Saturday, October 13, 2012

JULIO CORTÁZAR: GRAFFITI


JULIO CORTÁZAR:
 
GRAFFITI


Artful graffiti in Olinda, Brazil

A Antoni Tàpies
Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar el dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta de que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, ningún carro celular en las esquinas próximas, acercarse con indiferencia y nunca mirar los graffiti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote enseguida.

Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término graffiti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de qué lado estaba verdaderamente el miedo; quizá por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.

Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.

Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien por si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.

Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer en un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garaje, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas ralearon en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.

Casi enseguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garaje, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garaje y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando la vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.

Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella ahí en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso una espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.

Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más que a morderte las manos, a pisotear las tizas de colores antes de perderte en la borrachera y el llanto.

Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste al placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garaje. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.

Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste a mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaba a las patrullas urbanas de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste el otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violeta de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé, ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

En Queremos tanto a Glenda


Graffiti de Claudia graff en Lima peru

Graffiti de Claudia Graff en Lima-Perú


Wednesday, September 19, 2012

La arquitectura española, a la guerra / J.M. Martí Font

La arquitectura española, a la guerra

El estudio AV62 gana el concurso para construir el Museo Nacional de Afganistán en KabulLas medidas de seguridad serán una de las claves del proyecto

Barcelona  19/SEP/ 1012

Recreación virtual de lo que será el Museo Nacional de Afganistán, según el proyecto del estudio barcelonés AV62.


El despacho de arquitectos AV62, de Barcelona, formado por Victoria Garriga y Toño Foraster, que ya ganó el concurso de ideas para el barrio de Adhamiya, en Bagdad, se ha hecho ahora con el del proyecto para el Museo Nacional de Afganistán, en Kabul, un edificio destinado a albergar el relato esencialmente histórico y artístico de este país poliédrido, cruce de civilizaciones y en guerra desde hace décadas. Los arquitectos catalanes se impusieron a otro equipo español, el de Tuñón y Mansilla, que quedó en segundo lugar de los 70 —de 43 nacionalidades diferentes— que se presentaron al concurso organizado por el ministerio de Cultura afgano y la Embajada de Estados Unidos en Kabul.
Los pliegos exigían experiencia museográfica, haber trabajado en países musulmanes y en lugares en conflicto, condiciones que reúne la gente de AV62. Nadie del estudio, sin embargo, ha pisado todavía la capital afgana, aunque piensan hacerlo en breve. De hecho, Garriga y Foraster se hallan ahora enfrascados en los preparativos para viajar a Bagdad para recoger el premio del barrio de Adhamiya, un proyecto que ahora, tras la dimisión del alcalde de la capital iraquí, parece atascado en los meandros de la burocracia, algo muy habitual en todos los grandes proyectos públicos en Irak. No parece que vaya a suceder lo mismo en Kabul, apunta Foraster, porque tanto el Kabul como Washington, están muy interesados en sacarlo adelante lo antes posible.
El proyecto tiene más de una peculiaridad. Con el museo se pretende establecer una determinada historia de Afganistán, un hilo conductor en el que los afganos puedan identificarse o, al menos, seguir las trazas de sus múltiples historias. Debido a las décadas de guerra, las obras de arte —cuando no han sido destruidas o dinamitadas como los budas gigantes de Bamiyan— se han perdido, se encuentras desperdigadas o no están catalogadas, razón por la que los diseñadores del museo ignoran cuáles deben ser sus dimensiones, o cuál será finalmente la colección y la distribución de las obras. Con estos condicionantes el proyecto se ha concebido en torno a un modelo de “espacios deformables y flexibles capaces de adaptarse al devenir de los tiempos", cuyo referente, reconoce Garriga, es en último término el tipo de espacios modulares que se crean en la Mezquita de Córdoba, uno de los iconos del mundo islámico. Este tipo de construcción se extiende o reduce en función de las necesidades y cuadra con el proceso de creación de un proyecto museístico que está todavía por definir.

Vista virtual del interior del Museo Nacional de Afganistán.

