente por la nave, de pronto cae sobre la imagen del altar. Que hermosa impresion recibe el espectador, aunque solo se trate de un episodio fugaz. ¿No es posible, precisamente a traves de ese tipo de sorpresas, proporcionar igual a los visitantes del museo impresiones?
Para una iluminacion efectiva, dos factores me parecen de importancia:
•  Luz natural. A traves de su incesante cambio de direccion, intensidad y color, la luz natural sobre los objetos estimula nuestra natural capacidad receptiva y atenua el efecto mortificante propio de toda otra luz estatica, por perfecta que sea.
•  Luz artificial. Si iluminamos solo debilmente un espacio destinado para exposiciones, pero concentramos, -evitando la luz resplandeciente directamente- luz potente sobre los objetos, el visitante se relaja manteniendo su capacidad receptiva y su interes.
El desarrollo de la ciencia y la tecnica no es todavia tan grande como para poder dar satisfaccion practicamente, todas las exigencias de la iluminacion. Algun dia dispondremos tal vez de luz movible que aplica a potencia y calidad. Mas hasta tanto la luz artificial no puede satisfacer nuestras exigencias, buscaremos una combinacion de luz natural y artificial.
Luego del mencionado informe sobre la iluminacion, de galerias de arte, han de tomarse en cuenta, para una apropiada iluminacion de objetos tridimensionales. como ser esculturas y modelos- tres factores capitales que desempeñan el mismo papel, tanto para la luz natural como para la iluminacion artificial:
•  La luz principal del sol (o de una lampara) o del cielo (o del techo) 
•  La luz refleja procedente de superficies colocadas a cierta altura, como por ejemplo una pared cercana
•  La luz refleja difusa procedente de superficies que ocupan un lugar mas bajo en el ambiente por ejemplo, desde el piso.
Las superficies reflejas de paredes y pisos deben ser tomadas en la misma consideracion que el foco de luz principal.
Llego a la conclusion de que para todo objeto de exposicion las ventanas representan todavia hoy una legitima solucion en el problema de la fuente de luz. Por lo demas, un vistazo por la ventana, hacia fuera contribuira a colocar al visitante en un estado mental, preparandolo para nuevas impresiones.
En la medida que hagamos lo mejor posible la combinacion de luz natural y luz artificial, obtendremos un obsequio del visitante los efectos relativamente mas considerables de contraste y sorpresa. Mi ultimo planteo se refiere a la expresion arquitectonica de un edificio  para museo. ¿Como se logra una sintesis de construccion practica y arquitectura? Se ha dicho que asi como la poesia representa el desarrollo noble del lenguaje, tambien la arquitectura representa el desarrollo noble de la construccion. Asi como la literatura se sirve de los elementos del lenguaje hablado, asi tambien la arquitectura se basa en los elementos estructurales de su epoca. No podemos hablar ningun idioma sin especial consideracion del alfabeto y la gramatica.
Los elementos de la construccion que estan a disposicion del arquitecto de hoy se diferencian notablemente de los de generaciones anteriores. Esqueletos de aceros y de hormigon, construcciones de puentes de gran abertura, partes del edificio suspendidas y salientes, construcciones de cascaras, puntales independientes bajo altos edificios, ventanas plegadizas, tales los nuevos elementos de la tecnica de la construccion actual.
Ejercen su influencia sobre la forma de los edificios sobre la forma de los edificios de hoy, del mismo modo que la invencion de bovedas, cupulas y arcos determino la forma de las construcciones de epocas pasadas. Los sistemas estructurales son los recursos para llevar a cabo creacciones arquitectonicas cuyo medio propiamente dicho es, sin embargo, el espacio. Asi como la ciencia de construir posee su propio lenguaje de materiales y de construccion, asi tambien posee la ciencia del espacio su gramatica completamente propia. Comparemos por ejemplo, la realidad fisica de un espacio constitutivo desde la mira del tecnico y hombre de empresa, con el fenomeno del espacio tomado en consideraciones por un diseñador con facultades artisticas. Como tecnico, el arquitecto debe respetar la ley de la severidad; pero como arquitectura tiene que emplear, por encima de todo eso, un codigo completamente diferente de leyes y reglas que condiciona los efectos de superficie. El color y la textura de las superficies poseen un vuelo propio, rico en efectos, emiten energias fisicas y psiquicas que hasta puede ser calido o frio, profundo o muy breve, claro u oscuro, tenso o flotante; puede ser atractivo o repelente.
El desconocimiento o el menosprecio de la ciencia del espacio, como quisiera llamarlo, impida a muchos adelantarse hasta pisar el umbral de la arquitectura. El tan conocido proceso que cumple el seudoproyecto de amontonar espacios conforme sencillamente a su valor corriente para luego adornarlos con la justificacion del estilo, no comprende la esencia de la verdadera creacion espacial merecedora del nombre de arquitectura. Pues la verdadera arquitectura es positiva creacion de nuevo espacio vital para los hombres; su objeto, es crear en el espacio una vida mas henchida de relaciones humanas con el espacio; mas no un repliegue del espacio total hacia una capsula separada de el. Si un autentico arquitecto ha puesto en correcta relacion las funciones intelectuales y practicas de todas las partes de un edificio, resultara un equilibrio espacial de formas bien balanceadas y firmes. Si al penetrar y recorrer una construccion semejante damos testimonio de una fuerza creadora superior que ha conducido a una composicion bella y armonica, entonces podemos decir que experimentamos la maravillosa sorpresa que brinda la arquitectura pura.