Definir este relato supondrá un fuerte debate, no precisamente académico, sino esencialmente político y social, dada la variedad de culturas que en uno u otro momento han pasado por Afganistán y su relación con los cánones de una sociedad islámica. “Es evidente que se planteará el problema de la representación de la figura humana”, señala Foraster. “¿Qué harán con las esculturas de Bagram, de extracción hindú, en las que hay mujeres con grandes pechos desnudos? ¿Qué pasará con la inevitable referencia a los budas de Bamiyan? A lo mejor quieren dar más importancia al periodo mogol, cuando se produce la islamización, y pasar por encima de otros...”, añade.
El modelo diseñado por Foraster y Garriga se basa en un espacio no orgánico. “No imponemos un recorrido, sino que permitimos que los espacios puedan modificarse con facilidad en función de la lectura que se quiera hacer”, señalan. La parte más determinante del proyecto, sin embargo, es la que hace referencia a la seguridad. La violencia todavía muy presente y la actividad terrorista obliga a que todo el conjunto del museo esté rodeado por un muro de seguridad perimetral. Este “universo cerrado dentro de un muro” les permite a los arquitectos entroncar con la tradición de la casa patio o de la mezquita: “un perímetro que permite confinar la naturaleza y la vida para preservarla y protegerla de un entorno hostil, en la tradición de la gente del desierto “amante de las matemáticas y la geometría”. Sobre el muro-perímetro se apoyan unas cubiertas abovedadas. longitudinal del edificio. Dentro de este espacio se diferencian ciertos ámbitos mediante cúpulas y patios. “Las cúpulas”, explican los arquitectos, “frenan y concentran el recorrido, introduciendo la verticalidad y el cielo en el edificio, mientras que los patios amplían las visuales e introducen la luz natural”.

Como en el proyecto de Bagdad, la gente de AV62, ha optado por “una arquitectura capaz de acoger las actividades humanas, desde las más corporales —sombra, frescor, bienestar corporal, descanso, encuentro...— hasta las que nos permiten interpretar el mundo y exorcizar nuestros temores a través de arte, la poesía o la magia”. Otra de las condiciones que incluía el concurso de ideas era que la construcción debía poder ser realizada, al menos en parte, por trabajadores locales, lo que suponía la incorporación de técnicas de edificación tradicionales.

Sobre la posibilidad de que finalmente se construya el museo o se lleve a cabo la revitalización de Adhamiya, Garriga y Foraster mezclan dosis de realismo y determinación: “No es un problema de dinero, sino de cómo pasar de un proyecto de ideas a otro de construcción. Son las autoridades las que ahora deben realizar el proyecto definitivo, que podría tomar elementos de otros de los presentados, pero el principal problema que detectan los arquitectos españoles es que las autoridades no entienden que es necesaria una fase intermedia entre el proyecto y la construcción, en la que se establece el proceso de producción”, explican. A convencerles de esto esto se dedicarán en sus próximos viajes a Bagdad y Kabul.
Ver:
El País
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/18/actualidad


ANÁLISIS

Contra el pelotazo

"Garriga y Foraster se comparan con médicos cuyos pacientes no pueden desplazarse y no les falta razón"

   
19/ Set/ 2012

Victoria Garriga y Toño Foraster (AV62) han defendido siempre que el objeto de la arquitectura es transformar la realidad material mediante la belleza. Para un fin tan sublime han elegido ciudades tan difíciles como Bagdad o Kabul. Que vivan esa dificultad como una coyuntura los retrata como proyectistas, como personas y como una nueva generación de arquitectos.
Garriga y Foraster se comparan con médicos cuyos pacientes no pueden desplazarse y no les falta razón. Donde ellos van a trabajar no hay arquitectos porque no han podido formarse. En esas metrópolis todo proyecto cobra un aire necesario, y esa necesidad, la de ayudar a salir de situaciones inhumanas, también habla de la generación que representan: los proyectistas españoles que quieren romper el círculo vicioso que relaciona, inexorablemente, arquitectura y poder. Así, preparados académica, intelectual, pero también humanamente, pueden afrontar estos concursos como una segunda oportunidad. Y mientras la pereza, el miedo o la ausencia de un panorama de enriquecimiento rápido desmotiva a casi toda una generación anterior, es en esas mismas condiciones donde parecen encontrar ellos su motivación.

Las ciudades destrozadas siempre han sido terreno abonado para la especulación constructiva. Por eso hay que tener cuidado con lo que sacamos fuera y cuidar la Marca España. La forma, el edificio como objeto de diseño, no puede ser lo que exportemos. Es necesario dar un paso atrás y tratar de cuidar lo que en España se ha descuidado: la cohesión social, el paisaje, la sostenibilidad, la arquitectura como hecho cultural por encima de bien comercial. Que es posible hacerlo lo demuestran Foraster y Garriga. Que AV62 ganara este concurso —el estudio Tuñón y Mansilla quedó segundo—, pero también que B720 ganara otro para construir un barrio sostenible en Brasilia abre nuevas posibilidades para la arquitectura y para los arquitectos. Puede que sean las migajas que las estrellas no se arriesgan a coger por miedo a ensuciarse, pero abre una puerta a la esperanza el hecho de que ya no sea un nombre el que consigue el premio, sino un proyecto anónimo que resuelve un problema.

En Kabul, las piezas arqueológicas del Museo Nacional han sido destrozadas a martillazos por los talibanes o escondidas bajo siete llaves —en manos de siete desconocidos—. Parecería un cuento si no fuera un drama. Para una personalidad tan vehemente como la de Victoria Garriga el drama está hoy más en España, donde el verdadero trabajo del arquitecto sería borrar lo que han hecho los políticos, el dinero y los proyectistas abducidos por el tiempo de voracidad grosera en el que hemos vivido.

Ver:
El País

*
  Un museo español en Kabul

El estudio barcelonés AV62 gana el concurso para construir un centro nacional en la capital afgana

  Madrid  
18/Set/2012

  Plano del futuro museo.

Cúpulas, agua, vegetación. Espacios orgánicos para acoger a seres orgánicos. Muros con celosías que tamizan la luz. Arquitectura que construye en sí misma un paisaje completo. Con esas premisas, el estudio barcelonés AV62 ha conseguido ganar el primer premio del concurso para levantar el museo nacional de Afganistán en Kabul. El hito –la propuesta del equipo español consiguió imponerse entre 70, de 43 nacionalidades-, supone un paso más en la penetración en Oriente Medio de la arquitectura española y del propio estudio AV62, que en mayo de este año obtuvo el proyecto para revitalizar el emblemático barrio de Adhamiya, en Bagdad (Iraq).

Organizado por el ministerio de Cultura afgano y la embajada de EE UU en Kabul, el concurso buscaba el mejor proyecto para construir un museo que albergue todas las colecciones afganas, desde el paleolítico a nuestros días. “Para nosotros es una gran ilusión haberlo obtenido”, explica Toño Foraster, uno de los ocho miembros que han firmado el proyecto, que se han apoyado también en un equipo de ingenieros. “Nuestro planteamiento es ayudar a la reconstrucción de Afganistán, intentamos incidir en la realización de la sociedad afgana para que pueda mostrar sus piezas arqueológicas y hacérselas propias, para revitalizar su identidad y afrontar el futuro con seguridad”.

Para abordar el proyecto, su planteamiento arranca por fuera, en el muro de seguridad. Este cierra una superficie de unos 150.000 metros cuadrados, situada a los pies de una colina junto al derruido palacio ministerial de la capital. “Queremos dar una vuelta al concepto de seguridad, y que el muro se convierta en un elemento que recoja un espacio interior y un mundo aparte”, explica Foraster.