El estudio de las regularidades opticas guia al arquitecto de la observacion al saber, de la experiencia a la intuicion. En la musica, el compositor esta obligado a aplicar la teoria de la armonia como una clave comun a todos. Es imprescindible dominar la teoria de la armonia, ya que de otro modo la idea musical se perderia en el caos. Claro esta que el dominio de la teoria de la armonia y del contrapunto no hace del compositor un musico genial. Pero es un auxiliar indispensable en su trabajo de creacion y una clave de compresion para el oyente.
Para las artes plasticas los arquitectos griegos y los goticos poseian el bien elaborado contrapunto del espacio, el corte de los griegos y el sistema gotico de la triangulatura. Pero estas claves de la estructuracion espacial no fueron desarrolladas posteriormente y cayeron en el olvido. A partir de la Edad Media , -hasta entonces ellas representaron una fuerza latente- la tarea de la Academia hubiera debido ser el fomento y posterior desarrollo de este contrapunto espacial.
Pero la Academia fracaso a causa de que se perdio el contacto con la realidad y con el pueblo. A nuestra epoca le ha sido reservada la mision de recuperar la gramatica de la estructuracion y desarrollarla nuevamente. Nosotros, por lo menos, nos hallamos en la actualidad en condiciones de suministrar al joven de talento creador el saber relativo a las regularidades fisicas, a los fenomenos de manifestacion optica -de espacio y cuerpo, de luz y sombra- y de brindarle asimismo hechos objetivos en vez de arbitrarias representaciones subjetivas o formulas ha mucho tiempo enevejecidas.
Muchos de estos hechos tienen origen: psicologia y deben ser tomados tan positivamente como los hechos de la fisica. Una prueba contundente de lo dicho es el ejemplo que sigue: Cuando estamos de pie en un alto balcon de baranda abierta, a muchos de nosotros nos coge la sensacion del vertigo, pero desaparece tan pronto como colgamos de la baranda una traza de cartulina a papel donde se apoya el ojo. La ilusion de seguridad establece de nuevo la sensacion de equilibrio, por mas que, en el sentido de una mayor seguridad fiscia, no la haya cambiado.
Este ejemplo muestra el poder de la luz espacial y la influencia que ella pueda tener en la arquitectura. la ciencia define el espacio como la relacion de cuerpos en su posicion reciproca. El efecto de una obra de arte arquitectonica, plastica, emana de las relaciones de cuerpos o que los rodean. Partiendo de sus esfuerzos para crear movimientos aparentes -es decir, la ilusion de movimiento como efecto en el espacio estatico- podemos observar que el arquitecto moderno busca una nueva relacion esacio-tiempo. Actualmente tenemos la experiencia de su predileccion
Por la transparencia, por el empleo de grandes superficies de cristal, por las partes entrecortadas o abiertas en la construccion con el fin de producir series espaciales fluidas. El espacio parece moverse dentro de la edificiacion y a partir de ello. Los sectores del infinito espacio externo configuran un elemento esencial de la estructuracion espacial que realiza el arquitecto, estructuracion que no se detiene en los muros externos circundantes, sino que avanza mas alla de estos hacia el aire libre. Una pared cerrada impide al ojo mirar dentro del espacio inmediato. No obstante, un marco de fondo abierto, cubierto de alambre tejido, un enrejado, una vidriera o tambien el borde de una terraza bastan para indicar cuerpos espaciales sin pared que puedan interpretarse reciprocamente o con el mismo edificio. La obra de arquitectura posee, por asi decir, una antena espacial sumamente sensible con la cual va marcando las partes del espacio externo. Espacio interno y externo forman asi una unidad artistica indivisible, una fecunda creacion de espacio vital con los medios arquitectonicos indicados se erigen legitimos sistemas de coordenadas espaciales relacionadas entre si que dan al ojo un firme punto de apoyo para comprender los sectores espaciales señalados por el arquitecto y sus relaciones reciprocas. La capacidad para
 en el espacio, tal enmarcamiento de coordenadas depende de la sensibilidad estetica del arquitecto y por su facultad representativa tridimensional.
Resumiendo, quisiera establecer la exigencia mas que un buen museo debe ofrecer una equilibrada combinacion artistica de lo mejor que exista en el campo psicologico, fisiologico, tecnico y economico. Asi como la ciencia moderna ha sustituido por otros nuevos aquellos adelantos que en su hora fascinaron la imaginacion de los contemporaneos -debido a que perdieron su verdad relativa. asi tambien el espiritu humano cambia de manera permanente su cosmovision. Este es el proceso que se refleja en la imagen de sus construcciones representativas tanto espacial como liturgicamente. En una escala mucho mas pequeña, se puede encontrar una analogia con la definicion jaula y caja en la relacion que existe entre servicios, pero este es un refinamiento que se puede analizar mas adelante.