Dibujo de la recreación del futuro Museo Nacional de Afganistán. / AV62 ARQUITECTOS

La fijación de un perímetro, dentro del que se desplegará un jardín, les permite además entroncar con la tradición de la casa erigida en torno a un patio y de la mezquita. El edificio, reza la memoria del proyecto, “parte de la superación de la dicotomía entre geometría y organicidad que se anuncia en la arquitectura islámica”, lo que significa “usar la geometría para ordenar los programas, los usos, las cosas, con un método”. El museo se concibe así como un universo en el interior de una muralla, donde se genera un espacio que se diferencia gracias a la introducción de cúpulas y patios. Dentro del interior, es decir, en las salas del museo, el mobiliario se despliega integrado en la estructura total. “Se trata en continuidad para hacer del soporte algo invisible y versátil”. Y el espacio frente al museo hará las veces de patio, entendido como un lugar en el que “prepararse” para acceder al museo.

A pesar de que Oriente Medio es, nivel arquitectónico, un campo prácticamente por sembrar, el estudio encuentra su motivación en razones menos prácticas. “Esta es una cultura que nos interesa muchísimo y que nos permite trabajar la arquitectura a pie de calle”, señala Foraster, “algo cada vez más difícil en occidente, donde se juega mucho a ver quién puede más, a hacer los edificios más espectaculares”. Con proyectos así, señala, se vuelve la mirada a las raíces de la arquitectura, y se cumple una función social: “Tu trabajo tiene una repercusión, y eso te da fuerza y vitalidad”. Aunque no deja de ser difícil trabajar en un entorno tan amenazado. “Las relaciones son complejas, hay problemas políticos, religiosos…”, concede el arquitecto.

Ver:
El País

Monday, August 27, 2012

LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES DE PAMPAMARCA / Por Armando Arteaga


RESTAURACION Y PUESTA EN VALOR 
DE 
LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES DE PAMPAMARCA 
EN EL DISTRITO DE COTARUSE-PROVINCIA DE AYMARAES-APURÍMAC

Por Armando Arteaga


En Pampamarca, comunidad campesina  apurimeña,  ubicado en la microcuenca del río Cotaruse, distrito del mismo nombre, en la provincia de Aymaraes-Apurimac, hace ya más de una década, el ITECA* participó en la gestión y parte de la elaboración del expediente técnico que culminó con la Puesta en Valor de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes de Pampamarca, para ser más exacto día 29 de Diciembre del 2006, se  inauguró la puesta en valor y se puso punto final a  la  restauración de la bella iglesia de arquitectura virreynal, obra realizada por  el Instituto Nacional de Cultura [INC] del Cusco, convenio entre la Municipalidad  de Aymaraes y la Comunidad Campesina de Pampamarca.

DATOS HISTÓRICOS

La Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes refiere su proceso histórico desde el Siglo XVI. Pampamarca,  se ubicaba dentro de las  poblaciones tributarias de Aymaraes, siendo cabecera del  Curato de Aymaraes  por  encontrarse en un  territorio de minas de oro, y de plata.

Los Agustinos se  encargaron de evangelizar la región de los Aymaraes, a partir de 1575 en Pampamarca y fundaron el pueblo mestizo-español entre 1575 a 1583 con el nombre  de San Herónimo de Pampamarca, empezando la fabrica de una de las primera iglesias en esta  región que nombraron como Santiago Apóstol Mayor de Pampamarca, se edificó también la Casa Cural, la arcada (o borda) que circunda el perímetro frontal de la Iglesia y la torre en donde reposa la Campana Mayor que  contiene la inscripción que a la letra  dice así:  "Esta campana es de Santo Herónimo de Pampamarca" y además menciona "Vosve Campana  Ahosevene. Acabose a diez días de junio de 1586".  Muy similar a la Campana María Angola del Cusco.

 En documentos encontrados en el Archivo del Arzobispado de Cusco el terremoto de 1650 (casi destruye el edificio), y ya en 1678 encontrabase en mal estado de construcción.