Asimismo, dentro de la propia caja se produce tambien un flujo y reflujo de actividades. Este circuito constituye en si mismo un problema de planteamiento y puede representar las mismas complicaciones y sutilezas de diseño del edificio que uno mismo proyecta o el analisis del edificio que es obra de otro.
Una buena organizacion de la jaula debiera de algun modo insinuarse cuando uno recorre un edificio, y sin lugar a dudas debiera evidenciarse muy claramente cuando uno examina las plantas o los cortes.
La confusion surge si la jaula quiebra su propio ritmo. Si repentinamente, una escalera empieza a hacerse mas empinada, uno se siente inconscientemente perturbado. Si el sistema de jaula se interrumpe cambiando su codigo de referencia de un sector a otro, nos sentimos confundidos. En definitiva resulta algo asi como que la geometria de la jaula debe ser coherente, lo cual constituye por supuesto nada mas que un punto de partida.
A esta altura reaparece el problema de supeditar a la sencillez del conjunto lo que podrian ser las condiciones ideales de un sector. El sistema de jaula puede, en ciertos casos, ser tan fuerte que las capas, en vez de ser apendices, pasen a constituir en gran parte su relleno. En muchos edificios contemporaneos, se encuentra una analogia tan grande entre la jaula organizativa y la jaula estructural que las lineas del marco y los espacios contenidos entre ellas dominan el conjunto; lo cual difiere mucho como imagen de la forma de los edificios clasicos en los cuales el ritmo de las columnas es, de lejos, el elemento mas destacado de la composicion. Si alguna unidad de espacio mas localizada es contemplada como parte de la fase siguiente, esta sugiere que esta misma parte esta cada vez mas influida por su entorno.
Es probable y su uso sea especifico y que la gente que lo utilizacion lo identifique, en gran medida, con su propia atmosfera. Del mismo modo que su organizacion puede ser mas ciclico que lineal, tambien puede suceder que este mas cargado que equilibrada. La caja entera puede ser complementaria de las otras cajas en vez de ser similar a ellas, pero dentro de sus definiciones precisas de forma y de utilizacion puede resultar mas o menos irritante. En este nivel, el diseño pasa a ser en mucho grado una cuestion de ergonomia.
Todos sabemos hasta que punto el espacio de una sala de estar puede ser afectada por una redistribucion de los muebles; este es un fenomeno puramente psicologico, por  mas que los componentes segun los mismos. En la mayor parte de los edificios, las paredes, las puertas y otros elementos que constantemente tocamos y miramos estan tan proximos a nosotros como los mismos muebles pero a diferencia de estos, no podemos cambiarlos de sitio. Buena parte del pensamiento arquitectonico y constructivo de hoy se ocupa de tratar de diseñar una arquitectura flexible, reemplazable, y dentro de poco, desechables. De este modo, la restriccion artificial de la solidez, residuo del pasado, podria llegar a desaparecer.
Cuando se llega al campo de los artefactos, practicamente el unico requisito exigible es el de la estatica. Mientras se siga teniendo conciencia de la existencia de la materia y por lo tanto de la existencia de la materia y por lo tanto de la existencia de los objetos, estos objetos deben ser conservados, pero solo en la medida en que los necesitemos. En el curso de este siglo, a menudo se ha dicho que no existe ninguna diferencia basica, entre la arquitectura y el diseño industrial.
En el otro extremo de la escala puede verse que tambien hay poca diferencia entre el diseño de una ciudad y el de una casa. Los criterios de diseño son en gran medida los de aptitud, en primer termino y de claridad y sentido de organizacion, en el segundo, pero no es necesario que el romantico que tenemos dentro de cada uno de nosotros se espande ante esta aparente insensibilidad, puesto que cada individuo hace una interpretacion distinta de las casas, inclusive de las palabras "claridad" y "organizacion". Y no solo esto: a medida que el grado de opcion entre los metodos se hace cada vez mayor y nuestra actual tecnologia hace que asi ocurra), tambien se extiende el margen de interpretacion.


* Peter Cook. Arquitecto ingles. En 1961 fue fundador, junto a Warren Chalk, Ron Herron, Dennis Crompton, Michael Webb y David Greene, del grupi y movimiento Archigram.
Archigram fue uno de los grupos mas influyentes de la arquitectura contemporánea.
En dicho grupo los proyectos no consistían en obras construidas, si no en el conjunto de dibujos y textos desarrollados en estos años por los miembros del grupo individual o colectivamente, en su mayor parte condensados en la revista. Archigram (architecture & telegram) proponían una arquitectura rápida, simple, pero directamente relacionada con los avances tecnológicos de la ciencia.
Peter Cook, cabeza visible de este grupo y su representante público, es un arquitecto con amplia experiencia internacional en la docencia, actualmente es director de la escuela de arquitectura Bartlett en Londres, considerada entre las mejores del mundo. Su exploración arquitectónica se enmarca en la relación entre las ciudades y las nuevas tecnologías de la información, movimiento y percepción.

N(s)- Revista Archigram...




DE LAS CASONAS PIURANAS

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