Antolín de Aranibar, cura propio de la Doctrina de Pampamarca y sus anexos de la Provincia de los Aymaraes obispado de la Ciudad del Cuzco, el 9 de Setiembre de 1689, rúbrica y describe lo siguiente en “Informes de los párrocos al obispo Mollinedo”:

“En este Pueblo de Pampamarca ni en todo su distrito no ay hasienda ninguna de trigo, cañaveral solo siembran mais en las quebradas los tributarios y los del pueblo para su sutento de aquel año y no se da otreo fruto por ser el Paraje mas frio que otros.  La Iglecia deste Pueblo no tiene estancia alguna de ningún jenero de ganado ni ninguna renta para su ornato, solo tiene unas tierras cortas donde siembran mais los mayordomos y sus cosechas son de dos cargas o tres que montaran ocho o diez ps. En cada año que son bastantes para el gasto de la cera, y para los que mueren no acostumbran dexar en sus testamentos alguna cosa para la fabrica por decir que sus antepasados pucieron el trabajo de hacer la Iglecia sin paga alguna y por el que tienen en repararla todos los años, asi como Texas nuevas como en poner estribos y otras dirigencias para su conservación”.

Refiere también Fr. Jesús Jordán Rodríguez en “Pueblos y Parroquias del Perú” que la Provincia de Aimaraes que en 1768  se describe una  actividad minera aurífera en la zona, muy fuerte, y  la comprensión de 16 curatos en los que se encontraba Pampamarca con dos anexos: Cotarosi y Colca.

En 1780 se inicia  la reconstrucción  de la Iglesia Virgen de las  Mercedes, por estos  años los padres de  la congregación mercedaria ingresaron en Aymaraes en reemplazo de la orden de los agustinos, quienes fueron suspendidos de ejercer actos de sacramentos y comuniones  debido  a las quejas  y denuncias recibidas de los  fieles de  esta Doctrina. En 1814 es –probablemente-  el año que se  terminó con la edificación de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes, según inscripción que se puede  apreciar en la portada lateral perteneciente al Muro del Evangelio.


 La restauración total, es leal ejemplo como cuando se terminó de edificar en 1814, realizada por profesionales y técnicos del entonces INC de Cusco, constituye  en estos momentos la puesta en valor y la recuperación de una  joya arquitectónica para  el pueblo, no solo,  de Pampamarca, sino también, para Aymaraes y Apurímac,  no solo porque se revalorizarán aspectos culturales, sino es  que,  el conjunto arquitectónico de Pampamarca ha empezado a ser visitado y frecuentado por el público en general, influenciando de esta manera en la activación de un polo de  desarrollo que va a contribuir en la recuperación económica del  poblador aymarino y apurimeño, que aun se encuentra todavía en su mayoría de comunidades campesinas en un estado de extrema pobreza.  


ARQUITECTURA BARROCA MESTIZA

Su edificación corresponde a la fabrica de los estilos de arquitectura mestiza religiosa entre los siglos XVII y XIX (1781-1814). Tiene un estilo arquitectónico barroco,  mestizo sureño y  rústico,  construido sobre la base de muros de adobes y piedras, con dos torres  adosadas a la nave  y cubierta de tejas, con una portada de sillar.. El conjunto del edificio  presenta un amplio atrio de dos niveles cercado con arcadas de adobe y una torre de piedra de veinte metros de altura, exento del cuerpo de la misma (a manera de cubo prismático) se encuentra la campana "María Angola Menor". En su interior se conserva en su  altar mayor: un  retablo ornamentado, de la escuela barroco-mestizo,  cuyos nichos flanqueados con columnas salomónicas muestran  imágenes  y esculturas religiosas de tendencia de la escuela cuzqueña. 

Es templo único en su género en la Provincia de Aymaraes, fue reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación. Se ubica en la Plaza Principal de la Comunidad de Pampamarca a 3,430 msnm, en el distrito de Cotaruse, fue el primer pueblo español fundado en la provincia de Aymaraes por los años 1578.
  
Para el futuro debe generarse  un eje  vial, cuando se  termine de  restaurar la Iglesia  de Chuquinga y  la Iglesia  de Mutca, la Iglesia San Pedro de Caraybamba (ya restaurada también por apoyo en la gestión de ITECA), por la activación turística de los baños termales de Pincahuacho, y la recuperación de otros atractivos arqueológicos de la zona,  que ayudaran a revalorar el proceso histórico de los chalhuanquinos.  

El factor turístico es un buen incentivo para elevar la recuperación cultural de nuestros pueblos, para insistir en el desarrollo sostenible para la región de Apurímac, servirá de soporte contra la arremetida de la desmedida actividad minera que empieza a proliferar en la zona,   y a crear nuevos impactos ambientales, que pueden terminar disturbando el proceso cultural apurimeño. 


 *ITECA, Instituto de la Tecnología y la Cultura Andina-Amazonía.

Tuesday, August 21, 2012

LA RESTAURACIÓN DE LA CASA DEL POETA CÉSAR VALLEJO / Por Armando Arteaga

LA RESTAURACIÓN DE LA CASA DEL POETA  CÉSAR VALLEJO

Por Armando Arteaga

El poeta César Vallejo en la ciudad de Niza.

Hace algún tiempo atrás, la ilusión desbordaba a la población de Santiago de Chuco por ver la casa del poeta César Vallejo en un mejor estado.  Era un sueño difícil de hacerse realidad, cuando uno conversaba con sus autoridades,  siempre argumentaban la falta de dinero para tal tarea. El paso del tiempo había contribuido también al deterioro de sus paredes, sus techos, sus puertas y sus ventanas,  del inmueble donde nació el poeta de “Trilce”.

Pese a esta situación, la “Casa de Vallejo” se mantenía en pie y con sus puertas abiertas para mostrarle sus argumentos a todos los peregrinos a Santiago de Chuco que se aventuraban en un viaje a la sierra liberteña. Vallejo nació en Santiago de Chuco,  y allí estaba la casa donde vivió  y sucedió parte de esa vivencia que lo inspiró para escribir sus poemas.

Casa de Vallejo: Santiago de Chuco

Tras denostados esfuerzos de restauración,  y luego de una serie de coordinaciones entre la Iglesia, la Dirección Regional de Turismo, la Municipalidad Provincial de Santiago de Chuco y Minera Barrick; la ahora Casa Museo de César Vallejo,  está lista para ser visitada y así mostrarse al mundo en todo su esplendor y significado cultural. El pasado 15 de abril del 2012 se llevó a cabo la Ceremonia de Inauguración de la Casa Museo de César Vallejo en la provincia de Santiago de Chuco, tierra natal del poeta, ubicada en la ciudad de Trujillo (ciudad de la eterna primavera y de Chan Chan), región La Libertad. La restauración y puesta en valor de la casa donde nació y vivió César Vallejo ha sido realizada por gestión de las autoridades de la región dentro de sus expectativas de desarrollo regional, y la vivienda será mostrada ahora como uno de los más grandes atractivos turísticos de Santiago de Chuco, y transformada en  símbolo de orgullo de los lugareños.

 Casa de Vallejo tal como se encontraba en las últimas décadas.

La Municipalidad de Santiago de Chuco dio a conocer que las labores de restauración comprendieron: la cubierta de la casa, el oratorio, el patio, el banco de piedra, el horno y el cuarto verde donde habría nacido el autor de “Paco Yunque”.

La Casa Museo de César Vallejo fue recientemente puesta en valor tras un arduo trabajo (para algunos: proyecto impecable, para otros: proyecto rebatible) de remodelación que se evidencia desde la fachada hasta sus interiores, conservando los ambientes y colores originales predominando las paredes blancas, y desde donde somos testigos de la habitación donde nació César Vallejo, así como del patio empedrado donde solía jugar y otros elementos de inspiración del poeta como el batán, el fogón, el poyo,  e incluso la planta de capulí original.

Patio interior de la casa de César Vallejo en Santiago de Chuco.

El inicio del sueño santiaguino

Hace más de un año se iniciaron las coordinaciones para restaurar y poner en valor la casa que le perteneció a la familia del poeta santiaguino, la cual fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Ministerial No. 0928-80-ED del 23 de julio de 1980.
El proyecto, cuyo nombre fue “Intervención y Propuesta Museográfica de la Casa de César Vallejo”, fue ejecutado al 100% con fondos del Aporte Voluntario de Minera Barrick, invirtiéndose cerca de un millón de nuevos soles en este inmueble declarado patrimonio cultural y de mucha  tradición para la provincia de Santiago de Chuco.

 Puesta en valor

 La Restauración

Para esta tarea de tan especial significado histórico se encargó la ejecución del proyecto a la empresa Patrimonio Perú, quienes tienen una amplia experiencia en la recuperación de inmuebles, e iglesias,  y otras edificaciones en peligro de perderse, y que pudieron devolverle a la Casa de Vallejo su esplendor de antaño.

Detalle interior

 El proyecto se basó fundamentalmente en rescatar el inmueble del avanzado deterioro en el que se encontraba, para poder luego convertirlo en una casa museo y potenciarlo como un recurso turístico en Santiago de Chuco, cuyo uso pueda generar un impacto acertado en la población, a través del incremento de oportunidades de negocios locales como hospedajes, restaurantes, servicios de transporte, tiendas de artesanías, etc. Y complementarlo con la restauración de otras casonas de arquitectura domestica de la provincia de Santiago de Chuco que puedan convertirse más tarde en centros culturales e instituciones educativas.

Entre los ambientes que hoy lucen totalmente renovados se encuentran el zaguán, la oficina de atención, dormitorios, la capilla, la sala de recibo, las habitaciones, depósitos, galerías, patios y el salón principal. Además, se habilitó un pasaje que conecta a la Casa de Vallejo con una segunda vivienda que también perteneció a su familia y donde figuran el cuarto verde, una sala de estar, la cocina, galerías y un jardín. Todos lugares entrañables plasmados en la poesía de César Vallejo.


 Restauración terminada

Actualmente, las habitaciones, los pasillos, los patios y el árbol de capulí, trasuntan la metafísica de los versos de Vallejo a todo aquel que visite la casa y se atreva a llevarse en la memoria algo  de la intimidad de César Vallejo.


Tratamiento especial de las cubiertas respetando tecnología constructiva usada en la región La Libertad.

Se puede visitar en horarios de 8 a.m a 12:30 p.m. y 2:30p.m. a 5:30 p.m., de lunes a viernes.  La Casa Museo de César Vallejo abre sus puertas al público en general, en la siguiente dirección: Calle César Vallejo N° 1060-1046, a dos cuadras de la Plaza de Armas de Santiago de Chuco, pueblo del ande liberteño, donde se puede llegar en auto o en empresa de transporte terrestre desde la ciudad de Trujillo en un viaje de seis horas que lo trasladará a la tierra del poeta César Vallejo.


El inmueble se convertirá en uno de los más grandes atractivos turísticos de la provincia de Santiago de Chuco.

Friday, August 17, 2012

Arequipa: Una ciudad y 23 estilos arquitectónicos / Kelly Castillo.


Arequipa: Una ciudad y 23 estilos arquitectónicos
Art Nouveau. Marca el fin de la hegemonía de la piedra y el inicio del concreto armado.
Art Nouveau. Marca el fin de la hegemonía de la piedra y el inicio del concreto armado.
El sillar ha sido la piedra angular de la arquitectura mistiana. Sobre él se trabajaron estilos que son el resultado de la influencia europea con los matices de la cultura local. Sin embargo, las construcciones tuvieron que adecuarse a los desafíos de los grandes terremotos.

Kelly Castillo. 


Arte Decorativo. Iglesia de la Campaña de Jesús, de estilo Barroco, se empezó a construir en 1590 y fue terminada en 1698. Es una de las piezas que muestra el mestizaje arquitectónico.
Arte Decorativo. Iglesia de la Campaña de Jesús, de estilo Barroco, se empezó a construir en 1590 y fue terminada en 1698. Es una de las piezas que muestra el mestizaje arquitectónico.


 Arequipa siempre cambió de fisonomía. Desde su fundación, en 1540, los sismos marcaron la pauta en su desarrollo arquitectónico. Redefinieron su estilo constructivo para soportar los violentos movimientos tectónicos. Se puede contar hasta 23 estilos arquitectónicos. En el Centro Histórico de la ciudad predomina  el Neoclásico. La Catedral es el edificio que más luce con esta característica, aunque más del 60% de las casonas declaradas como Patrimonio Cultural de la Nación también corresponden a este tipo. 
 William Palomino Bellido, arquitecto y profesor de la Escuela Taller de Arequipa, precisa que apenas fundada la metrópoli se desarrolla el estilo Renacentista hasta 1600. Este emplea elementos geométricos como los apreciados en la iglesia San Francisco. En paralelo, se trabajó el Protohispánico, que combinó elementos incas o preíncas (piedra y barro) con los coloniales. De éste no quedan muchas construcciones, pero el sitio arqueológico de Pillo (Socabaya) es prueba de que existió.
Luego apareció el Barroco, que utilizó la policromía (pintura de varios colores), fachadas retablo muy decoradas y la filosofía de la robustez. En este periodo que va hasta 1781, el arquitecto Pedro de Arcaraz, quien diseña la famosa Plaza de Arcaraz (España), introduce el tallado de piedra y el cantero. Este diseña la primera Catedral. De este estilo hoy se conservan para la posteridad bellos edificios como la casa Tristán del Pozo (calle San Francisco) y la iglesia de la Compañía de Jesús.
EL ESTILO DE PEREIRA 
Los grandes sismos de la época echaron abajo muchas de las edificaciones históricas y se desarrolla una arquitectura ambigua, de transición entre el Barroco y el Neoclásico, hasta 1830, cuando hace su ingreso el monje Antonio Pereira, con quien "la imagen de la ciudad de bóvedas y fachadas profusamente decoradas y multicolores desaparece, y surge una fisonomía muy ceñida a los órdenes clásicos, romanos y griegos, que evoca a la Grecia del Siglo V o  VI o las ciudades romanas del Siglo I”, explica Palomino Bellido.
El Neoclásico desarrolla tres fases: la Primera Generación que trabaja portadas menos decoradas, con pilastras (columnas empotradas) y cornisamentos. La Segunda fue quizás el mejor momento del Neoclásico, pues se hace la actual Catedral. Mientras que la Tercera utiliza elementos como el capitel corintio (especie de hojas), pero pierde la decoración.  
Tras un periodo de transición, llega en 1881 el Neo-renacentismo. De este estilo es la Estación del Ferrocarril. En 1919 se introduce el Art Nouveau, un estilo más libre con elementos curvos y concreto armado. “Arequipa se convierte en una urbe moldeada por el cemento, que acabó con ese estilo de casi 300 años, donde el patio dominaba la distribución de toda la casa y es sustituido por el hall interior y gradas imperiales”, precisa el también profesor universitario.  Un ejemplo es la casa de Víctor Lira (La Merced 110). 
En paralelo se trabaja el Neogótico, que se particulariza por el arco ojival, como el que se aprecia en el hospital Goyeneche o la Capilla de Sacramentinos (P. Viejo).
Con los años aparecen estilos de corta duración, como Art Deco, con la geometrización de los elementos, tipo el ex edificio de La Uruguaya (Patio del Ekeko). Luego llega el Tudor con las estructuras de madera expuestas (casas de Selva Alegre). Los estilos Mozárabe, Cabaña y Neocolonial. De este último es el Teatro Municipal. Entre 1970 y 1980 surge el Brutalismo. Se edifican los ministerios en el gobierno de Juan Velasco Alvarado. En Arequipa se construye la SUNAT.
Una arquitectura singular
Según el arquitecto William Palomino, la arquitectura arequipeña siguió los lineamentos de la arquitectura internacional, pero le agregaron una cuota regional, resultando un estilo muy propio. 
“El Barroco arequipeño, por ejemplo, se diferenció de otros por su ornamentación distinta. Las paredes tenían colores diferentes que iban desde el rojo, pasando por el azul, amarillo y el rosa  palo. Las hojas eran color verde y las figuras humanas también tenían colores”, señala Palomino.  
Las formas y motivos en el Barroco eran una fusión entre el estilo europeo de la época y las  producciones locales llamados nativos. Los edificios estaban decorados con motivos religiosos, incluso con personajes importantes de la familia, jueces, notarios, escribanos o alguna dama.

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